Revista América Latina
15.- Los Hermanos del Hierro (Ismael Rodríguez, 1961)
Western. En el norte de México, a comienzos del siglo veinte, Reynaldo del Hierro (Eduardo Noriega) es muerto a balazos por Pascual Velasco (Emilio Fernández) cuando cabalga con sus hijos Reynaldo y Martín. En el velorio, la viuda (Columba Domínguez) decide inculcar en sus hijos la misión de vengar la muerte de su padre cuando sean mayores, para ello es ayudada por un pistolero veterano (Ignacio López Tarso) que enseña el manejo del revolver a los pequeños. Pasan los años, pero los niños crecen de modo distinto y, ya como adultos, Reynaldo (Antonio Aguilar), comprende que no puede vivir con el odio inoculado por su madre y decide renunciar a la venganza, sin embargo al hijo menor, Martín (Julio Alemán), la contemplación del asesinato de su padre le ha dejado un trauma del que no se ha recuperado, por lo que desarrolla un perfil psicopático y termina convirtiéndose en un pistolero a sueldo…
Tomando como punto de partida el asesinato de un "pater familia", el director Ismael Rodríguez, hilvana, sobre un relato de Ricardo Garibay, una historia seca y amarga sobre la futilidad de la venganza y sus consecuencias. Es interesante señalar el retrato que se hace de los pistoleros, el cual se aleja del heroísmo habitual; son expuestos como apestados sociales que sólo son tolerados merced al miedo que inspiran y que son utilizados por los próceres y caudillos de la sociedad bien pensante para hacer el trabajo sucio y exterminar a los rivales sin tener que mancharse ellos las manos de sangre. La relación entre los hermanos conforma el grueso de la narración y a pesar de rivalidades y desencuentros, con triangulo amoroso de por medio, la constatación de que los dos forman un solo hombre, para ellos mismos y para el resto de la sociedad, queda explicitado de modo inequívoco en los compases finales del film.
Basada en un hecho real, la película se realizó en las postrimerías de la Época de Oro del Cine Mexicano, no obstante al igual que otras obras magnas de esos años reúne un reparto de primer nivel en el que aparte de los ya citados intervienen, en papeles breves, estrellas del cine mexicano de la época como Emilio “El Indio" Fernández, José Elías Moreno, Víctor Manuel Mendoza, David Reynoso, David Silva, Arturo de Córdova (voz en off) o Pedro Armendáriz así como la actriz Patricia Conde en su debut cinematográfico.
La cinta está rodada con sobriedad, la música está presente en varios momentos, pero más bien insertada en la narración de forma natural, sobre todo a modo de canciones y en especial una de ellas, el tema “Dos Palomas al volar” (de Jesús Gaytán, Rodríguez y Garibay). Se utiliza el zoom (ese arma de doble filo) con una maestría notable, algo no siempre habitual en esa década y la siguiente, tal y como infinidad de directores se encargaron de demostrar. Así mismo los movimientos de cámara son concisos, siempre con la intención de dinamizar la narración cuando esta lo requiere pero sin que nos perdamos en ella (tal y como sucede en la mayor parte del cine comercial actual) y en general la composición de planos es artesanalmente impecable y el conjunto, excelente, fluye con plena armonía.
Antonio Aguilar interpreta al hermano mayor de Julio Alemán, quien se encarga de cuidar el bienestar de su hermano, aunque este por problemático le ocasione problemas a él mismo. Aguilar fue capaz de dar diferentes matices a su personaje; el de un hombre pacífico que se trastoca en criminal perseguido por la justicia enamorado de la misma mujer a la que ama su hermano y cuyo final resulta trágico e ineludible. La actuación de Columba Domínguez es excepcional, ya que nos transmite ese deseo de venganza, y que al cumplir su cometido no sabe como controlar los arranques de ira de su hijo menor. Los creadores de esta película tuvieron el tino de grabarla en blanco y negro, su fotografía, la iluminación y las actuaciones de todos, desde el papel mas pequeño hasta el de los principales, es muy valiosa. Por Los Hermanos del Hierro, Ismael Rodríguez fue nominado al Globo de Oro como Mejor Director en 1963.
16.- El Ángel Exterminador (Luis Buñuel, 1962)
Drama surrealista. La historia es de lo más extraordinaria. La película empieza con los preparativos para una gran cena en una gran mansión. Los criados que la están preparando tienen la necesidad de irse de la casa y se van. Al final solo quedan los ricachones amos de la casa y los invitados que no pueden salir de la casa no saben por qué. Se quedan atrapados durante varios días y en el transcurso de esos días, la cortesía inicial de los invitados se transforma en el más primitivo instinto por la supervivencia: sale el ser humano rancio que todos llevamos dentro...
Tras el éxito internacional alcanzado por Viridiana (1961) la mancuerna Alatriste-Buñuel emprendió un nuevo proyecto basado en un guión escrito por Buñuel y Luis Alcoriza. El título original de "Los Náufragos de la Calle Providencia" fue modificado gracias a una obra teatral que nunca se escribió. "Durante el rodaje de «Viridiana» me encontré con el escritor José Bergamín, quien me dijo que se proponía escribir una obra de teatro con el título de «El Ángel Exterminador». Yo le dije que era un título magnífico y que si iba por la calle y lo veía anunciado, entraría a ver el espectáculo. Como Bergamín jamás escribió la obra, le escribí pidiéndole los derechos del título. Me respondió que no necesitaba pedírselos, puesto que esas palabras aparecían en el Apocalipsis."
A diferencia de Viridiana, el presupuesto con el que contaba Alatriste para financiar El Ángel Exterminador era muy limitado. "Lo ideal, desde luego, hubiera sido hacerla en Inglaterra, en un lugar donde verdaderamente existe un estilo de alta sociedad. Pero, en cambio, con Alatriste tuve toda la libertad del mundo." Ambientada en el seno de la burguesía mexicana El Ángel Exterminador se decanta con una sutilidad y una delicadeza a la que no estamos acostumbrados en nuestro cine más actual. La película presenta uno de los temas favoritos de Buñuel: el de las repeticiones. "Creo haber sido el primero en emplearlas en el cine. La entrada de los invitados en la lujosa mansión de los Nóbile y la subida por la escalera al piso superior la repetí dos veces consecutivas, sin otra variación que una toma en picado y otra en contrapicado. Cuando terminó de hacerse la copia, el fotógrafo Gabriel Figueroa vino a verme alarmado y me dijo «Oiga usted, la copia no está bien, una escena se repite.» Le dije: «Pero Gabriel, el montaje lo hago siempre yo mismo. Además usted filmaba conmigo y sabe que en la repetición usamos otro encuadre. Es una repetición voluntaria...» «Ah, ya veo», dijo, pero en verdad estaba asustado." Además de la doble entrada de los invitados, en El Ángel Exterminador existen un gran número de situaciones duplicadas. "La repetición me atrae, tiene un efecto hipnótico. En la película hay como veinte repeticiones. Unas se notan menos que otras."
Acerca del enigmático título de la película Buñuel comenta: "Yo primero pensé que el título tenía una relación subterránea con el argumento, aunque no sabía cuál. A posteriori lo he interpretado así: los hombres cada vez se entienden menos entre sí. Pero ¿por qué no se entienden? ¿Por qué no salen de esta situación? En la película es lo mismo: ¿Por qué no llegan juntos a una solución para salir de su encierro?" Se sabe que Gustavo Alatriste, firmó la producción de la película sin siquiera leer el guión, confiando plenamente en su director, e incluso cuando el también esposo de Silvia Pinal vió el filme recién terminado comentó: “No he entendido nada. Es maravilloso”.
Enrique Rambal, Silvia Pinal, Claudio Brook, José Baviera, Augusto Benedicto, Luis Beristáin, Antonio Bravo, Jacqueline Andere, Lucy Gallardo, Ofelia Guilmáin, Tito Junco, Berta Moss, Eric del Castillo y Rita Macedo, entre otros, integran el reparto de esta cinta nominada a la Palma de Oro en el Festival de Cannes en 1962.
17.- Cadena Perpetua (Arturo Ripstein, 1978)
Drama Policial. Luego del asalto frustrado a un banco y un tiempo en prisión, Javier "El Tarzán" Lira (Pedro Armendáriz Jr.) decide retirarse de su carrera delictiva e iniciar una nueva vida con un trabajo honesto como cobrador de un banco. Un encuentro con sus antiguos perseguidores, los agentes, Prieto (Narciso Busquets) y "Cotorra" (Rodrigo Puebla) lo obligan a recordar su pasado como explotador y ladrón. Extorsionado por los corruptos policías, Lira luchará para evitar delinquir nuevamente, pero la realidad le hará una mala jugada...
Arturo Ripstein dirigió en 1978 Cadena Perpetua, adaptación de la novela “Lo de Antes”, de Luis Spota. El realizador se enfoca en la frustrada redención de un delincuente, quien intenta rehacer su vida pero cuya buena fe se ve impedida por un comandante policiaco en una puntual disección de la corruptela de la sociedad mexicana, llevando la historia a las incidencias del protagonista en su reclusión en las Islas Marías, donde debe padecer al rupestre sargento Pantoja (Ernesto Gómez Cruz). La adaptación del original literario corrió a cargo del también notable escritor Vicente Leñero y del propio Ripstein.
Para algunos actores Cadena Perpetua represento lo mejor de en su carrera, como el caso de Angélica Chain en el papel de la prostituta; para otros una más dentro de la lista de filmes de calidad; como Ripstein solo sabe, encontró actores que ahora tienen trayectoria y se han convertido en los maestros de nuevas generaciones. Ernesto Gómez Cruz, Pilar Pellicer, Ana Ofelia Murguía y Roberto Cobo, son solo algunos de los nombres que figuran dentro de los créditos. Recomendable para sociólogos, psicólogos, abogados y todo aquel interesado en conocer de la conducta humana y respuestas ante lo que se considera sin salida. Fue además ganadora del Ariel de Oro a la Mejor Película, Mejor Director, Mejor Coactuación Masculina (Ernesto Gómez Cruz) y Mejor Coactuación Femenina (Ana Ofelia Murguía).
18.- El Rey del Barrio (Gilberto Martínez Solares, 1949)
Comedia arrabalera. Caritativo y desprendido, el joven ferrocarrilero Tin Tan se empeña en proteger a su joven vecina Carmelita (Silvia Pinal), a pesar de que ésta rechaza su ayuda. En realidad, Tin Tan es jefe de una banda de ladrones que se dedica a estafar a millonarias, haciéndose pasar por músicos, pintores y cantaores de flamenco. Éste moderno Robin Hood ve complicadas sus intenciones cuando la estrafalaria Nena (Famie Kauffman "Vitola"), una de sus millonarias conquistas, se prenda de sus encantos y quiere casarse con él...
El Rey del Barrio, una de las comedias más exitosas del cine mexicano durante su época de oro, es el vehículo ideal para que Germán Valdés se transforme en Tin Tan, el personaje pícaro y querible que inmortalizó en la pantalla en los años cuarenta. Inspirándose en sus experiencias como locutor de radio y cómico de carpas, Valdés creó inicialmente un personaje teatral que reflejaba de manera burlona y exagerada no sólo el atuendo del pachuco, el mexicano norteamericanizado que se vestía con pantalones amplios y chaquetas largas, sino también su manera pintoresca de hablar español, salpicada de modismos ingleses. Tin Tan llegó a la pantalla cinematográfica a mediados de los años cuarenta, aunque el personaje quedó perfilado recién en 1948 con el estreno de Calabacitas Tiernas. Esta comedia inició la fructífera colaboración del actor con el director Gilberto Martínez Solares y el guionista Juan García. Calabacitas Tiernas y El Rey del Barrio se consideran los mejores filmes de Tin Tan. Y ambos ocupan un lugar dentro de las consideradas 100 Mejores Películas del Cine Mexicano.
La dupla entre Gilberto Martínez Solares y Germán Valdez ha sido sin duda de las más exitosas de nuestro cine, comparada con la de Ismael Rodríguez y Pedro Infante lograr resaltar los mejores dotes actorales complementado con otras más como la canción y el baile. Esta película no es la excepción en volver a juntar al grupo de amigos que ayudan y soportan a Tin Tan en ser patiños de todas sus singulares aventuras. Ahí tenemos a Marcelo Chávez, Famie Kauffman aka “Vitola”, Ramón Valdez, Joaquín García "Borolas", René Ruiz "Tun Tun", Óscar Pulido, Roberto Cobo, Alfonso "Pompín" Iglesias, Yolanda Montes "Tongolele", el niño Ismael Pérez "Poncianito", y el propio guionista Juan García.
En El Rey del barrio, el personaje encarna ahora un pícaro urbano y marginal en Ciudad de México. En esta comedia Tin Tan representa dos caras de un mismo personaje: por un lado, finge ser un trabajador del ferrocarril, honesto y buen padre de un hijo pequeño, querido por sus vecinos. De noche, muestra su verdadera cara: jefe de una pandilla de rateros, que quieren funcionar con el estilo eficiente norteamericano y que sin embargo no logran robar nada. Se desarrollan divertidas secuencias de robos frustrados, donde Tin Tan se disfraza de cantor andaluz, pintor francés y maestro de canto italiano. Estos personajes le permiten encandilarnos con su graciosa labia fonética. Su verborragia lingüística finalmente lograrán que Carmelita (Silvia Pinal), una vecina del barrio, joven pudorosa venida a menos, se enamore de él.
El Rey del Barrio es también una divertida parodia del melodrama mexicano. Ubicada en el reconocible ambiente "arrabalero" de Nosotros los Pobres (Ismael Rodríguez, 1947), la película presenta una versión humorística de los personajes y situaciones que hicieron célebre a este género de nuestro cine, agregándole una serie de locuras y "gags" que rompen con toda solemnidad posible. De esta manera, el humilde ferrocarrilero Tin Tan se convierte en pintor francés, gángster de Chicago, bailarín de flamenco y profesor italiano de canto, sin que estos juegos queden fuera de lugar dentro del contexto de un barrio típico de la ciudad de México. Apoyado por un excelente cuadro de actores, Tin Tan logró convertirse en el cómico favorito de varias generaciones de mexicanos. Medio siglo después, este rey sigue reinando entre sus súbditos, quienes le guardan un particular cariño.
19.- El Esqueleto de la Señora Morales (Rogelio A. González, 1959)
Comedia Negra. Pablo Morales (Arturo de Córdova) es un taxidermista muy alegre que trata -en medida de lo posible- de tener una vida pacifica combinada con la caótica relación con su esposa Gloria, (Amparo Rivelles). Pablo desea tener hijos, salir a pasear con su mujer y compartir las cosas buenas y sencillas de la vida. Pero esta actitud amarga aún más a Gloria, que vive recluida en casa o en la iglesia, donde trata de lograr un lugar sobresaliente en la congregación, aún a costa de inventar eternos dramas donde ella es la víctima de un marido desobligado y alcohólico. Excepto por ese grupo eclesiástico, Pablo Morales es ampliamente querido por la comunidad. Amable con los niños, coherente orador, excelente preservador de restos de animales inanimados y que, a pesar de todo; ama a su esposa. Sin embargo, Gloria obsesionada con una deformidad en su rodilla se encarga de liberar toda su frustración contra su marido; quien cegado por el amor que le tuvo en un principio acepta sin reprochar cada uno de los desprecios de su mujer, incluyendo aquellos en los que son involucrados la junta de la iglesia y los propios familiares de ella: con quienes se queja amargamente de las supuestas “golpizas” y “borracheras” que según ella repetidamente comete el señor Morales en ausencia de cualquiera de ellos.
La situación de Pablo logra en el espectador una afinidad particular, debido al intenso infierno del que él mismo es presa a manos de la “Señora Morales”, como un ejemplo; el momento en el que se dispone a comer le obliga a lavarse las manos con alcohol alcanforado (de un olor muy penetrante y desagradable) argumentando que tiene las manos sucias por haber destazado “animales del señor” durante todo el día. Y mientras intenta comer, ella hace sonidos guturales con la intensión de que le de asco y no coma carne roja (de la que además es un serio aficionado). Este escenario se va intensificando poco a poco a medida que el mismo empieza a sentir mucha repulsión, desconfianza y odio hacia su cónyuge. Los años en los que ella se ha negado a tener hijos a causa de la condición de su pierna (aunque se le ha explicado que no es una condición hereditaria) y su constante obstinación convierte la casa Morales en un hogar muy tenso.
Todo desemboca en el momento en el que la señora decide hacer pasar ante todos que Pablo le ha dado una golpiza; lo cual propicia que, además de la cólera de la junta vicaria; una paliza que Elodio (Luis Aragón), esposo de la hermana de Gloria le otorga a Pablo y que lo hace pensar seriamente en si la vida al lado de ese demonio vale la pena. Un buen día, Un día, Pablo anuncia a sus conocidos que Gloria se ha ido a Guadalajara a visitar a una tía. Sin embargo, en su laboratorio coloca un esqueleto al que trata amorosamente, y como no se sabe gran cosa de Gloria, se empiezan a crear sospechas entre las amistades de la desavenida pareja sobre el verdadero destino de la Señora Morales…
El cuento “El Misterio de Islington” del galés Arthur Machen (uno de los creadores del "Horror Naturalista" y gran influencia para escritores como H. P. Lovecraft), fue adaptado al cine por uno de los mayores guionistas de México, Luis Alcoriza (escritor de Los Olvidados, de Luis Buñuel), dirigido por Rogelio A. Gonzáles (Guionista y/o director de muchas de las principales películas de Pedro Infante) y protagonizado por Arturo de Córdova, ganador del Premio Ariel por su actuación en películas como En la Palma de tu Mano (1952) y Las Tres Perfectas Casadas (1954). Arturo de Córdova nació el 8 de mayo de 1907 en Mérida, Yucatán. Trabajó como locutor de radio y en 1936 se inició en el cine bajo las órdenes de Arcady Boytler, tras lo cual figuró durante muchos años como galán no sólo en la meca del cine, sino también en México, Argentina y España Su gran apostura y reconocible voz, lo llevaron a trabajar en Hollywood, en donde estelarizó al lado de Gary Cooper e Ingrid Bergman la película ¿Por quién doblan las campanas? (Sam Wood, 1943), adaptación de la novela de Ernest Heminway,
El Esqueleto de la Señora Morales es una negrísima comedia que supone uno de los títulos de oro del cine mexicano y que resulta ser una pieza sorprendentemente desconocida o más bien involuntariamente olvidada o pasada por alto. Sin embargo triunfa a lo grande en su apropiación sin reverencias del Buñuel más sardónico. Rogelio González realiza una labor de cámara sobresaliente, adoptando una estética seria, un claroscuro expresionista de cine negro americano repleto de angulaciones y composiciones rebuscadas (soberbia fotografía, con los rostros recortados por manchas de puro negro), además de una dirección de actores soberbia. La madrileña Amparo Rivelles en su papel de la esposa detestable, impasible, estoica y con la intensión de parecer una mártir en todo sentido, compone a una chantajista emocional y arpía castradora a la que estás ansiando asesinar desde que asoma. La cinta acierta al parodiar y recoger ciertas constantes de la escuela melodramática típicamente mexicana que aquí se retuercen y encima no renuncia a funcionar como un “thriller” genuino, con momentos de tensión tan logrados como la resolución del crimen con guiño a Hitchcock, vaso mediante incluido o la genial escena de la confesión final, mezcla perfecta de planificación enfática y comicidad satírica cabalgando a lomos de un anticlericalismo burlón que reparte latigazos entre curas metiches, meapilas y beatillas.
20.- Víctimas del Pecado (Emilio Fernández, 1950)
Melodrama de Cabaret. Violeta (Ninón Sevilla), una cabaretera, recoge de la basura al bebé de su compañera Rosa (Margarita Ceballos), que ha sido obligada a tirarlo allí por amor a su explotador, Rodolfo (Rodolfo Acosta). Rodolfo trata de matar a su hijo, para explotar a Violeta, ella lo defiende y el delincuente la golpea, pero la policía lo apresa. La joven consigue trabajo en un cabaret y deja al niño en un internado. Ella y Santiago (Tito Junco), el dueño del cabaret, se enamoran. Años después, cuando Rodolfo sale de la cárcel, mata a Santiago, rapta al niño (Ismael Pérez “Poncianito”) y lo obliga a robar, por lo que la bailarina mata al tipo y es apresada. El niño deambula solo por las calles, el día de las madres va a ver a la bailarina pero es tarde y la penitenciaria se ha cerrado. El niño se queda a dormir a las puertas de la cárcel y el director (Arturo Soto Rangel) conmovido habla con el Presidente de la República para conseguir la libertad de Violeta…
Realizada en 1950, ésta fue una curiosa aportación de Emilio “Indio” Fernández al género de las Rumberas. El cineasta mexicano más importante de la época clásica de nuestra industria, siempre en mancuerna con el magistral cinefotógrafo Gabriel Figueroa, descendió a los infiernos de la vida nocturna del México alemanista para contar una historia de sacrificio, en la cual una mujer acepta ser madre de un niño rechazado, sobreviviendo juntos.
Recordemos que a partir de 1949, el trabajo de Emilio Fernández tras la cámara se incrementó notablemente. El ritmo de tres cintas anuales aumentó a cuatro en 1950. En palabras del crítico Emilio García Riera: “Esa abundancia reflejó por sí sola la de un cine en disposición de sacrificar la calidad por la cantidad, y el mismo Indio se debió a sentir forzado a tal sacrificio.” Tres de las cuatro cintas eran además vehículos para el lucimiento de sus protagonistas, situación que el “Indio” no experimentaba desde los tiempos de Flor Silvestre (1943): Siempre Tuya (1950) para Jorge Negrete, Islas Marías (1950) para Pedro Infante, y Víctimas del Pecado para la cubana Ninón Sevilla, rutilante bailarina y estrella exclusiva de Producciones Calderón.
El “Indio” no saldría tan bien librado de este agotador ritmo de filmaciones. De las siete películas que realizó en aquel par de años, cuatro fueron fracasos rotundos, La Malquerida (1949) tuvo un éxito más bien moderado, Islas Marías fue un fracaso comparada con otras cintas que Infante filmó en el mismo año y sólo Víctimas del Pecado obtuvo buenos resultados en taquilla. Con el paso del tiempo, la apreciación de los críticos hacia la obra realizada por el “Indio” durante aquellos años coincidiría con la del público de la época: Víctimas del Pecado sería la única cinta rescatable del conjunto.
Sin imaginar que estaban a un paso de obtener fama internacional con la serie de películas de cabaret interpretadas por Sevilla, los productores hermanos Calderón confiaron a Emilio Fernández la realización de este melodrama musical que resultaría ser más intenso y exacerbado que Salón México (1948), la anterior incursión del “Indio” por los ambientes cabaretiles de la capital mexicana. Al igual que en Salón México, el “Indio” demuestra en Víctimas del Pecado un gozo muy particular al dirigir las escenas que tienen lugar en el cabaret. Asimismo, el realizador no esconde su afición a la moraleja edificante, ni puede evitar algunos momentos de involuntaria comicidad, como aquel en el que el “pachuco” Rodolfo Acosta demuestra su habilidad para hablar más de un idioma mientras le enseña como caminar con estilo a una cabaretera francesa.
A pesar de sus notables deficiencias, Víctimas del Pecado ha logrado mantenerse vigente en la filmografía del “Indio” Fernández y el paso del tiempo no la ha tratado tan mal. La fotografía urbana de Figueroa sigue viéndose espléndida y, como representativa de la filmografía de Ninón Sevilla, es importante señalar que la cinta obtuvo un éxito inusitado en Francia y Bélgica, en donde fue conocida como Quartier interdit (Barrio Prohibido).