50 días después de volver y casi un año desde que comencé la aventura, llega el momento de hacer balance y hablar de esa palabra tan de moda desde que regresé: la adaptación.
Tenía la impresión de que la vida no habría cambiado demasiado en todo este tiempo y estos días sólo me están confirmando mis sospechas. Más allá de algunas buenas nuevas, casi todo sigue igual, en el mismo sitio que lo dejé, quizás ahora sea el momento de ver si realmente he cambiado yo, de momento ya noto que los tiempos son otros, lo mido todo de otra manera.
Es bonito sentir cómo eres el especial en estos tiempos de normalidad.
Y continuamente me vienen flashes del viaje, momentos, recuerdos, sensaciones e imagino que esta sensación irá creciendo conforme se vayan cumpliendo fechas señaladas del viaje, de momento hace un año estaba en Colombia y empezaba a sentirme como en casa a miles de kilómetros de casa.
En Bogotá con AntonioUno de los cambios más curiosos que he sentido en estos días es la diferencia de escribir en ruta, sobre una pequeña pantalla de 7 pulgadas, a hacerlo con tranquilidad en la pantalla del ordenador en casa. De hecho, la nostalgia me ha invadido y este artículo lo estoy escribiendo en un tren camino de Málaga, desde el diminuto teclado de mi tablet. Nunca una cosa tan pequeña fue tan grande. Uno de los pequeños milagros del viaje y una de las mejores decisiones que tomé.
Otra de las curiosidades es la capacidad de adaptación a cualquier entorno, momento o circunstancia con facilidad. De hecho, tengo varias cajas en casa que todavía no he abierto, es más, no creo que lo haga en mucho tiempo. La sencillez del viaje te hace vivir con mucho menos.
En Kuala LumpurEs la importancia de las pequeñas cosas. No las echaba de menos en ruta, casi menos estando de vuelta a casa.
Hay que decir que la adaptación está siendo muy sencilla por varios motivos que ahora destacaré, pero las personas que me rodean han sido el engranaje perfecto para que todo vuelva a funcionar con aparente normalidad.
Para empezar, una fiesta sorpresa que superó a todas las despedidas que había tenido y eso que habían puesto el listón muy alto; sin embargo, esta vez fue más, algo preparado con mucho cariño y por muchas personas desde Enero sólo estaba abocado al éxito. Jamás olvidaré el sábado 23 de Mayo de 2015 donde más de 50 personas se reunieron para darme la mayor sorpresa de mi vida y hubo muchos que no estuvieron en persona, pero lo estuvieron en mi corazón (o en vídeo). ¡Gracias a tod@s!
Collage de la fiesta sorpresa en MálagaOtro momento fantástico fue la oportunidad que me dieron en mi colegio en Málaga, donde pasé más de 15 años aprendiendo y formándome, para dar una charla sobre mi viaje a un grupo de 90 chavales de 15 años. Fueron casi 2 horas de recuerdos, de contar mi historia, de responder preguntas, de enseñar fotos, fueron minutos, pero parecieron segundos y me demostraron que si bonito es vivir el viaje, casi más es recordarlo y compartirlo. Gracias a Javi Risoto y al colegio Maristas por la oportunidad. Humildad, sencillez y modestia, los valores que me enseñaron hace ya muchos años, aplicados a un viaje de larga distancia.
Presentación en MaristasLuego, he tenido la oportunidad de reencontrarme con personas que hacía mucho tiempo que no veía, más de un año, en algunos casos, incluso varios.
La grandeza de un viaje se mide por la conexión a las personas, tanto las que formaban parte de tu vida, como las que ahora lo hacen.
He tenido momentos especiales hablando con personas a miles de kilómetros que luego hemos recordado a apenas metros de distancia. Es difícil describir la pasión con la que mis amigos me llaman para quedar y que les cuente el viaje o al menos parte de él. Les debo mucho y estoy tratando de organizarme y sacar todo el tiempo posible para verlos y disfrutar de momentos juntos.
Algunos lo llaman suerte, pero seguramente no sea sólo eso, sino que sea la combinación de muchos otros factores: planificación, confianza o seguridad. Trabajo previo que lo llamamos en baloncesto. Me refiero a la vuelta al mercado laboral, que ya es una realidad. Algunos pensaban que no volvería a sentarme detrás de un escritorio con un ordenador, ni a pisar una sala de reuniones, pero sinceramente no sé de dónde sacaron la idea, no creo que lo haya dicho en ningún momento, ni antes, durante ni después del viaje. Si además tienes la suerte de volver al lugar donde te fuiste y donde te trataron de maravilla en tus plazos previstos, digamos que es una vuelta soñada.
Tengo claro que las cosas se consiguen con esfuerzo y volver al trabajo, era uno de los pasos fundamentales para entender ese término llamado adaptación. Para entender cómo me siento y para poder tomar nuevas decisiones, pero con esa tranquilidad y sin la presión de tener que buscar una idea brillante con los días avanzando y tu cuenta disminuyendo…
Y he seguido escribiendo, organizando fotos, haciendo algún vídeo, reorganizando la web, teniendo esos momentos de nostalgia por sentir que quizás no volveré a sentir esa libertad del viaje en mucho tiempo, pero no me produce tristeza, me produce inquietud, porque sé que pronto volveré a poner en marcha algo grande relacionado con los viajes, con mi vida, con mi forma de ver el futuro, pero siempre intentando vivir al máximo el presente.
Me he tomado la licencia de escribir este artículo más personal, más alejado de los viajes, porque considero interesante resaltar que detrás de viajes de larga duración, como una vuelta al mundo, y de un humilde blog de viajes, hay personas normales, que tan sólo a base de esfuerzo, trabajo y dedicación han conseguido cumplir su sueño. Nadie me ha regalado nada y volver al trabajo es normalizar la vuelta, para hacerme ver que la vida sigue, pero que somos las personas las que decidiremos si queremos cambiarla o seguir siendo conformistas.
Hablar de cuánto he cambiado tras el viaje, no será tarea mía, sino de alguien que se le ocurra contarlo…
¡Besos & Abrazos para tod@s!