Revista Opinión

La violencia como estrategia del Estado de Israel

Publicado el 31 mayo 2010 por Reven

El objetivo parece claro: asustar a futuros cooperantes internacionales que intenten solidarizarse con la población palestina.

El caso es que, mientras no haya acciones contundentes que perjudiquen realmente la posición de Israel como invasor de Palestina no van a cambiar su actitud. Ya lo sabían otros antes que nosotros, del favor de la gente no se come, se come del dinero y Israel hace propio más que ningún otro estado el dicho: que me odien mientras me teman. Es decir, si solo se queda en bronca, Israel no variará su política.

No es la primera vez que Israel pone en práctica esta estrategia, ante un nuevo método de oposición aplican pequeñas dosis de violencia que da un carácter “peligroso” a esta nueva forma de resistencia política a sus actividades. Hay un tiempo de indignación, de rabia, pero luego pasa. La respuesta política y mediática de Israel es simple: contactos con el terrorismo y la supuesta violencia de aquellos que oponen la resistencia. El resultado es que posicionarse en contra de las actividades israelíes es más complejo porque mientras ellos siempre dan la misma respuesta, los que intentan oponerse tienen que defenderse de la acusación de terroristas, antisemitas y otras calificaciones y Israel solo tiene que dedicarse a repetir que lo hacían todo en legítima defensa y ya sabemos que una mentira, repetida mil veces, se convierte en una verdad. Al menos en los oídos de quien la oye.

Capturar el barco y hacer que regrese implicaría una nueva “flota de la libertad” al tiempo. Hundir el barco podría ser entendido como algo fuera de todo lugar y le causaría unos problemas increíblemente difíciles de solucionar. La solución más fácil es causar algo de confusión y matar a unos cuantos cooperantes alegando defensa propia, de esta manera el barco regresa y se causa el terror necesario para desmoralizar a los que han intentado romper el cerco de Gaza invalidando esta estrategia.

Tácticas similares se usaron para desplazar en los primeros años del estado de Israel a poblaciones enteras. No hacía falta emprender un genocidio a alta escala, solo había que crear dos o tres puntos de pánico para que la población árabe huyera por si misma de sus propias casas y ciudades. Se escogieron varias poblaciones relativamente pequeñas y se exterminaron, dejando algunos supervivientes para que corrieran la voz de que el ejercito israelí dispararía contra todos los civiles que encontrara a su paso. De este modo no hizo falta siquiera que los militares se aproximaran a las ciudades, simplemente con lanzar publicidad alertando de la próxima ocupación la mayoría de los habitantes huían espantados ante lo que ellos consideraban un genocidio planificado.

En el estado actual de las cosas no le es tan fácil a Israel, ya que los árabes están más dispuestos a resistir y por lo tanto la mejor estrategia es la destrucción económica de los asentamientos y su aislamiento. Por esto mismo es por lo que Israel, en un total desprecio de la vida humana, ha cercado Gaza: intentar que el asentamiento se rinda y al mismo tiempo, aunque es más o menos lo mismo, que la población se desplace de la franja.


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