Lanús sueña junto al Mellizo Guillermo

Lanús disfruta horas felices. Luego del título obtenido en 2007, el club del Sur buscó repetir su máxima gesta futbolística en reiteradas ocasiones, aunque la mala suerte o la impericia propia impidieron otra coronación. Para este semestre ha decidido buscar un técnico que no haya tenido relación anterior con la entidad pero con una fuerte convicción ganadora y de buen fútbol. A pesar de ser novato como líder de un banco de suplentes, Guillermo Barros Schelotto ha cautivado a muchos hinchas gracias al funcionamiento colectivo y a auspiciosos resultados, que lo han catapultado a la cima del certamen.

Con un palmarés amplísimo en el ámbito doméstico, el Mellizo arribó a Arias y Guidi con el objetivo de reconstruir el plantel y realizar una campaña digna que haga olvidar los pálidos papeles de Gabriel Schurrer, entrenador de Argentinos. Desde su primer día en la institución, el ídolo de Boca y Gimnasia y Esgrima La Plata ha expresado su postura de conformar un once que tenga el máximo respeto por la pelota, el tesoro más preciado de este juego.

Ante Belgrano, el Granate disputó una finalísima anticipada para alcanzar la cima del torneo Inicial 2012. El equipo, comandado por los excelsos Guido Pizarro y Mario Regueiro, no plasmó el estilo atractivo y ofensivo que evidenció en choques anteriores, pero sí otorgó pruebas cabales de una enorme actitud. En medio de un contexto tenso y electrizante, el conjunto cordobés tomó la iniciativa aunque jamás contó con ideas y argumentos sólidos para vencer. Por ello, el gol convertido cuando corrían sólo 30 segundos representó una inyección anímica vital para el visitante.

Lanús estuvo lejos de brillar. No pudo monopolizar el balón (su mejor virtud) y encontró en Agustín Marchesín y en la línea defensiva su arma fundamental. Además, el plantel demostró haber adoptado la filosofía ultra ganadora de los Barros Schelotto. “Hay que ser protagonistas en cada encuentro, salir a ganar y estar convencidos de ello”, suele repetir Guillermo frente a cada micrófono que lo enfrenta.

Por primera vez en su historia en la máxima categoría, la escuadra sureña enarboló una serie positiva de siete triunfos consecutivos -hasta la fecha, la máxima correspondía a la legendaria formación granate de 1967, apodada como Los Albañiles, con seis alegrías- y sueña con su segundo título local. Más allá de que finalmente la corona pueda recaer sobre otro escudo, los hermanos Barros Schelotto serán recordados por un debut muy auspicioso. Con el buen juego y hambre de gloria como estandartes.