Narrada en primera persona, con lenguaje sencillo, coloquial, con mucho sentido del humor y una pizca de ironía. Nata nos va contando todo lo que pasa por su cabeza, todas las preguntas intrascendentes, alocadas o profundas que se hace a lo largo de esos meses. Habrá días en los que nuestra protagonista se sentirá tan asustada que, a fuerza de desear tener una coraza, se vista de astronauta y otros en los que su mundo se teñirá de rosa literalmente. Habrá ocasiones en la que nos identifiquemos con sus sentimientos y otras en las que nos riamos con sus ocurrencias. Y llegaremos al desenlace de la novela, un final abierto para que, como su propio nombre indica, te imagines su vida o para… ¿una continuación?
Mientras leía el libro, entre sonrisa y sonrisa, no podía evitar comparar la torpeza, la indecisión y el miedo de Nata con el de otro personaje femenino de la literatura contemporánea: Bridget Jones. ¿Es Nata la versión española de Bridget? Ambas historias están narradas como un diario, ambas son divertidas, ocurrentes y directas… Mi impresión personal es que Bridget es más superficial que la española, pero ambas reflejan las crisis personales, el miedo a crecer, a enfrentarse a la realidad, a quedarse solas. Las dos tienen buenos amigos. Bridget corre aventuras graciosas con ellos, despotrica de los hombres en sus conversaciones, detesta a los “petulantes casados” y sueña con el príncipe azul. Nata tiene conversaciones políticas con sus amigos, comparte con ellos el miedo al desempleo, al cambio forzoso de estilo de vida y se sumerge en la negación y la ira ante el desamor. Está inmersa en su vida imaginaria, en sus propios sentimientos y emociones, pero no puede escapar a la realidad del país.Bridget ya tiene dos películas… ¿veremos a Nata en la gran pantalla?