El pasado viernes, y organizado por Europa Laica en Aragón y el Derecho Humano, tuvo lugar un acto en Zaragoza en el que el profesor Henry Peña Ruiz dictó una conferencia sobre el tema lacismo y república. La base del discurso era la demostración de que la ausencia de laicismo es un atentado contra la libertad y la igualdad y basó la defensa de su argumento en un triple análisis: de la Historia, la Filosofía y el Derecho.En la síntesis del análisis histórico hizo abundantes referencias a Francia, a los tiempos en los que hubo una monarquía “de derecho divino”, a las 8 guerras de religión que sufrieron. Recordó la terrible noche de San Bartolomé en París, donde fueron asesinadas 3.000 personas por el hecho de ser protestantes. Afirmó que la religión, como hecho individual que debe ser, no molesta, pero sí lo hace cuando se convierte en un elemento de dominación y en una privación para las personas de su libertad de elección ser o no religiosos y, en el caso de serlo, de pertenecer a una u otra religión.La libertad de creencia o no creencia, es decir, el hecho de ser ateo, religioso o laico, no debe ser nunca objeto de estigmatización. Que ha sido así y que todavía hoy en muchos lugares se está muy lejos de esa libertad, lo demuestra la Historia.En filosofía, planteó que ya desde Sócrates se afirma que la conciencia humana ha de ser libre. La libertad pertenece a la esencia de la humanidad y por tanto no tiene que ser reconocida por nadie. Es inmanente al ser humano como se atestigua en la Declaración Universal de los Derechos Humanos cuando se afirma que: los seres humanos nacen libres e iguales. Las Constituciones pueden poner de relieve estos valores, pero no los conceden. La justicia debe defender esa igualdad de derechos, único camino para que lo común prevalezca sobre la diferencia.Hizo referencia a que la libertad de ser o no religioso y en su caso de pertenecer a una religión determinada, no debe implicar más derechos de unos sobre otros. Para preservar esta igualdad, el Estado no debe financiar ni a los grupos religiosos ni a los ateos o agnósticos como grupo social con esas señas de identidad. En los innumerables casos que se han dado y existen hoy de lo contrario, se sustituye la justicia por la caridad.La filosofía nos conduce a condenar lo que se da en la actualidad, que es confundir el saber con el creer cuestión que se resolvería mediante una república social y laica.En su análisis del Derecho, inició recordando al político Jean Jaurès que quería una república laica y social. Recordó asimismo el intento de la 2ª República española frustrado por el fascismo.El laicismo, dijo, pone de manifiesto lo universal, no lo particular, apuesta por la autonomía de juicio fundamentada en la cultura y pretende el bien de todas las personas. La república también pretende el bien del pueblo. El laicismo apuesta por una escuela en la que prevalezca la autonomía de juicio, por personas libres con conocimientos para poder ser analíticas, críticas y autónomas en sus decisiones. El ámbito de las creencias está fuera de ella, es un ámbito privado.El pensar, resaltó, es el bien de ateos, creyentes y agnósticos y sus ideas no impiden el bien común de la libertad. Es el privilegio de unos u otros lo que provoca la desigualdad y la falta de libertad.Rechazo de los prejuicios contra el laicismo.
- La humanidad es un fin no un medio, idea de Kant que da origen a la moral que se fundamenta en el respeto.
- En la religión, así como en el ateismo o el agnosticismo se puede fundamentar la moral. No es exclusiva de unos u otros. La moral es independiente de la religión, aunque pueda fundamentarse en ella.
- Víctor Hugo dijo literalmente “quiero al estado en su casa y a la iglesia en la suya”, lo que en versión libre podría traducirse por “quiero el estado a lo suyo y a la iglesia a lo suyo”. Esta afirmación no es hostilidad, sino legítima distinción.