La Yenka europea

“Izquierda, izquierda.
Derecha, derecha.
Delante, detrás…

un, dos, tres”

¿La recuerdas? Temazo del año 1965 de Johnny y Charley, versionado y reversionado después.

Ayer volvió a resonar en mi cabeza mientras analizaba los resultados electorales de los comicios europeos del pasado domingo 25 de mayo.

Tanta sigla, tanto partido, tanto eurodiputado de no sé que país, formación, origen e ideología.

¿Y éste, de qué lado está?… “¿Izquierda, izquierda? ¿Derecha, derecha? ¿Delante, detrás?… ¡más de un, dos, tres y así hasta contar diez!”

La gente habló. Y lo hizo alto y claro.

Ni pa´ti, ni pa´mí, sino todo lo contrario.

Muchos se expresaron en las urnas sin contrastar muy bien que ideología apoyaba con su papeleta. Sin estudiar que pretensiones tienen unos u otros. Sin reflexionar sobre la viabilidad de la ejecución de las propuestas y mucho menos medir sus consecuencias y posibles daños colaterales.

Pero lo cierto e indudable es que la gente habló, porque tenía algo que decir. Porque quería ser escuchada.

Desde Gran Bretaña y Catalunya, Italia y Dinamarca, Canarias y Hungría, Francia y Madrid, País Vasco y Eslovaquia. Bueno, en realidad, este último país, con una participación que próxima al 10%, más que hablar se calló, que también es otra forma muy clara de expresarse en unos comicios electorales.

Un mensaje europeo común: “o nos escuchas de una vez o estás condenado a desaparecer”.

La gente habló este domingo y yo bailé ayer la Yenka Europea, intentando colocar a cada uno en su lugar: europeístas o euroescépticos; de centro, izquierda o derecha; extremados o extremistas de la extrema, extremante y extremada que se halla más allá de Extremadura… Obvio, ¡me chiflé! Se me cruzaron los cables y se me cruzaron los pies. El izquierdo con el derecho, el derecho con el izquierdo, y, al final, me caí en el centro y renuncié a entender.

Nuevos tiempos, nuevas ideas, nuevas exigencias y obligada renovación.

Europa: cambiar o morir.