Después de más de dos meses de largo verano, descanso, juegos, horarios de locura y rutinas olvidadas ha llegado el día. Hoy muchos hemos empezado el colegio... o hemos vuelto a las clases. Para los que comienzan la aventura hoy es un día difícil, donde se agolpan muchas emociones, nervios, lloros... Será una semana complicada donde las mamis tenemos que hacer gala de nuestro buen hacer, lucir la mejor de nuestras sonrisas y dar apoyo a los churumbeles en ese momento de cambio en sus pequeñas vidas.
Las que somos expertas ya en estos menesteres vamos más relajadas, y casi deseosas de soltarlos en el cole por aquello del descanso mental. Ha habido partes del verano que han sido duras, aunque confieso que a medida que se acercaba el día se me iba poniendo un nudito en el estómago.... Porque a pesar de estar deseando llevarle al cole, el poder estar con él, compartir las mañanas, pasar todo el tiempo juntos es algo que me gusta. Y a estas horas, la realidad es que le echo de menos, y noto ese vacío del que muchas otras mamás hablan.
Rayo es un niño sensible y tremendamente emotivo y yo sabía que esta mañana sería difícil. El sábado tuvimos el cumpleaños de una de sus amigas de la pandilla. Se ha convertido ya en un clásico, es el reencuentro antes de comenzar las clases. Fue muy emocionante, abrazos, besos, juegos, risas. Se quieren, se entienden y da gusto verles juntos. Al llegar a casa me dijo que si al día siguiente ya era el día de ir al cole. Así de emocionado llegó. Y anoche se fue a la cama prontísimo, asumiendo que el verano había acabado y sus rutinas regresaban. ¡Increíble!
Pero al llegar al colegio no ha podido evitar ese puntito de miedo escénico y ha roto a llorar. ¿Qué hacemos en estos casos? Es muy habitual por parte de padres, madres, abuelos ridiculizar a los niños, llamarles bebés, compararles con amigos/compañeros que sonríen y no lloran. No debemos olvidar que cada niño canaliza sus emociones como puede o quiere. El llanto es visto como algo nocivo cuando en realidad es su vía de escape, su manera de comunicar una emoción.
En el caso de mi hijo llorar hoy ha sido el punto culminante de un amasijo de emociones: alegría por reencontrarse con los amigos, deseo de ver a su profesora, nervios por las cosas nuevas que vendrán, miedo por separarse de nuevo de mi..... Y todo ello ha dado lugar a un llanto sosegado, ya en la fila para entrar al aula.
No, no debemos ridiculizarles, ignorarles o enfadarnos. Debemos acompañarles, abrazarles y explicarles que les entendemos. ¿Tú como adulto no te has puesto nervioso un primer día de trabajo, en una entrevista o en cualquier situación importante en tu vida? El colegio es de lo más importante que sucede en la vida de nuestros hijos, los cambios, la novedad, el reencuentro, la separación de los padres. Todo ello lo convierte en un acontecimiento inigualable. Y lloran.... lloran porque ellos aún no sienten vergüenza por mostrar sus emociones, lloran porque es su manera de dejar salir ese nudo que se les formó en la garganta.
Y después de ese llanto de desahogo se ha agarrado de su compañera de delante y se ha despedido de mi con un beso y un "te quiero mamá". Y ya está.... su llanto fue una liberación. Ha subido tranquilo y sabiendo donde debía dirigirse.
En estos días vuestros hijos necesitan de toda vuestra comprensión y apoyo. Algunos necesitarán más besos, abrazos y mimos que otros. Necesitan seguridad y saber que mamá y papá están ahí. El paso de los días unido a vuestros cálidos mimos les harán entender que esta nueva etapa que emprenden es fantástica, y que está llena de retos y cosas maravillosas.