Revista Cultura y Ocio
Por Álvaro Camacho Adell
La mayoría de estudios sociológicos coinciden en que el centro ideológico está representado por el 40% del censo de votantes totales. Este espectro es el que ha dado las victorias a los distintos partidos a su izquierda y derecha-PSOE y PP- durante los años de democracia, sin él no hubiera existido el turnismo político.
Durante la eterna campaña previa a las últimas elecciones acaecidas el 20 de diciembre, los principales partidos saltaron a la conquista de este amplísimo espacio en tierra de nadie, ya sea moderando sus postulados volviéndolos menos progresistas o conservadores, o bien realizando un "framing", identificando al centro como el "pueblo", que recuerda a algún que otro precepto de alienación marxista.
Ahora bien, ¿existe el centro político en España? para ello, deberíamos realizar un análisis de qué es el centro político, así como conocer bien qué es España:
La política, como la economía y toda ciencia que tenga como variable principal el comportamiento humano, es mutable y cíclica, ¿cómo podemos ver ésto?, observando la respuesta de los votantes ante la realidad sociológica. En 2016, estamos asistiendo al preocupante auge de partidos xenófobos, sólo tenemos que estudiar los resultados electorales de las pasadas elecciones en Alemania, Eslovaquia, las primarias en EEUU, las previsiones griegas, etc. El ciclo anterior estuvo marcado por un desmarcamiento de la llamada "tercera vía", con personajes reformistas, alejados del viejo eje dual izquierda- derecha, marcado por personajes como Obama, Renzi, Trudeau, Valls y un largo etc. de partidos que aparecieron como alternativas al bipartidismo imperante en las sociedades arraigadas a la cultura del bienestar. Esta rama del pensamiento político abogaba por un planteamiento económico alejado del habitual, completamente nuevo, por un reconocimiento mayor de las libertades civiles y un abandono del cortoplacismo, legislando para toda una generación, por lo que su vida, en época convulsa, fue más bien efímera.
En segundo lugar, debemos plantearnos ¿qué es España?, ¿cuál ha sido la cultura de los votantes de este País a lo largo de la historia de la democracia? Pues bien, pocos y cortos han sido los intentos de reforma del sistema turnista arraigado en la democracia española, en algunos casos corruptos y meramente presenciales-véase el radicalismo de Lerroux-, o controvertidos-reformismo de Azaña y sexenio democrático-, apenas manchas en la historia de una España con una clase alta perpetuada en el poder y una clase baja demasiado preocupada en sobrevivir como para poder desarrollarse libremente. Perez Galdós vaticinó mientras se producían las guerras carlistas que el enfrentamiento de la sociedad española derivaría en algo monstruoso, como lo hizo al siglo siguiente, y cuya represión posbélica la dividió aún más si cabía. Hoy en día seguimos separados en torno al sentimiento de nación por esa guerra.
Me declaro centrista, creo en esa "tercera vía", creo en un planteamiento político moderno, largoplacista, alejada de la cómoda visión bipartidista que no deja avanzar a una sociedad que lo pide a gritos, cuya principal bandera sea un esquema económico alejados del eje tradicional entre proteccionismo y desregularización, cuyos objetivos sean mucho más ambiciosos, más allá que turnarse en el poder para su propia existencia, una conciencia social basada en el respeto mutuo y no en la imposición de la moral de una "mayoría relativa", ya sea religiosa o estamental, una "marca" nueva, capaz de limpiar la desteñida imagen de la democracia española.
Poder reforzar el espectro centrista en España no es fácil, hace falta un partido y un programa moderno, alejado de los estigmas, ecologista y al servicio de los ciudadanos, que será criticado por aquellos que tengan miedo a hacer las cosas bien. Hace falta abandonar el enfrentamiento que durante siglos persigue a esta sociedad, para crear una nueva, un cambio de mentalidad y una idea de colaboración y no confrontamiento. Pueden pasar años, décadas, incluso siglos, pero podemos ser capaces de, finalmente, crearlo.
La virtud está en el centro, el centro puro, no se llega al centro siendo económicamente de derechas y socialmente de izquierdas, sino creando una visión política aparte. Porque nadie cree que en la virtud de una dieta mezclando kebab con ensalada.