Abordamos el cuarto episodio de nuestro serial sobre conceptos web. Concretamente, retomamos el tema de la reputación on line. En la anterior entrada, nos circunscribimos a la reputación de las empresas y no dijimos ni ripio sobre los quebraderos que una mala fama en la red puede ocasionar a los trabajadores. Desde luego, una foto desafortunada o un comentario pueden desterrarnos de la lista de candidatos a un empleo o quizás que nos usen como pienso para alimentar a la bestia del paro.
Pero eso ocurría en 2008, y lo que entonces parecía una anécdota de Ciencia Ficción, ahora es pura realidad. De hecho, el 76% de los responsables de recursos humanos usa Facebook, el 53%, Twitter y el 48%, LinkedIn. Y sí, recurren más a la red de Zuckerberg porque quieren cazar indiscreciones, deslices y meteduras de pata, no lo que tú voluntariamente incluyes en tu perfil para mejorar tu sexappeal profesional.
Nosotros mismos, lo reconocemos, hemos husmeado la red buscando saber más sobre nuestros candidatos. Quien esté libre de culpa, que lance la primera piedra. Vivimos en la era del Gran Hermano 2.0. y las “telepantallas” de Winston Smith son ahora simpáticas redes sociales donde el ingenuo ciudadano vierte toda su intimidad voluntariamente. y sin reparar en repercusiones.
De modo que, visto el percal, empieza por buscar tu rastro en la red para comprobar si has deslizado barbaridades por Internet capaces de noquearte en cualquier pretensión de empleo. Así que en tus escarceos sociales no cometas ninguno de estos pecados:
-Escribe tu nombre con comillas al principio y al final en el buscador.
-Cuando el daño ya está hecho, elimina lo que te perjudique y ten la paciencia de aguardar unos meses para que el buscador olvide tus más viles hazañas.
-Una vez con el historial impoluto, deberás convertirte en el community manager de ti mismo y velar por que no vuelvas a criar una mala fama.
Desde luego, las redes sociales e internet, además de encarnar una telepantalla simpaticona a la que gustosos cedemos todos nuestros pensamientos y opiniones, pueden también ayudarte en tu tarea de seducir al empleador de turno. Pero, como bien decía Michael Ende en “La historia interminable”, esa es otra historia y deberá ser contada en otra ocasión.