Revista Bares y Restaurantes

Lar: donde veas reuniones de trajeados, siéntate sin preguntar

Por Theblackcity @Theblackcity
En mi familia somos muy de celebrar todo, irnos a comer o cenar, y pasar un rato juntos. Así que hace algunos viernes, mis padres y yo, decidimos celebrar que era el no cumpleaños de los tres, y qué mejor ocasión para semejante acontecimiento que irnos a comer a Lar en Bilbao.
Y fuimos a Lar por mi madre: sí, mi madre, a la que dentro de poco le tendré que pasar el testigo del blog, ¡conoce los mejores sitios de Bilbao! Allí que nos presentamos los tres, en ese ¿restaurante? ¿tasca? ¿bar? no sé cómo definirlo, un lugar en el que viajas en el tiempo gracias a las fotografías de las paredes, las mesas y sillas de madera maciza, y es barra que ha visto pasar infinidades de historias.
Yo ni me había sentado, cuando viene un camarero, y nos pregunta:
-"¿Vais a comer carne o pescado?"
Pues hombre, ni me he quitado el abrigo, así que estoy yo como para pensar en el segundo plato. La cara de poker de los tres debió ser muy evidente, porque tras una risa, nos comenta:
-"A ver, decidme si vais a comer carne o pescado, y en función de eso, os preparo dos entrantes para compartir, y elijo el vino, ¿os parece bien?"-"Uy, estupendo, así no tenemos que elegir, que es lo que más nos cuesta! Pediremos pescado"- mi madre anduvo rápida.-"Hoy hay rape, y tenemos un rodaballo como para tres"-"El rodaballo!"
Mientras intentábamos procesar esta escena surrealista, y él traía el vino (blanco) que habíamos pedido, comezamos a entender que Lar no es un local al uso. Primero probamos un Moscato, que nos resultó demasiado dulzón para la comida, así que nos trajo un Petit Chablis de 2011, que nos encantó a los tres. Y con esto, llegaron los entrantes: primero, unas almejas abiertas a la plancha, sin ajo, ni aceite ni tonterias, con el golpe justo de calor para que se abrieran. Una maravilla oigan, arrancaba muy bien la comida. Tras las almejas, unos corazones de alcachofa (#welovealcachofas) con un ligero rebozado, jamón y una crema que hicieron que el listón fuera subiendo a la velocidad de la luz. Entre plato y plato el camarero que nos atendía solia acercarse para comprobar que todo estaba bien. Sin duda, la atención iba de la mano con los platos. 
El local iba vaciándose y llenándose a la misma velocidad, señores encorbatados y con trajes que no eran de Zara, señoras bien, y caballeros bilbaínos de los de siempre que se saludaban de usted. Desde luego, Lar no era una "tasca" cualquiera, y toda esta gente no venía aquí de casualidad.
Pasados los minutos justos del disfrute del último corazón de alcachofa, a pareció de nuevo nuestro camarero con un plato enorme en el cual habia un señor rodaballo, que él decía que era para tres, pero ahi podían comer cuatro personas, y hasta cinco si se hubiera servido un entrante más. ¡Pedazo de bicho!
-"Madre mía, viendo este animal, está claro que no es de pscifactoría!"-mi padre alucinó con el tamaño del rodaballo.-"Aquí cuidamos mucho la materia prima, tengo una persona de confianza que se encarga de traerme el mejor pescado y marisco. Y si no es el mejor, no me lo trae, porque sabe que hay unos niveles que mantener. Es más, siempre pido el pescado sin limpiar, quiero verle las tripas, y en función del color de las tripas sé si mi engañan o no."- menuda lección de pescadería más útil.
Comenzó a repartir el bichito entre los tres, y una vez servido, nos trajo un pequeño cuenco con un sofrito de aceite, ajo, perejil y guindilla.
-"Os recomiendo que primero probéis el pescado, y luego si queréis, le ponéis el refrito, aunque es una pena"
Evidentemente, los tres, muy obedientes, probamos el pescado, delicioso, jugoso, con esa piel que se te pega a los labios de la gelatina. Y ninguno nos acordamos del refrito. ¿Refrito? ¿Pa' qué, teniendo un rodaballo que casi viene cantando eso de "baaaajo el maaaar, baaajoooo el maaaar"? Nos lo comimos alegremente, disfrutando del sabor, y de las risas entre los tres. 
-"¿Qué tal el rodaballo?"-"Estaba buenísimo, sin duda, hemos acertado pidiendo pescado"-"Hombre, si me hubieseis dicho rape, os hubiera sacado el rodaballo. Es más, si pedís carne, ¡os saco el rodaballo también!"
Sin duda, el tio es bueno, sabe que su local no se va a llenar por ser el más moderno y lujoso, sino por lo importante: se come bien, y te atienden mejor. Y a veces, eso, no es la base de muchos negocios, es más, es la causa del cierre de muchos de ellos.
Para terminar, rematamos la comida con una tarta de queso y un bizcocho cubierto de chocolate y relleno de una crema de frutos rojos, ambos, caseros, of course. Desde luego, no podía haber mejor final. 
LARC/ Amistad, 3. Bilbaowww.restaurantelar.com
Un restaurante con solera, encanto, y mucho mimo en la cocina. Sin duda desconcierta su modo atípico de presentar la carta, es más, ni la vi. Pero se agradece que el menú se conforme en función de los productos de temporada, un puntazo que el cliente se sienta asesorado y aconsejado por quien sabe qué productos tiene en la despensa ese día, y cómo puede combinarlos. Y ya para rematar, si encima te dice qué vino puede maridar mejor con todo lo anterior, creo que es como para repetir. La materia prima de lo que comimos, era de llorar de emoción, ese rodaballo daba penita comerselo de lo fresco que estaba, pero vamos, se nos pasó rápida la pena... Y sin duda, el chico que nos atendió, todo un referente para la hostelería. Me invitaron mis queridos padres, a una comida, que salió con todo lo anterior y el iva, sobre unos 50€ cada uno.


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