Contaba Gay Mercader, promotor musical, lo precaria que era la situación en aquellos años en lo que se refiere a la contratación de grandes bandas que actuaran en nuestro país. Prueba de ello fue la primera vez que los Roling Stones vinieron a España, allá por el año 76, en la que, estando contratados, no había ningún espacio disponible para un concierto de esa envergadura. Refería Mercader una broma bastante interesante y que denota la herencia sufrida por el puritanismo de los años de la dictadura. Se acercó al hotel, después del concierto de la mítica banda británica, y se encontró en el vestíbulo a Mick Jagger y a Ron Wood, acompañados de sendas señoritas, algo contrariados porque el recepcionista no les dejaba subir a sus habitaciones, salvo que les mostrara el correspondiente libro de familia, atestiguando así que eran un par de matrimonios enamorados y con los papeles en regla. La situación quedó solventada tras el socorrido soborno a tan celoso guardián de la moral, con la estimable cifra de un billete de 1.000 pesetas del año 76.
En un país tan anquilosado como el nuestro, la imagen era algo más que una simple capa de apariencia, y no eran pocos los que desconfiaban del estilo que las bandas de rock lucían como bandera de su forma de vida. No es sólo que la música fuera todo un cúmulo de disonancia con el orden establecido, además se extendía a un cambio en lo físico que se reforzaba como un anacronismo de los tiempos. Fortu, el cantante de Obús, contaba de forma jocosa que, grabando uno de sus primeros vídeos musicales por las calles de Madrid, algunas mujeres, al verles las pintas, decían que estaban rodando una película de esas de quinquis, del estilo de las que filmaba José Antonio de la Loma narrando las aventuras del Vaquilla y el Torete. Decía también Fortu, que quizás les hubiera salido más rentable robar coches que formar una banda de rock. Ramocín, quién te ha visto y quién te ve, narraba sus vicisitudes en sus conciertos por esos pueblos de España y cómo en una localidad de Ávila, le ofrecieron un enchufe doméstico, como el que hay en cualquier casa que usted utiliza para usar la batidora, para conectar toda la infraestructura acústica de un concierto. Naturalmente el apaño fue un desastre y dejaron sin luz a toda la comarca.
El malo de la película "Danko, calor rojo", decía que tras la caída del comunismo, el primer soplo de libertad se ahogaría en cocaína. Aquí fue "el caballo" el que dio buena cuenta de muchos jóvenes que vivieron intensamente la década de los ochenta y, tal como decía Alejo Stivel, componente de los Tequila, el que vivió aquellos años no se acuerda de nada. Todo era fantástico, se respiraban vientos de cambio, la sociedad se despertó de aquel sueño en blanco y negro, pero, como dice Johnny Cifuentes de Burning, no hay nada gratis y muchos se quedaron en el camino, tal y como lo atestigua otro miembro de su banda, Pepe Risi, que cuando le preguntaron por Chuck Berry decía que a él le gustaría morirse antes, y al final lo consiguió. Tiempos de luces y de sombras, de esperanzas y realidades, de cuando hacer rock and roll era algo más que una aventura.