Revista Cultura y Ocio

Las armas de Binner

Publicado el 14 octubre 2011 por Fabianscabuzzo @fabianscabuzzo

A Hermes Binner se lo ha visto, públicamente, muy pocas veces enojado. Aún así su verborragia es contenida. Es un político extraño en medio de la moda de la exaltación y el improperio,  Hermes tiene un estilo sorprendente. Escribir sobre este hombre, que ahora es un poco más conocido a nivel nacional, no me resulta complicado, simplemente porque me cae bien y creo que es un dueño de un estilo que no pulula en el ambiente político.

Se ve en él que es un hombre austero, de hecho no se destaca por usar trajes de marca, ni gemelos, ni siquiera un reloj costoso. No hay ostentación ni en él ni en su señora, la Arq. Silvana Codina, ambos rayan  en una sobriedad que algunos definen como “aburrida”, pero que es extraña en una persona de poder.  Contrasta demasiado con el interés por las marcas internacionales,  los zapatos y los Rolex de la Presidenta, y de algunos miembros de su  gabinete,  que aprovechan los viajes al exterior para proveerse de esos lujos.  Los diarios críticos al kirchnerismo están llenos de anécdotas al respecto.   Weber diferenció  a  los políticos que viven para la política y los que viven de la política. Los últimos son lo que se rebajan al nivel de encontrar en la política una forma de enriquecimiento y ostentación.

Las armas de Binner
Las armas de Binner son las que corresponden a las pautas elementales de la ética política y que tienen como banderas  la austeridad, la verdad y  el respeto al otro.  No hay ningún secreto, es un estilo. Una conducta virtuosa.

Ya sabemos: el peronismo tiene emociones fuertes, sospechas, pasiones, parece más futbolero, más “Tinelli”, se anima a las malas palabras y a las hidalguías, tienen buenas ideas que deben negociar con sectores temibles para adaptarlas a todos los intereses. Al peronismo se lo investiga y siempre se le encuentran cosas raras, inexplicables e inmorales. Se caga en la ética, esa que dice que un presidente no debe recibir regalos y se la ve a Cristina aceptando una MacBook de 5000 dólares de las manos del cuestionadísimo millonario mexicano Carlos Slim. El peronismo, aquél de Menem, éste de Cristina, tiene tantos colores y recovecos que la prensa lo vive como una aventura, da “buenos títulos”. Siempre es polémico, popular y contradictorio.

El socialismo no tiene nada de eso. Un montón de rumores alrededor de sus funcionarios y una impecable presentación de su trabajo,  al menos en las formas, resulta demasiado trasparente. Ha habido errores, pero nunca tan graves como para no reconocerlos o no haber hecho nada para subsanarlos, suelen esperar la catarata de críticas de la oposición y, a veces, responden.  Tranquilos, verticalistas, algo almidonados, protocolares y hasta predecibles. Con ellos nos podemos sentir como los colegas finlandenses, alemanes o suizos,  parece que enfrían  la política, o al menos eso es lo que muestran, porque en el fondo – nos consta –  tejen y destejen como todos.

Muchos de los aciertos del gobierno kirchnerista tuvieron su experiencia previa en la gestión socialista, especialmente la apertura a las minorías sexuales y el respeto a los derechos humanos, solo que hay que revisar los programas que la Municipalidad de Rosario tiene en áreas muy sensibles  en la Salud Pública o Economía Solidaria, para darse cuenta que la mirada progresista de Binner pudo haber inspirado el progresismo K.

Las diferencias se complementan: mucho de lo que bueno del estilo de Cristina está vigente en Binner, y a Cristina bien le vendría copiar el perfil y el comportamiento ético que tiene el socialista.  Sé que es difícil y en épocas electorales no es conveniente reconocer valores en el otro, aunque Hermes los reconoció en Cristina, pero aún no se escuchó su devolución.

Escribo todo esto y leo que Tabaré Vázquez decidió renunciar a la política por un polémico exabrupto relacionado con una posible guerra de Uruguay y Argentina, por el conflicto que generó  la papelera Botnia.  Son actos de hidalguía que algunos  políticos asumen como razonables en determinados momentos. Un harakiri para preservar el honor, jamás visto en Argentina.  Tabaré quizá en un tiempo vuelva a la política, pero ¿Quién le quita el lustre que le da ese gesto?

Hermes tendrá un segundo lugar en estas elecciones y se convierte en la principal figura de la oposición argentina, alguien que sabremos escuchar apoyando algunas cosas y criticando fuertemente otras. No será “la máquina de impedir”, a la que nos hemos acostumbrado con otros opositores y sí un una figura fundamental en el equilibrio político de la próxima gestión kirchnerista.  Le deseo mucha suerte. También a Cristina.

Fabián Scabuzzo


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