Hoy como hace siglos, las cogujadas comunes (Galerida cristata, izda.) corretean por los caminos polvorientos, apartándose de los coches con una rápida carrera cuando casi están a punto de atropellarlas. De ahí su nombre manchego, "pájaras tontas", que revela una opinión muy discutible sobre su inteligencia cuando uno se percata de que lo que buscan es alimentarse de los insectos que chocan contra el parabrisas y caen al suelo aturdidos. Su segundo nombre, "pájara moñuda", suena casi igual de manchego pero más descriptivo, y mucho más internacional por su semejanza con el nombre inglés del pájaro, crested lark. Sin embargo, pocas veces se ven cogujadas en Inglaterra, lo cual es chocante cuando sí que crían en el Norte de Francia. Parece que la respuesta está en que son especialmente sedentarias comparadas con sus parientes cercanos las alondras comunes (Alauda arvensis, la skylark, dcha.), frecuentes en la mitad septentrional de Iberia. Es llamativo que en los eriales de nuestro monte siempre se vean unas cuantas parejas de cogujadas todo el año, pero sólo en invierno haya alondras. Los mapas de distribución de ambas especies nos dicen que esto es la norma general: la alondra es sobre todo un ave invernante en el Sur de España, mientras que la cogujada aguanta durante el verano. ¿Acaso estos pájaros, que tanto se parecen, que están muy próximos dentro de la misma familia, se diferencian en algo que al uno le abre las puertas del verano mediterráneo mientras que al otro se las entorna o prácticamente se las cierra? Pues parece ser que sí, y que, en efecto, se trata de unas diferencias tan sutiles como importantes.
La sequía estival es el gran escollo al que deben enfrentarse todos los seres vivos mediterráneos, y es evidente que a unos pájaros de campo abierto sometidos a esta prueba les ayudará muchísimo a superarla el poder ahorrar agua en su cuerpo. Y qué casualidad: las cogujadas tienen un metabolismo más lento que el de las alondras, lo cual las hace generar menos agua de respiración. Además, las cogujadas pierden menos líquido por evapotranspiración que las alondras, en lo que probablemente influyan tanto la capa de grasa que las aísla como, quizá, algo a primera vista tan irrelevante como... ¡la longitud del pico! Al exhalar el aire a través de los cornetes nasales, el pico más largo de la cogujada tendería a retener más vapor de agua que el de la alondra. Aunque esto aún no se ha confirmado como diferencia clara entre ambas especies, es la tendencia general en su familia (Aláudidos).
¿Es la selección natural la causa de estos rasgos? Entonces, seguramente la alondra emigra para evitar el verano mediterráneo, al que no estaría tan bien adaptada como nuestra "pájara moñuda". Pero, desde mi ignorancia, hay al menos otra alternativa: que el origen de estos rasgos sea simplemente que los pollos de la cogujada han crecido en un hábitat más cálido y seco (plasticidad fenotípica)... Si fuera así, entonces el instinto migrador de las alondras sería en realidad lo que las excluye del Sur de Iberia, pero no su capacidad de adaptación. Es una posibilidad, pero personalmente sospecho que la selección natural está muy implicada en este asunto. En todo caso, las cogujadas no sólo no son tontas, ni "vulgares", sino que tienen mucho que enseñarnos, según con qué ojos las miremos.