Cuna de los mayores saurópodos del planeta, Argentina ha estado siempre atenta a las novedades paleontológicas internacionales. En la entrada de hoy vamos a dar un pequeño repaso a sus titulares (y contenidos) en la prensa prebélica.
Réplica del Diplodocus carnegiei del Museo de La Plata (enfoque "chibi")
En 1868, se publicó en La Revista de Buenos Aires “Las Cordilleras. Un viaje a través de Los Andes”, del chileno José Victorino Lastarria, en la que se describen los alrededores de Uspallata y un valle jurásico, donde el autor rememora la fauna conocida de la época: “el ichtosauro (sic), lagarto pescado de siete metros de largo, el plesiosaurio, que tenía un cuello de serpiente de sesenta vértebras, como lo muestra su esqueleto; el horroroso pterodáctilo, con cabeza y cuello de pájaro, tronco y cola de mamífero, y patas y alas de vampiro; y esa especie de cocodrilo o lagarto de veinte metros de largo, que llaman los sabios megalosauro y cuyos pies debían parecerse, según Humboldt, a los de los más pesados mamíferos terrestres.”
Fundado por el argentino Héctor Varela, El Americano (1872-1873) fue editado en París con objeto de difundir en Europa la cultura Latinoamericana. El 3 de marzo de 1873, la sección de “Apuntes de viaje” de Santiago Estrada recorrió los Andes, desde cuyas cumbres “El geólogo entonces le hará ver que esos cerros son monumento de sepultura de millares de generaciones enteras de animales cuyas especies y familias han vivido en esos primeros días de la creación...” y así, “hablará del animal llamado plesiosauro, no de menos tamaño ni de organización menos extraña que los anteriores, animal que tenia cabeza de lagarto, dientes de cocodrilo, cuello de cisne, cuerpo como el de cualquier cuadrúpedo y remos de ballena; en fin, mostrará á la imaginación del poeta unos reptiles volantes de aquella época, que tenían alas de murciélago y la boca armada con sesenta grandes dientes”.
En 1886, el poeta y humorista burgalés Eustaquio Pellicer (1859-1937) llegó a Montevideo, donde fundó la revista Caras y Caretas (1890-1897). Trasladado a Buenos Aires, recuperó allí esta cabecera, que le sobrevivió hasta 1939 y será recuperada en los años 50 y 80, habiendo iniciado una nueva etapa en 2005 que ya hasta nuestros días. También fundó la revista de humor gráfico PBT (1904-1918).
"Baño revuelto en los tiempos prehistóricos"
El 22 de febrero de 1902, Caras y Caretas presenta a Edward Tennyson Reed y su libro “Prehistoric” (Prehistoric Peeps, 1893), del que ofrece una viñeta que traduce como “Baño revuelto en los tiempos prehistóricos”, repleta de extraños reptiles antediluvianos. El 12 de octubre de 1907, fusila el artículo publicado dos años antes por la madrileña Alrededor del mundo “Si existieran los animales prehistóricos”. El 27 de junio de 1908, Caras y Caretas informa del diplodocus que Carnegie ha donado al Museo de Ciencias Naturales de París. El 25 de julio de 1908, presenta al Naosaurio –Edaphosaurus-, ilustrándolo tanto en formato fósil como reconstruido.
El 12 de agosto de 1911 da cuenta de la aparición de “Una momia de dinosaurio”, esto es, el trachodón descubierto con la piel fosilizada que también fue primero noticia (el 8 de marzo) en Alrededor del mundo, si bien en este caso el texto es completamente distinto y se ve enriquecido por las ilustrativas fotografías de Caras y Caretas. Partiendo de las mismas tesis que Diario Universal ocho meses antes (como vimos en la tercera entrega de esta serie), el 5 de octubre de 1912 Caras y Caretas se embarca en un artículo de ficción especulativa que dará mucho juego a nuestros creadores: “¿Están habitados los planetas?” Calcula que Venus debe estar en una edad cercana a nuestro Mesozoico, por lo que debe tener fauna similar (diplodocus, pterodáctilos...); este artículo fue reeditado en El Progreso el 7 de febrero de 1919.
El 20 de septiembre de 1913, el diario reproduce esta muestra de humor gráfico del paleoartista Lawson Wood. La Nochevieja de 1915, en “Notas paleontológicas argentinas”, se dedicó a repasar los fósiles locales, como el brontosaurio o el iguanodón que se exponen en el Museo de La Plata.
Caras y Caretas del 31/12/1915
El 18 de marzo, el director del Zoo de Buenos Aires publica una carta que ha recibido un par de meses antes que recoge un testimonio de avistamiento de un plesiosaurio en la Pampa y comunica que va a salir una expedición en su busca... La prensa internacional se hizo eco del evento, y de cómo la expedición se volverá con las mismas unos meses después.
El 21 de noviembre de 1925 presentan al “Autómata gigantesco” de Messmore & Damon (Damson, según la revista). El 30 de octubre de 1926 publicó un artículo sobre “El Diplodocus”. El 6 de noviembre de 1926, “Nanuk” firma otro sobre el iguanodón, con fotografías de Vargas Machuca, que contiene algunas revelaciones interesantes: según el autor, “es un hecho comprobado que las proporciones gigantescas de los seres vivos señalan los últimos ejemplares de su raza” (de manera que el tamaño de los dinosaurios sería precisamente la causa de su perdición), y el iguanodón “pertenece al grupo de los ornistípicos (sic) y puede ser considerado hasta cierto punto como un antecesor de las aves” (en tanto tiene la pelvis similar, las extremidades anteriores reducidas y postura bípeda). El 26 de marzo de 1927 apareció en la revista este chiste gráfico de sabor antediluviano.
Ángel Cabrera en el Chubut
El 28 de julio de 1928, Fernán Félix de Amador dedicó un artículo a “El doctor Ángel Cabrera. Jefe de la Sección Paleontológica del Museo del Plata”, al que retrató en un yacimiento del Chubut junto a un fémur fósil. Conocedores en el diario de la faceta de divulgar de Cabrera en Alrededor del Mundo, le invitaron a participar en Caras y Caretas. El madrileño recogió el guante y ya el 22 de septiembre podemos leer en la revista un artículo de su pluma, “¿Se ha encontrado al animal más grande?”, sobre las increíbles noticias que llegaban desde Asia, que superarían con creces a la ballena azul e incluso a los gigantes de la Patagonia, pues “si el antartosaurio tuviera las proporciones de un diplodoco, mediría unos cuarenta metros de largo” [1]: “al leer los telegramas de la expedición Chapman Andrews, el paleontólogo sonríe y piensa si el telegrafista, en un momento de buen humor, no habrá añadido un cero a esos animales largos de mil pies (¡que son trescientos metros, señores!), y si al hablar de un monstruo con la cabeza de ocho metros de altura, no habrá querido decir que alcanzaba hasta esa altura con la cabeza, lo cual sería muy diferente”.
Comparativa entre la ballena azul, mayor animal actual y Diplodocus (A.Cabrera)
Entre ambos artículos, el 11 de agosto, Caras y Caretas publicó una página de humor gráfico que incluía un par de gags (tomados de la revista norteamericana Life) de ambientación prehistórica, con trogloditas y dinosaurios. El 16 de noviembre de 1929 se publicó un apunte casi telegráfico en la página de curiosidades, indicando que el mayor animal conocido fue el brontosaurio; se reeditó el 22 de marzo de 1930.
Ángel Cabrera volvió a colaborar con la revista. El 15 de mayo de 1929, publicó “Cuando volaban los lagartos”, del que nos ha hecho gracia la ilustración y descripción del “Pterodóntico”, “mitad murciélago, mitad pollo desplumado”. El 25 de mayo de 1929, publicó un interesantísimo artículo sobre “Los dinosaurios argentinos”, en el que explica que los titanosaurios de la Patagonia se parecen más a los dinosaurios de La India que a los encontrados en el hemisferio Norte. Y el que firmó el 22 de febrero de 1930, “África, país de dinosaurios”, incluía esta soberbia ilustración de Brachiosaurus de “el profesor Abel, de Viena”, y otra de una vértebra de espinosaurio, da cuenta del primer fósil de dinosaurio hallado en Marruecos que no data de hace 300.000 años como se ha dicho, sino de unos 130 millones de ellos. El 11 de abril de 1931, publica “Huevos de millones de años”. El artículo del 10 de junio de 1933 del profesor Cabrera para Caras y Caretas se titula “Cerebros por partida doble” y expone las creencias de la época sobre los diferentes centros nerviosos de los saurópodos o el estegosaurio, acompañando dibujos del autor.
El 19 de diciembre de 1931, se publica en la revista “El primer día del hombre”, en donde se habla de las especies que le precedieron y se aventuran las causas de la extinción de los dinosaurios: “Quizá cambió el clima; tal vez su enorme desarrollo no les permitía andar, nadar ni reptar. Murieron de consunción, por no poder moverse, después de agotar todo cuanto les rodeaba”.
Nessie (Caras y Caretas, 3 de marzo de 1934)
Los números de 2 de diciembre de 1933 y 3 de marzo de 1934 nos ponen al día de la última noticia criptozoológica: la prensa británica ha alertado del avistamiento de un animal que podría ser otro (o un brontosaurio, según el medio) en el escocés lago Ness. El 2 de noviembre de 1935, el diario recuerda esta y muchas otras leyendas en el artículo “Monstruos y serpientes de mar fantásticos”. El 31 de marzo de 1934 se publica en la revista “Una colección de dinosaurios en peligro”, que explica que la pirita incrustada en los fósiles de los Iguanodon bernissartis del Museo Real de Historia Natural de Bruselas se oxida, resquebrajando los huesos, por lo que necesitan un tratamiento especial con disoluciones de gelatina para luego ser cubiertos con una sustancia protectora y resguardados tras mamparas de cristal.
Saneando los huesos de Iguanodon bernissartis
El 25 de enero de 1936, Caras y caretas incluye una breve reseña sobre animales del Mesozoico en media columna titulada “Bichitos”. El 29 de septiembre incluyó un artículo a doble página sobre “Los dinosaurios”. El 26 de diciembre incluyó un chiste gráfico de Le Rire en el que un troglodita que acaba de cazar un saurópodo se queja de que “Ahora mi mujer me hará comer carne de brontosaurio lo menos durante un año”. El 30 de julio de 1938, en la sección “A lo mejor Ud. no sabe que..” se decía que “Con un trabajo que ha durado nada menos que seis años, dos técnicos del Museo Nacional de Historia Natural de Nueva York han conseguido armar el esqueleto de un dinosaurio, compuesto de veinte mil piezas”.
Caras y Caretas (26 de diciembre de 1936)
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[1] Si bien, a renglón seguido, Cabrera añade que, según Friedrich von Huene, Antarctosaurus tendría cuello y cola bastante cortos, por lo que sería más corto que Diplodocus, que mantendría el título de animal extinto más grande.