Revista Cultura y Ocio

La violencia de cualquiera en “Les Chevaux de Dieu”

Publicado el 26 octubre 2012 por Ruta42 @ruta42
La violencia de cualquiera en “Les Chevaux de Dieu”

Les Chevaux de Dieu, de Nabil Ayouch

“Les Chevaux de Dieu” se basa en los atentados de Casablanca en mayo de 2003, cuando varios suicidas llevaron a cabo en diferentes puntos de la capital marroquí, sacudieron la conciencia del país africano y de los europeos que se vieron afectados por las víctimas.

Nabil Ayouch se lanza a contar la historia de estos atentados, pero no con una visión historicista, sino desde el punto de vista humano. El autor se compromete a buscar el porqué de aquellos quienes un 16 de mayo se inmolaron, dentro de un tema tan controvertido como es el fundamentalismo islámico.

La película se centra en la vida de dos hermanos del poblado chabolista de Sidi Moumen, Tachine (Adelhakim Rachid) y Hamid (Abdelillah Rachid). Tachine sueña con ser portero de fútbol, y siempre que se pelea con el otro equipo es ayudado por su hermano Hamid, que desde pequeño supo imponer su respeto en el barrio. En una familia fragmentada por la depresión del padre, un hermano en la guerra y el otro con autismo, los dos hermanos son los encargados de llevar dinero a casa. Hamid lo consigue gracias a pequeños encargos y Tachine, lo intenta.

La violencia de cualquiera en “Les Chevaux de Dieu”

Los protagonistas pasan su infancia entre las chabolas de Casablanca

Cuando crecen, Hamid es encarcelado y deja a  su hermano Tachine el peso de una familia entera. Cuando Hamid vuelve, éste ha perdido toda su apariencia delictiva, y se ha convertido en un fundamentalista islámico. Él arrastrará a su hermano Tachine y a otros amigos de la infancia a la tutela de Abou Zoubeir, que los entrena hasta prepararlos para los atentados de 2003.

Tal vez por su trabajo a pie entre París y Casablanca, Nabil Ayouch lleva a la gran pantalla una historia con un enfoque limpio, que ni pretende el dramatismo, la condescendencia o la criminalización. Simple y llanamente, Ayouch se pone como objetivo hacer entender, y lo consigue.

Lo que consigue “Les Chevaux de Dieu” es universalizar una realidad presente a nivel global, a través de un ahondamiento en la infancia y la juventud de estos jóvenes que cometieron los atentados. No se trata de justificarlos, sino de vislumbrar las circunstancias que les llevaron a armarse con una bomba a sus espaldas.

A través de los ojos de Tachine y Hamid, el director habla de cómo el desarraigo y la desesperación, unida a la demagogia y la esperanza de un mundo mejor, puede conseguir que el ser humano entregue lo que haga falta, la vida incluida. Y eso, no depende de países ni religiones.

Y en este sentido, la evolución de los personajes es sutil pero evidente, sobre todo en lo que se refiere a Tachine, eje fundamental de la historia y cuyo cambio radical condensa perfectamente el significado del largo de Ayouch.

Adiós a la máscara de occidente, hola a una mirada más universal. Al menos durante 115 minutos, parece más fácil desprenderse de un contexto para descubrir un drama que, ante todo, es humano. Los caballos de dios cabalgan sin nombre.

La violencia de cualquiera en “Les Chevaux de Dieu”

Dafne Calvo

Por afecto o por defecto, pero me encanta el periodismo. Sueño con un mundo dibujado sobre viñetas, donde esté prohibido comer palomitas en el cine.

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