Revista Salud y Bienestar
La vitrificacion de los óvulos contra la infertilidad causada por el tratamiento del cáncer de mama
Por Fat
¿Cómo afectan los tratamientos oncológicos al futuro reproductivo? Ésa es la pregunta a la que ha dado respuesta el Dr. Gorka Barrenetxea, jefe del servicio de ginecología, obstetricia y reproducción asistida del Hospital Quirón de Bizkaia en el I Simposio de Reproducción Asistida de Quirón. La cuestión se plantea, según subraya el especialista, en la medida que el diagnóstico precoz y los avances terapéuticos han elevado el porcentaje de curación de los tumores. “Cada día son más las mujeres que desean preservar su fertilidad antes de someterse a un tratamiento de radio o quimioterapia. Y, afortunadamente, las tasas de curación que consiguen los oncólogos son cada vez más altas por lo que son planteables objetivos para después del tratamiento”, ha asegurado el especialista.
El Dr. Barrenetxea recuerda que “la quimioterapia coadyuvante administrada en pacientes tras el tratamiento quirúrgico provoca una disfunción ovárica de diferente intensidad en función de la edad de la mujer, del estado de reserva ovárica en el momento del tratamiento, del agente quimioterápico usado y de la dosis total administrada”.
Asegura que, como regla general, el tratamiento quimioterápico del cáncer de mama ejerce un envejecimiento de 10 años de vida al ovario en términos de función reproductiva, pudiendo incluso provocar una esterilidad absoluto en algunos casos. “Desafortunadamente, muchas mujeres no están informadas sobre tales consecuencias en el momento del diagnóstico y propuesta terapéutica de un cáncer de mama”, se lamenta el Dr. Barrenetxea.
El Dr. Barrenetxea explica el proceso científico que ha permitido garantizar la fertilidad de las mujeres que hayan sufrido el cáncer de mama, especialmente los tratamientos oncológicos necesarios para superarlo. “La vitrificación de ovocitos es un proceso de congelación ultrarrápida que permite su conservación sin el daño que provocaba en los mismos la congelación clásica”, asegura el especialista. “Se utiliza en pacientes oncológicas para preservar sus óvulos antes de que el tratamiento de radio o quimioterapia comprometa su reserva, ofreciendo hoy en día garantías fiables”, concluye.
“Hasta la llegada de esta técnica, los resultados eran pobres, pero hoy ya se ofrecen tasas de éxito razonables”, asegura el catedrático. La vitrificación de óvulos permite que las mujeres en un momento de máxima fertilidad, en torno a los 27 ó 28 años, conserven sus óvulos jóvenes si deciden esperar unos años para ser madres. “El hecho de que nos planteemos la preservación de la fertilidad se basa en primer lugar en las altas tasas de curación que tienen muchos tumores hoy día, y en segundo, en la posibilidad técnica de vitrificar ovocitos o embriones”, asegura el especialista.
El experto apunta que la alta tasa de supervivencia de los ovocitos (superior al 90%) permite obtener tasas de embarazo muy próximas a las conseguidas mediante ovocitos frescos, por lo que la ciencia ha logrado superar las dificultades técnicas. Con todo ello, a pesar de que la vitrificación abre puertas hasta ahora cerradas, el Dr. Barrenetxea asegura que no es resolutiva en todos los casos. “Habría que plantearse realizar una selección de pacientes tratadas con cáncer de mama que pudieran no necesitar quimioterapia coadyuvante”, concluye el especialista.
En lo que atañe a la cuestión de la edad tardía, el especialista apunta que ese matiz sobrepasa el ámbito científico, y obedece más al universo de lo ético, al menos hasta los 45 años. “En términos generales, una madre joven tiene más facultades físicas para la crianza que una persona de mayor edad, pero todo obedece a la constitución física y a la preparación psicológica de la mujer”, matiza el jefe del servicio de ginecología, obstetricia y reproducción asistida del Hospital Quirón de Bizkaia.
Teniendo en cuenta la posible influencia del estímulo hormonal sobre el cáncer de mama, existe la lógica preocupación por la posible repercusión que pudiera tener un posible embarazo en un aumento del riesgo de recidiva tumoral. De hecho, la incidencia de embarazos tras un diagnóstico y tratamiento de un cáncer es baja: menos del 10% de mujeres previamente afectas de cáncer de mama se quedan embarazadas. Esta tasa de embarazo representa aproximadamente el 50% de la tasa de mujeres no afectas de la misma edad. “En cualquier caso, no se ha demostrado que un embarazo ulterior a un diagnóstico de cáncer de mama empeore el pronóstico de la mujer” afirma el Profesor Barrenetxea.
Asumida la ausencia de un efecto negativo de un embarazo sobre el curso de la enfermedad, la siguiente cuestión a analizar es cuándo es conveniente tal embarazo. El Dr. Barrenetxea recuerda que “habitualmente se recomienda el embarazo tras 2 años libres de enfermedad en base a que la tasa de recurrencias es más alta en este periodo (13% de riesgo anual el primer y segundo año frente al 4% anual a partir del segundo año)”.
Entiende el experto que es evidente que los especialistas que tratan mujeres con cáncer de mama deben conocer las posibilidades de preservación de fertilidad actualmente existentes. Pero, al mismo tiempo, considera que “los especialistas de ginecología (tanto en el ámbito de la reproducción como de la obstetricia) deben también conocer el estado actual del tratamiento del cáncer de mama, los posibles efectos de los mismos sobre la fertilidad futura y las posibles consecuencias de un embarazo sobre el pronóstico de un cáncer tratado con anterioridad”.
El Dr. Barrenetxea recuerda que “la quimioterapia coadyuvante administrada en pacientes tras el tratamiento quirúrgico provoca una disfunción ovárica de diferente intensidad en función de la edad de la mujer, del estado de reserva ovárica en el momento del tratamiento, del agente quimioterápico usado y de la dosis total administrada”.
Asegura que, como regla general, el tratamiento quimioterápico del cáncer de mama ejerce un envejecimiento de 10 años de vida al ovario en términos de función reproductiva, pudiendo incluso provocar una esterilidad absoluto en algunos casos. “Desafortunadamente, muchas mujeres no están informadas sobre tales consecuencias en el momento del diagnóstico y propuesta terapéutica de un cáncer de mama”, se lamenta el Dr. Barrenetxea.
El Dr. Barrenetxea explica el proceso científico que ha permitido garantizar la fertilidad de las mujeres que hayan sufrido el cáncer de mama, especialmente los tratamientos oncológicos necesarios para superarlo. “La vitrificación de ovocitos es un proceso de congelación ultrarrápida que permite su conservación sin el daño que provocaba en los mismos la congelación clásica”, asegura el especialista. “Se utiliza en pacientes oncológicas para preservar sus óvulos antes de que el tratamiento de radio o quimioterapia comprometa su reserva, ofreciendo hoy en día garantías fiables”, concluye.
“Hasta la llegada de esta técnica, los resultados eran pobres, pero hoy ya se ofrecen tasas de éxito razonables”, asegura el catedrático. La vitrificación de óvulos permite que las mujeres en un momento de máxima fertilidad, en torno a los 27 ó 28 años, conserven sus óvulos jóvenes si deciden esperar unos años para ser madres. “El hecho de que nos planteemos la preservación de la fertilidad se basa en primer lugar en las altas tasas de curación que tienen muchos tumores hoy día, y en segundo, en la posibilidad técnica de vitrificar ovocitos o embriones”, asegura el especialista.
El experto apunta que la alta tasa de supervivencia de los ovocitos (superior al 90%) permite obtener tasas de embarazo muy próximas a las conseguidas mediante ovocitos frescos, por lo que la ciencia ha logrado superar las dificultades técnicas. Con todo ello, a pesar de que la vitrificación abre puertas hasta ahora cerradas, el Dr. Barrenetxea asegura que no es resolutiva en todos los casos. “Habría que plantearse realizar una selección de pacientes tratadas con cáncer de mama que pudieran no necesitar quimioterapia coadyuvante”, concluye el especialista.
En lo que atañe a la cuestión de la edad tardía, el especialista apunta que ese matiz sobrepasa el ámbito científico, y obedece más al universo de lo ético, al menos hasta los 45 años. “En términos generales, una madre joven tiene más facultades físicas para la crianza que una persona de mayor edad, pero todo obedece a la constitución física y a la preparación psicológica de la mujer”, matiza el jefe del servicio de ginecología, obstetricia y reproducción asistida del Hospital Quirón de Bizkaia.
Teniendo en cuenta la posible influencia del estímulo hormonal sobre el cáncer de mama, existe la lógica preocupación por la posible repercusión que pudiera tener un posible embarazo en un aumento del riesgo de recidiva tumoral. De hecho, la incidencia de embarazos tras un diagnóstico y tratamiento de un cáncer es baja: menos del 10% de mujeres previamente afectas de cáncer de mama se quedan embarazadas. Esta tasa de embarazo representa aproximadamente el 50% de la tasa de mujeres no afectas de la misma edad. “En cualquier caso, no se ha demostrado que un embarazo ulterior a un diagnóstico de cáncer de mama empeore el pronóstico de la mujer” afirma el Profesor Barrenetxea.
Asumida la ausencia de un efecto negativo de un embarazo sobre el curso de la enfermedad, la siguiente cuestión a analizar es cuándo es conveniente tal embarazo. El Dr. Barrenetxea recuerda que “habitualmente se recomienda el embarazo tras 2 años libres de enfermedad en base a que la tasa de recurrencias es más alta en este periodo (13% de riesgo anual el primer y segundo año frente al 4% anual a partir del segundo año)”.
Entiende el experto que es evidente que los especialistas que tratan mujeres con cáncer de mama deben conocer las posibilidades de preservación de fertilidad actualmente existentes. Pero, al mismo tiempo, considera que “los especialistas de ginecología (tanto en el ámbito de la reproducción como de la obstetricia) deben también conocer el estado actual del tratamiento del cáncer de mama, los posibles efectos de los mismos sobre la fertilidad futura y las posibles consecuencias de un embarazo sobre el pronóstico de un cáncer tratado con anterioridad”.
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