Al correr por las mañanas siempre hay personas que son más rápidas que yo. Y también los hay que van más despacio. La mayoría de los rápidos tienen la cara rojiza y respiran a un ritmo frenético. Escuchan música que les dicta este ritmo acelerado. Concentrados en llegar lo más rápido posible (quizás para poder tachar esta tarea de su lista?) me echan una mirada desdeñosa cuando me adelantan a toda prisa dirigiéndose a su destino imaginario.
También hay los que corren lentamente, forzado por algo que no está bajo su control. Con o sin música, todos están bastante atentos a lo que pasa a su alrededor. No pueden ir más de rápido, ya sea por la edad, por alguna enfermedad, o por estar embarazadas. Su mirada casi vergonzosa los delata.
Y otros no quieren ir más rápido, porque han encontrado su ritmo. Saben que no se trata de quién llega más rápido a alguna meta imaginaria, sino que lo importante es disfrutar del trayecto y no parar. Encontrar tu propio ritmo no es fácil, sobretodo cuando te encuentras rodeado de otros corredores que tan solo se concentran en la rapidez. Hace falta cierta autoestima para encontrar tu propio ritmo y dejar a los otros pasar. Pero pronto conseguirás concentrarte en ti mismo y en el ritmo, de percibir lo que te rodea y disfrutar de lo que ves sin sentirte juzgado por tu velocidad. Al fin y al cabo, quién te juzga eres tu mismo, basándote en las medidas de otras personas.
¿Cuál es el ritmo de tu vida?
Para muchos la vida también se ha convertido en una carrera. Más alto, más rápido, más lejos son las lemas de la sociedad. Los estudiantes tienen que salir cuanto antes de la universidad (proceso Bologna), tienes que encontrar cuanto antes un trabajo donde te paguen un buen salario lo antes posible para que puedas comprarte una casa lo antes posible. Después solo hace falta trabajar 60 horas por semana para que puedas jubilarte y finalmente disfrutar de tu casa y de tu familia (si todavía la tienes).
Los amigos, la familia, aquel hobby que te gustaba tanto de niño se quedan en segundo plano, relegado a las vacaciones. Lo único que te permites es correr media hora a velocidad máxima por la playa para poder decirle a tu médico que sí llevas una vida muy equilibrada.
¿Es este el ritmo que buscas para tu vida?
Lo importante no es la velocidad, sino seguir avanzando
Cada vez hay más personas que no quieren seguir este ritmo, que están cansados del más y más sin tener tiempo de poder disfrutar del aquí y ahora. Ideas como la “semana laboral de 21horas” reciben cada vez más atención. Quieres trabajar menos para vivir más y al mismo tiempo tienes miedo del cambio, de lo desconocido.
Si trabajas menos, ganarás menos dinero. Significa que tendrás que replantearte tus hábitos de consumo, tu forma de vivir. Encontrar tu ritmo requiere que te conozcas a ti mismo, que definas tus valores y que los incorpores cada día un poco más en tu vida. Si quieres pasar más tiempo con tus familia, tendrás que avisar a tu jefe de que tu blackberry estará apagada los fines de semana. Si quieres recibir más visitas en tu casa, ya es hora de deshacerte de los trastos que ocupan tu habitación de visitas. Si quieres volver a pintar, abre un espacio en tu casa dedicado tan solo a este hobby y dedica dos horas semanales a la pintura en tu calendario.
No se trata de cambiarlo todo en un día, sino de incorporar cada vez más cosas en tu vida que te den placer. No se trata de la velocidad de los cambios, sino de que sigas avanzando. Si encuentras tu propio ritmo podrás disfrutar del trayecto. Y qué más es la vida sino un trayecto hermoso. Disfrútalo hoy, que no sabes cómo será el mañana.
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Imagen: nickgrant.co.uk / flickr