Dicen los mayores que la tipología era similar a las casas de La Vereda. Dos barrios, el de arriba y la calle de San Juan conformaban su casco urbano, pero apenas queda nada que permita corroborarlo. Una consecuencia lógica de los diversos intentos de repoblación, sin proyecto coherente con el entorno y su forma de vida anterior (el de Tomás Nieto no cristalizó).
La mayoría de las casas están en ruinas, y apenas son reconocibles. Unas están en proceso de rehabilitación y/o abandono (por su aspecto deben llevar así años). Otras están habitables de aquella manera, donde conviven lonas y uralitas con pizarras.


Pero merece la pena; dedícale tiempo y curiosea. Aquí se guardan secretos y rincones que te enamorarán. Los Hijos de La Vereda se sentirán recompensados con tu visita.
Lar-ami
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