Desde el primer momento Goebbels comenzó a supervisar y controlar todos los medios de comunicación, como la radio, el cine y la emergente televisión; las artes y la información en Alemania, para ser usados con fines propagandísticos. Para Goebbels, la radio era el mayor arma propagandística afirmando que: “con la radio hemos destruido el espíritu de la rebelión”, y ordenó la producción de receptores de radio a precios económicos y así llegar a todos los rincones del III Reich.
Adolf Hitler escribió en Mein Kampf:
"¿A quién debe dirigirse la propaganda? ¿A los intelectuales o a la masa menos instruida? ¡Ella debe dirigirse siempre y únicamente a la masa!(..). La tarea de la propaganda consiste(..), en atraer la atención de las masas sobre hechos y necesidades... Toda propaganda debe ser popular, y situar su nivel en el límite de las facultades de asimilación del más corto de alcances de entre aquellos a quienes se dirige(..). La facultad de asimilación de la masa es muy restringida, su entendimiento limitado; por el contrario, su falta de memoria es muy grande. Por lo tanto, toda propaganda eficaz debe limitarse a algunos puntos fuertes poco numerosos, e imponerlos a fuerza de fórmulas repetidas, por tanto tiempo como sea necesario, para que el último de los oyentes sea también capaz de captar la idea."Goebbels, fue posiblemente quien marcó de modo más significativo la vida en el III Reich, al presentar a Hitler como un mito infalible enviado por la Providencia De este modo aseguró así el apoyo casi ciego de la nación hasta el final. Para hacer más efectiva esa doctrina de la propaganda establecida en Mein Kampf, Goebbels marcó una serie de principios para la difusión de la propaganda que aún están muy vigentes en gran parte de la publicidad general y la propaganda política:
¡Él es el culpable de las guerras! (1942)
El principio de simplificación y del enemigo único establece una única idea y un único símbolo a la vez que se individualiza al adversario en un único enemigo.Con el principio del método de contagio se debe reunir diversos adversarios en una solo grupo o individuo.
El principio de la transposición se encarga de imponer al adversario los propios errores y respondiendo el ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que cambien el foco de atención.
El principio de la exageración y desfiguración debe convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en una amenaza grave.
A través del principio de la vulgarización adaptamos y simplificamos la propaganda al nivel del menos inteligente de los individuos a los que va dirigida.
La famosa frase: "Si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad" resume claramente el principio de orquestación, en el que la propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente desde diferentes perspectivas, pero siempre coincidiendo el mismo concepto.
El principio de renovación se basa en que constantemente hay que lanzar informaciones y argumentos nuevos a a tal velocidad que, cuando el adversario pueda responder, el público esté ya interesado en otra cosa, de tal modo que las respuestas del enemigo nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
Como un claro complemento del anterior se deben construir argumentos a partir de varias fuentes, lanzando globos sonda o informaciones fragmentarias. Este es el principio de verosimilitud.
Cuando no se tienen argumentos en algunas cuestiones se debe aplicar el principio de la silenciación, los mismo que si hay noticias que puedan favorecer al adversario estás se deben disimular, a la vez que se contraprograma con la ayuda de medios de comunicación afines.
Generalmente, la propaganda opera partiendo de una base previa, bien sea un complejo de odios o prejuicios tradicionales. Con el principio de transfusión se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas del público.
El principio de la unanimidad se encarga de convencer a mucha gente de que piensa "como todo el mundo", creando la falsa sensación de que "si todos piensan como yo, no puedo estar equivocado".
El Ministerio para la Ilustración Pública y Propaganda no llevó estos principios tan solo a los medios de comunicación y los discursos. Fueron implantados en la sociedad alemana desde las más tierna infancia a través de la educación de los niños y jóvenes (en donde se realizó una estudiada purga de docentes), así como en todas las asociaciones juveniles como las Juventudes Hitlerianas (Hitlerjugend). Absolutamente todo estaba excelentemente orquestado, tanto es así que las ideas esparcidas por parte del nazismo se encuentran aún en la sociedad actual, donde han aumentado los extremismos y los populismos.
Para saber más:
Propaganda Nazi, de Norberto Corella
Goebbels, de Ralf Georg Reuth
Cuatro
Confilegal
Javi Pastor