EL PROFETA, EN LA PLAZA DE SAN CAYETANO, REVELA ÍNTIMAS SINTONÍAS ENTRE PUNTOS ACASO INVEROSÍMILES DEL UNIVERSO
Aunque no cesaban de llegarme noticias suyas, llevaba días sin verlo. Por eso me alegró mucho encontrármelo ayer noche, en la plaza de San Cayetano, en pleno barrio de La Guindalera, justo en ese sitio por el que algunas tarde se ven volar vencejos. Estaba en esta ocasión sentado en una mesa de la terraza del «Con-a-che», justo al pie de la entrada del mercado y, aunque parecía hablar solo, me di cuenta de que los clientes de las mesas de al lado no perdían ripio. Esto decía: «Alguien que aún no existe, pero que ya está en ciernes, algún día verá estas imágenes de fuego y lava como un remoto suceso del que, como yo ahora, o tal vez de un modo por completo diverso, alcanzará a intuir la extraña red, no del todo azarosa pero sí imprevisible, que une cualquiera dos o más puntos dispersos de la geometría universal —esa constante— y que permite el vuelo de la mente y aun el abrazo extendido de lo diverso amable bajo el influjo de la ley universal de la gravedad…, salvo en esa cercanía de los núcleos donde todo es blancura y fuga eterna. De modo que, colegas y coleguis, mostrencos viandantes, guindaleros efímeros y emplazados: no os olvidéis de vuestras raíces celestiales. Sois polvo de estrellas. Yo también. Y ahora mismo me voy a recordarlo». Concluida su perorata se levantó y, moviendo con soltura la capa en que se envolvía, se perdió en dirección a Cartagena. La calle, claro.(LUN, 966 ~ «Las cosas de Nostra»)Giuseppe de Curtis: Il bevitori.