Creo que últimamente ando muy condescendiente y benévola; y la corrección política no va conmigo, qué quieren que les diga… Así que, en un ejercicio de sinceridad (y de granjearme enemigos gratuitamente, todo sea dicho) he tomado la decisión de abordar un tema harto difícil: los artistas y la actual situación financiera en España.
Acaso pareciera un tema baladí, para los problemas que de facto se ciernen sobre nuestro país, pero les aseguro que no lo es; sobre todo por el montante económico que deja de moverse gracias a -o por culpa de – los autodenominados artistas.
Comenzaré por la sub júdice disertación (porque no gusta escuchar esto a los facilones oídos de nuestra chavalería toda) de la intelectualidad y la izquierda política. Sí amigos: hemos creado un pernicioso sistema mental que no admite la existencia de la derecha con conciencia social, con intereses culturales o con mera conciencia propia. Si se es intelectual, se ha de ser poco menos que de la politburó.
La pobre Lourditas, Russian Red vio como sus palabras eran tergiversadas, al contestar que caso de tener que votar a alguien, sería al PP. Aquello le valió la crucifixión ética de sus congéneres los artistas. Por supuesto que he dicho que está pasada de moda a la hora de vestir, que su música no me atrae especialmente… pero el arrojo y la honestidad de esta muchacha a la hora de exponer sus ideas, me merece todo el respeto del mundo.
Dicho esto, espero que no lo entiendan como una filiación personal hacia la diestra o la siniestra (y mucho menos hacia el tosco bipartidismo español); pero sí como un marco referencial del tema que nos ocupa.
Los artistas, encumbrados por una suerte de victimismo social, se quejan de su status… que sorprendentemente han elegido ellos.
La perversión del concepto de arte, es su propia esencia también: Poussin (pronúnciese “Pusan” y no se confundan con Pussy, que es otra cosa un poco diferente), basándose en ideas bien escolásticas y bien platónicas defendía que la belleza es inmaterial, aunque se revela en la materia, cuando se da en ella el orden, la forma y la medida. Es decir, que aunque exista un patrón academicista, precisamente al obviarlo, podemos hablar de una creación netamente artística: Se trata, al fin, de una pulsión que descansa sobre unos preceptos visuales, auditivos etc. de armonía.
Personalmente, veo, oigo y siento, muy pocas obras en este peculiar estado de gracia; pero yo no soy quien para evaluarlo; es el autoerigido como artista el que así lo ha de decir. Y aquí entra mi asombro, señores lectores ¿Porqué se identifican como artistas músicos de medio pelo, artesanos de la palabra o mediocres ilustradores? ¿Porqué en España hay un porcentaje mayor de escritores, pintores, diseñadores, dj´s… que, por ejemplo, en la próspera Finlandia?. Por supuesto que creo que la tradición y la cultura nos impregna en este país en un modo brutal, fantástico, social… pero ¿acaso como para que la proporción sea cuantitativamente tan desmesurada?
Desde la revolución industrial, hemos asistido (bueno, ninguno de los pobladores del mundo actuales estábamos allí) a un desposeimiento de comunión con la naturaleza y el entorno. Surgió lo que llamamos la economía de mercado, que, hasta nuestros días, ha ido imposibilitando abstraernos del sistema financiero. Hemos creado (reitero, no nosotros en concreto) una forma de vida dependiente de una devoradora cadena de servicios, en la que sólo la exclusión, permitiría el autoabastecimiento… Estamos censados, organizados, tenemos un número de seguridad social, unas leyes, ejércitos, oposiciones, intermediarios, seguros del hogar, enseñanza pública y privada, libros de texto, guardias de tráfico y… bancos. Los bancos (junto con las farmacéuticas, pero de eso, si les parece, ya hablamos otro día) rigen el mercado, regulan el sistema y devoran hambrientos todo, incluso a sí mismos.
Vivimos aquí, en este mundo: están leyendo ustedes un artículo en internet, algo en apariencia inmaterial, y con ínfimo valor. ¿No llevo 40 minutos de mi tiempo sentada frente a mi portatil? Por mucho esfuerzo que me suponga, por mucha pulsión artística que yo ponga articulando palabras y frases, por mucho tiempo (y quebraderos de cabeza) que me consuma… me parecería una flagrante falta de humildad proclamarme artista por ello.
Yo, como la mayoría de los que piden financiación para sus proyectos, como casi todos los músicos de medio pelo, artesanos de la palabra o mediocres ilustradores, no soy capaz de mantenerme con mi “arte”. Si algún día, la gente paga por está afición que ocupa buena parte de mi tiempo, tanto como para mantenerme, pensaré que puedo estar haciendo arte. Pero mientras tanto, pondré mi cuerpo y mi mente al servicio de este sistema, -absurdo y enrevesado, si- para generar y gastar dinero, para someterme al engranaje al que les aseguro, muchas veces me gustaría no pertenecer. Pero eso no me convierte en artista.
No desmerezco el talento ajeno, no crean… Simplemente, creo que si existe, acabará imponiéndose en este descerebrado sistema mercantil. ¿O no hay grupos, cineastas e incluso videoartistas capaces de vivir de ello?
Nuestra época ha virado del bienestar social a la estrechez, y a la polarización de clases económicas, y hemos pasado de la subvención al Crowdfunding. La cronista Carolina Velasco, apuntaba recientemente la desfachatez en muchos de estos proyectos (aquí) … aunque tanto ella como yo, pensamos que alguna cosa puntual se salva, y por ella debemos seguir teniendo esperanza, y luchando. Eso sí, pido dos cosas:
-Aquellos que se consideran artistas, hagan el favor de dar clases, montar empresas y trabajar a las órdenes de un jefe y un sistema horroroso. En sus ratos de asueto, pueden hacer y perfeccionar sus creaciones sin tener que mendigar financiación para su talento.
-Aquellos que se consideran artistas, no me pidan dinero para ayudarles con campañas de co-financiación. No tengo ni para mantener mi núcleo familiar (4 personas, un perro y ningún sueldo). Si el Estado, ya no se lo da, pídanselo a Tita Cervera, que puede ser una gran mecenas. Yo todo lo que puedo hacer, es hablar aquí de su proyecto si me gusta.
Espero que lo entiendan, no están las cosas como para exigir vivir del arte por el simple hecho de autoproclamarse artista.
Lo dice Diana Aller: