26/04/2013 14:07:20
Provocador, excéntrico, incómodo pero sobre todo genio indiscutible. La exposición del pintor en el Museo Reina Sofía es el evento artístico de la temporada y dará que hablar, pues busca derribar mitos.
«El surrealismo soy yo», proclamó Salvador Dalí cuando, en 1939, fue expulsado del grupo de los surrealistas fundado por André Bretón, que inventó para él el anagrama de «Avida Dollars».
El español difícilmente encajaba con el idealismo de sus partenaires franceses, a quienes disgustaba la afición al dinero que tanto gustaba al pintor reconocer.
Se entregó entonces a la que sería su gran aportación al Surrealismo: el Método Paranoico-Crítico, que explicaba el proceso creativo a través del discurso científico.
Dalí estaba fascinado por la Teoría del Psicoanálisis de Freud, los sueños eran la materia de sus obras, en las que aspiraba a plasmar los designios de su subconsciente, pero también por la ciencia, en particular por las teorías de la relatividad y física cuántica de Einstein y la energía nuclear, idilio que el pintor mantuvo al final de la década de los cuarenta. Permanecía al tanto de las novedades científicas y aplicaba sus conocimientos a la pintura, Leda atómica (1949) es un buen ejemplo de cómo utilizaba las matemáticas para la composición del cuadro.
La mezcla entre ciencia y el misticismo religioso fue el siguiente paso de un Dalí que disfrutaba escandalizando. Siempre le ha rodeado la polémica. Sus bravuconadas ante la prensa y la escritura de sus más que dudosas memorias han cimentado su imagen de personaje incómodo, pero lo cierto es que con ello el ampurdanés se adelantaba al show business artístico que tan bien sabría manejar después Warhol.
Se adelantó también en la producción de objetos de diseño y construyó su particular parque temático en Figueres. Pero, ¿quién fue realmente Dalí? Maestro de la provocación, quizás tímido patológico, todas sus actuaciones parecen estar dirigidas a alimentar el misterio que aún persiste a su alrededor.
La exposición del Museo Reina Sofía de Madrid trata de clarificar la figura de este genio indiscutible. Está organizada junto con el Centro Pompidou de París, donde ha cosechado un enorme éxito de público, por la cantidad de piezas, más de 200, y su calidad.
Figuran sus principales obras maestras: además de la mencionada que retrata a su idolatrada Gala, «Rostro del Gran Masturbador», «Persistencia de la memoria», «Construcción blanda con albaricoques hervidos», «El enigma de Guillermo Tell» y «LaTentación de San Antonio», por mencionar solo algunas.
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