Revista Arte

La vida humana es una invención, el Arte lo sabe, y la decorará con su belleza.

Por Artepoesia
La vida humana es una invención, el Arte lo sabe, y la decorará con su belleza. La vida humana es una invención, el Arte lo sabe, y la decorará con su belleza. La vida humana es una invención, el Arte lo sabe, y la decorará con su belleza. La vida humana es una invención, el Arte lo sabe, y la decorará con su belleza. La vida humana es una invención, el Arte lo sabe, y la decorará con su belleza. La vida humana es una invención, el Arte lo sabe, y la decorará con su belleza.
La teoría de que la vida humana es, como el Derecho, natural o positiva, es decir, o lo que nos viene dado o lo que creamos con método y sentido, es tan antigua como la filosofía. Nada existe si no se piensa, si no se idea, si no se crea. Descartes así lo enunció ya -pienso, luego existo-; pero, Pitágoras comprendió también el extraordinario sentido de la creación como un fin en sí mismo. Hay dos sujetos que la provocarán: el que la hace y el que la demanda. Ambos son necesarios para la vida, porque ambos necesitarán además ese fluir que justifica todo lo existente y la existencia misma.
El psicólogo Mihály Csíkszentmihályi estableció su idea del fluir en la vida o la psicología del descubrimiento y la invención. Para este profesor americano, la emoción creativa del pintor o del científico se acerca a la satisfacción ideal que todos necesitamos y que raramente experimentamos. Y a esto le llama fluir, o ese estado mental en el cual el ser está inmerso en su actividad creadora, enfocando ahora un sentimiento de energía y dedicación absolutas. Este fluir es una experiencia cargada de objetivo -sentido-, concentración y equilibrio, pero, también, distorsión de la realidad y una pérdida del sentimiento de autoconocimiento, ya que ahora no será acuciante ni ansiosamente requerido, porque este mismo fluir lo satisfacerá.
Pero, del mismo modo, el sujeto receptor es un factor imprescindible en todo este universo creativo y virtual. El filósofo griego Pitágoras decía: la vida se parece a los que acuden a un circo de juegos, unos irán para competir, otros irán incluso para comerciar; pero los mejores irán para observar, éstos serán los espectadores que visualizan, que tocan, que escuchan, deducen o piensan. Transformar el entorno para transformarse, y percibir el entorno transformado para saber que uno existe. Este extraordinario sentido tendrá el Arte y sus creaciones. Toda vida humana es una forma de recreación, porque todo es recreación; pero necesitamos además que el fluir tenga un especial efecto en nuestro interior, que se mantenga y nos haga mejores de lo que somos. Por esto el Arte será el único, de todos los posibles artificios creativos, que conseguirá llevar ese fluir a unos niveles excelsos de verdadero paroxismo emotivo. 
(Detalle del fresco Expulsión de Heliodoro, Estancia de Heliodoro, Salas de Rafael, Vaticano, Roma; Vista general de la Estancia decorada, Vaticano, Roma; Fresco Expulsión de Heliodoro, 1512, Rafael Sanzio, donde participó también su discípulo Giulio Romano, Estancias Vaticanas, Roma; Óleo de Giulio Romano, Mujer ante el espejo, 1524, Museo Pushkin, Moscú; Autorretrato de Rafael con Giulio Romano -éste a la derecha, el más joven-, 1518, Museo del Louvre, París; Fresco decorado de Giulio Romano, Sala de los Gigantes, 1528, estancia interior del edificio renacentista, diseñado por él mismo, Palacio de Te, Mantua, Italia.)

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