de Ross Macdonald.
Título: La WycherlyAutor: Ross MacdonaldEditorial: Navona, 2015 (1961)Páginas: 368.
Resumen oficial.
Lew Archer está lejos de su casa y con bastantes probabilidades de que lo incriminen en un homicidio. Un hombre del sur de California llamado Wycherly lo ha contratado para que encuentre a su hija. Cuando llega a San Francisco, el rastro de la muchacha de ojos oscuros lleva a Lew directamente hasta su madre, la rubia y alcohólica ex-esposa de Wycherly. Entonces empiezan a producirse muertes, y antes de que pueda encontrar el sentido de algo de lo que ocurre, tanto la madre como la hija desaparecen.
En medio de un laberinto de niebla y asesinatos, pasiones equivocadas y extorsiones, Lew tiene que encontrar tanto a la mujer Wycherly que está muerta como a la que todavía sigue con vida...
Impresión personal.
La Wycherly en la novela número nueve protagonizada por el detective Lew Archer creado por Ross Macdonald, seudónimo de Kenneth Millar. No había leído nada del autor y lo cierto es que me ha sorprendido gratamente tanto el personaje principal, como la trama y la manera de escribir tan directa en que está escrita esta novela.
En la novela llama la atención su protagonista, un detective del que no se cuenta nada. No se nos dice en ningún momento nada de sus situación familiar, de dónde viene, qué le ha podido pasar en el pasado, algún hecho de su vida anterior salvo que fue policía, qué piensa. Nada de nada y, sin embargo, a medida que vas investigando paso a paso con él con una lógica aplastante y sin dejar ningún cabo suelto, vas compenetrándote con él. Es su manera de actuar y sus diálogos parcos y tajantes los que te van indicando que Lew Archer es un buen tipo que no se deja impresionar ni por el dinero, ni por el aspecto ni mucho menos por la posición social de las personas que están afectadas en su investigación. Es además meticuloso. No deja atrás a ninguno de los personajes que han tenido contacto con alguien relacionado con el caso que lleva: el taxista, el camarero, el portero del hotel, la casera,... Todos ellos son relevantes para desentrañar una trama que es una verdadera maraña en la que el mismo está perdido y no duda en reconocerlo en varias ocasiones a lo largo de la novela. No se saca nada de la manga sino que la investigación sigue un curso lógico y continuo donde va encontrando hilos de los que seguir tirando hasta encontrar los hechos reales que han ocurrido sin dejar nada al azar o la suerte. Si tuviera que buscar un detective, no lo dudaría. Nadie más meticuloso y serio que Lew Archer, un verdadero profesional.
Esta forma de investigar del protagonista, ese paso a paso, no constituye un problema para que la trama de la novela te intrigue y te sorprenda. El primer sorprendido muchas veces es el propio detective que además, en muchas ocasiones, ha de enfrentarse incluso a quien le contrata para investigar. Porque Archer no investiga en los bajos fondos. No, Archer escarba en las vidas de la gente pudiente, de la gente con dinero que no quiere que las verdades y sus miserias familiares salgan a la luz. No quieren escándalos ni que la policía sepa o investigue para que todo quede "en casa". Los trapos sucios intentan lavarse en la intimidad de las familias y en estas familias hay muchos trapos sucios y los delitos se cometen con total impunidad precisamente por la cobertura social que estas personas adineradas tienen. En este caso, el detective es contratado por un millonario que ha estado dos meses de crucero solo después de divorciarse y encuentra que su hija ha desaparecido desde el mismo día en que él embarcó en el crucero. La investigación desde ese fatídico día en que por última vez fue vista Phoebe Wycherly, le lleva a investigar a la madre de la chica, que también acaba desapareciendo. Una investigación muy compleja, con multitud de intervinientes, multitud de posibles líneas de investigación, personajes implicados y unas motivaciones que hasta el final no se desgranan y se aclaran.
El resto de personajes principales están muy bien definidos a lo largo de la novela y muchos de ellos, al realizar su papel, te despistan tanto como al propio Archer. Parece lo que no son muchos de ellos y otros son realmente lo que en un principio te parecen. Saber quien es quien es el problema. Los ricos y pudientes esconden mucho más de lo que cuentan que los personajes auxiliares de más bajo estatus social. De hecho, hay más maldad en ellos de lo que encontramos en las clases bajas de la novela.
La novela se lee muy rápido porque el autor juega con frases cortas y contundentes. Unos diálogos cortos pero muy claros. Nadie se enrolla pero todos dicen muchas cosas y eso hace que la investigación avance si pausa sin que nada sobre, ni siquiera las descripciones de las casas, hoteles, negocios, ... No se nos cuenta nada que no debamos saber y lo que se nos dice se hace de manera muy fotográfica de modo que rápidamente te sitúas en el mismo lugar que el detective antes de entrevistar a quien toque.
En conclusión, me ha gustado mucho el estreno que he tenido tanto con el autor como con el detective Lew Archer así que después de leer esta novena entrega, escrita en 1961, comenzaré con la serie. Como os podréis imaginar la novela se puede leer por libre porque es autoconclusiva y tiene una final redondo pero yo me animaré a leer más casos de Archer porque me ha gustado tanto el personaje como la forma de investigar que tiene.