Un grupo de científicos logró conectar los cerebros de ratas de laboratorio, permitiendo que se comuniquen directamente a través de cables. Los implantes en los cerebros permitieron el envío de señales sensoriales y motoras de una rata a otra, creando la primera interfaz entre cerebros. Los científicos luego estudiaron si la rata que recibía la señal podía interpretarla correctamente. Y en el último paso del estudio, el equipo llegó a conectar los cerebros de ratas que estaban a miles de kilómetros de distancia, explica Jen Whyntie, reportera de la BBC. La investigación fue publicada en Scientific Reports. La recompensa del agua Los investigadores primero entrenaron parejas de ratas para resolver un problema simple: presionar la palanca correcta cuando se encendía una luz para obtener un sorbo de agua. Luego, los científicos colocaron a los roedores en cámaras separadas y conectaron sus cerebros usando microelectrodos. Una rata era la "codificadora". Una vez que ésta presionaba la palanca correcta, su actividad cerebral generaba una estimulación eléctrica en el cerebro de la segunda rata, la "decodificadora". La rata "decodificadora" tenía los mismos tipos de palancas en su cámara, pero no recibió ninguna pista visual que indicara cuál presionar para obtener la recompensa. Para conseguirla, la rata decodificadora tenía que depender de la señal transmitida desde el codificador a través de la interfaz cerebral. Los miembros del equipo luego llevaron a cabo ensayos para determinar qué tan bien el animal decodificador podía descifrar la transmisión del roedor codificador para seleccionar la palanca correcta. La rata decodificadora alcanzó una tasa máxima de éxito de aproximadamente 70%. Aunque la información se transmitía en tiempo real, el proceso de aprendizaje no fue instantáneo. "Lleva unos 45 días de entrenamiento, una hora al día", le dijo a la BBC el profesor Miguel Nicolelis, del equipo de investigadores del Centro Médico de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte (Estados Unidos). "Hay un momento en el que hace clic... De repente, el animal (decodificador) se da cuenta: '¡Ups! La solución está en mi cabeza. Llega a mí'. Y lo hace bien". De Carolina del Norte a Natal Una réplica del experimento vinculó exitosamente a una rata en Carolina del Norte con una en la Universidad de Natal en Brasil. Nicolelis prevé eventualmente ampliar el sistema a un mayor número de animales. "Ya estamos construyendo la instalación (...) se podrían tener millones de cerebros abordando el mismo problema y compartiendo una solución". Y piensa que la idea podría extenderse a los seres humanos. "Vamos a tener una forma de intercambiar información a través de millones de personas sin usar teclados o dispositivos de reconocimiento de voz o el tipo de interfaces que normalmente se usan hoy en día", dijo. "Realmente creo que en unas pocas décadas (...) vamos a saber lo que es comunicarse de esa manera". Pero Nicolelis tiene claro que ello depende del desarrollo de técnicas no invasivas para compartir información entre los cerebros humanos. El profesor Christopher James, un experto en ingeniería neuronal de la Universidad de Warwick (Reino Unido), que utiliza técnicas no invasivas en su propia investigación, explica que actualmente no es posible poner información en un cerebro utilizando sólo la superficie del cuero cabelludo. "Si se quiere obtener la información en el cerebro, la forma de hacerlo es poner los electrodos en el cerebro. Sin embargo, es claramente muy invasivo", dice. Y agrega que la cuestión plantea preguntas éticas. Es una investigación "emocionante", opina el profesor James, y "muestra que es posible sacar información del cerebro (...) y bombearla hacia el cerebro". "Lo que esto demuestra es que la tecnología está aquí. Y el tipo de cosas que deberíamos estar hablando es: ¿Por qué estamos haciendo esto? ¿Y qué esperamos conseguir?".