Unas sesiones espontáneas que reflejan a una jovencita sonriente, de pelo castaño, ligeramente nerviosa y con miedo de mirar directamente a la cámara nos muestran los comienzos de la que un día se convertiría en una de las vampiresas más irresistibles de Hollywood, con una vida personal solo superada en intensidad ( y despliegue de maridos) por Elizabeth Taylor o la sinpar Zsa Zsa Gabor.
Estos fueron los comienzos de Lana Turner, cuando la Metro Goldwyn Mayer todavía no tenía muy claro que hacer con ella y como enfocar sus papeles y su carrera a finales de los años 30.