El 14 de abril de 1931 se proclama la II República Española, el primer régimen democrático del país desde la breve experiencia de 1873-1874, durante el que la libertad de prensa y el impulso de la educación favorecerá la divulgación científica –y en particular, a nuestros efectos, paleontológica- en nuestros diarios. Sin embargo, esta situación terminará abruptamente tras el fallido golpe de Estado de julio de 1936 y la cruenta Guerra Civil que le siguió, que acabó con una gran parte de los diarios que os hemos ido presentando y que subordinó los esfuerzos de los supervivientes a la propaganda bélica.
Tierra y Libertad
En octubre de 1931 La Revista Blanca tradujo el artículo de R. Thévenin “¿Existen grandes especies de animales por descubrir?” que, si bien trata de especies vivas, incluye una referencia al Mokèle-Mbèmbé. La primera revista de Urales, Tierra y Libertad (1888-1889, Barcelona), tuvo una segunda vida como suplemento de La Revista Blanca en 1902-1904 y luego volvió a editarse como revista autónoma en Barcelona hasta 1939. En 1933, apareció en Almanaque de Tierra y Libertad “Sorprendentes descubrimientos prehistóricos”, que aprovecha para manifestar: “Con estas aportaciones documentales, mal parados quedan los textos sagrados que señalan al mundo una existencia de seis mil años. De esa época cercana a la de diez y cien millones de años que cuentan los fósiles cuya existencia demostramos, hay una considerable diferencia que no tuvieron en cuenta los mixtificadores religiosos”.
Algo (30 de mayo de 1931)
Algo publicó durante la República varios artículos de difusión paleontológica, como “La naturaleza campeona de fecundidad y destrucción” (30 de mayo de 1931), que entre otras cosas habla de la desaparición de los dinosaurios e ilustra con el dibujo de un saurópodo, “Los monstruos antediluvianos” (23 de enero de 1932) –reedición del artículo del “Dr.Kloch” para Mar y Tierra-, “Los grandes saurios” (14 de mayo de 1932) o “Animales prehistóricos” (20 de julio de 1935).
Además de noticias y reportajes de actualidad –en el número de 18 de febrero de 1931 informa de que el sueco Sven Hedin ha descubierto nuevos dinosaurios [1] en China-, Ahora (1930-1935) publicó también historietas de Salvador Bartolozzi o Ricardo García López “K-Hito”, conocido por Macaco, pionero de la animación española y autor en este diario de Pegote, fotógrafo (1931). En la primera viñeta de la serie para el número de 26 de marzo de 1933, bajo el título “La escena del sofá a través de los tiempos” podemos ver a una pareja de tortolitos trogloditas acaramelados y al pie se lee: “¿Qué te gusta más, Isidorus mío, el arroz con megaterio o el diplodocus a la marinera?”.
El 25 de febrero de 1932, Eladio Guzmán publica en Diario de Almería la columna “España en la era secundaria”, donde cuenta que el plesiosauro tenía el “cuerpo redondo y abotijado”, el tuceratot (sic) era como “diez bueyes juntos con una cabeza alargada provista de una enorme cornamenta de tres apéndices; tenía uñas aceradas y cola de dragón” y “El terodáctilo (sic) era otro animal fantástico de esta época que nadaba y volaba”.
El 21 de julio de 1933, José Rial nos habla en portada de La Prensa de la “Tarasca de barlovento”, un monstruo mitológico isleño draconiano cuya leyenda pueda deberse a que “Tal vez persistía algunos de esos saurios del terciario –el plesiosauro, el ptodáctilo (sic), el monstruo ictiosauro, el iguanodón...” El 22 de diciembre de 1934, José Rial nos habla en La Prensa de “El faro de Anaga”, cuyos “roques” recuerdan “la imagen terrorífica de los monstruos antediluvianos. Tal vez Teseo tuvo que vencer a un iguanodón. Tal vez la maza de Heracles quebró la concha de un plesiosaurio...”
Anaga
Publicado en Oviedo, Región: Diario de la mañana dio cuenta el 2 de septiembre de 1933 de “El hallazgo de esqueletos de reptiles antediluvianos” en la mina “Nalona” de Sama de Langreo. Según se comenta, se trataría de un ictiosaurio... ¡del Carbonífero! y dirigía los trabajos de extracción el ingeniero –no paleontólogo- Ignacio Patac [2]. El 5 de diciembre de 1933, el diario informa que “John Barrymore posee el único huevo de dinosaurio que existe fuera de los museos”; el 21 de enero de 1934 lo reeditó Diario de Córdoba y el 23 de marzo La Libertad explicó que se trataría de una cortesía de Roy Chapman Andrews. De manera que el expolio de los coleccionistas particulares a la ciencia (uno de cuyos últimos ecos nos ha llegado también desde Hollywood, al decidir Nicolas Cage devolver un cráneo de dinosaurio que había comprado en una subasta) viene de antiguo.
El 23 de junio de 1934, Galindo dibujó en Estampa un chiste gráfico titulado "En el Museo de Historia Natural", con el siguiente pie: "El Director.- ¿Han montado ustedes el esqueleto del caballo cuyos huesos les di anteayer? El Empleado.- ¡Arrea! ¡Si nos ha salido un diplodocus!"
En la primera entrega de esta serie ya te presentamos al Heraldo de Madrid. Publicado por la Sociedad Editora Universal (a.k.a. "El Trust", también responsable de El Liberal), fue uno de los diarios de mayor circulación en España durante la República, en la que se posicionó claramente a la izquierda. El 38 de agosto de 1934, Heraldo de Madrid reprodujo este chiste gráfico del New Yorker, con el siguiente pie: "El mozo de la limpieza (desde dentro del brontosauro): - Oiga, compañero, ¿Por qué lado está la salida?"
El chiste dinosauriano que La Voz tomó “prestado” del romano Il Travaso (como vimos en la anterior entrada) fue publicado también en el número del 18 de junio de 1935 de La Libertad (1919-1939, Madrid), fundado por un grupo de huelguistas de El Liberal, que difundió el movimiento obrero y se opuso a la dictadura primoriverista, convirtiéndose en el diario más difundido de Madrid (y que el 5 de mayo de 1920 da cuenta del Deinodon –nomen dubium de un tiranosáurido- de hace 60 millones de años –sorprende la aproximación en esta época- adquirido por el Museo Americano de Historia Natural. Colaboraron en él Eduardo Ortega y Gasset, Ángel Guerra, Indalecio Prieto, Ramón J. Sender, Azorín o Antonio Machado.
Deinodón, son tus huellas el camino y nada más...
El 13 de diciembre de 1923, el diario informa que “una misión encargada de practicar estudios hidrográficos ha descubierto en la costa de Darwin los restos fósiles de un magnífico ictiosauro” (al día siguiente, la noticia se reeditó en La Correspondencia de España). El 19 de febrero de 1927, La Libertad informa que Ángel Cabrera ha hallado el esqueleto casi completo de un enorme saurópodo de 120 pies (36 metros) en el Chubut; esta noticia fue reeditada al día siguiente por La Atalaya, El Debate o El Pueblo Cántabro. El 20 de noviembre de 1928, Enrique Feijoo y Rubio publicó en La Libertad “El eslabón perdido”, donde para hablar del hombre de Neanderthal da un repaso a toda la fauna pretérita que conoce, dinosaurios incluidos. El 11 de enero de 1930, Enrique Gastardi publicó “Cómo mueren los mundos”, donde hace un repaso somero de la historia de la vida, mencionando a algunos saurios mesozoicos.
José Royo Gómez en el Museo de Ciencias Naturales
Pero el artículo que más nos ha llamado la atención de La Libertad es la reseña de la sección “Notas médicas” de 15 de febrero de 1933 sobre la conferencia que en la Sociedad Española de Farmacia dio el paleontólogo José Royo Gómez sobre la “Geología, flora y fauna de los tiempos secundario y terciario”, en la que habló de tres paisajes patrios característicos –incluyendo la Ciudad Encantada de Cuenca- y “Describe igualmente las faunas, deteniéndose en los grandes reptiles o dinosaurios del secundario, verdaderos monstruos, de los cuales ha encontrado ya en España restos de todos los grupos principales.” También El Sol de la misma fecha se hizo eco de la conferencia, como vimos, pero no menciona por ninguna parte a los dinosaurios.
El 2 de enero de 1934, La Libertad nos cuenta que “El monstruo del Lago Ness celebra las Pascuas” en el fondo, por lo que las partidas de caza que se han organizado en su busca no van a localizar al famoso plesiosaurio. El 25 de agosto, Diario de Córdoba comienza su divulgativo “Los monstruos de las primeras épocas terrestres” del siguiente modo: “Antes que reaparezca el monstruo del Loch-Ness –pues los seres inexistentes tienen la vida dura- tal vez sea interesante que volvamos a ver un poco nuestros monstruos conocidos...”
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[1] Se trataría de Peishansaurus, hoy considerado nomen dubium, descubierto por el paleontólogo Anders Birger Bohlin, que formaba parte de la expedición de Hedin. El holotipo se perdió en 2014.[2] Finalmente, adscribió los restos a una nueva especie, Aëtosaurus giganteus. También encontró el fósil de una tortuga, que denominó Dermochelys primordialis. Como puedes leer en este pormenorizado artículo sobre el hallazgo, estos fósiles se han perdido y se duda de la veracidad científica del descubrimiento.