«El día que me vaya de aquí, me pondré una falda de vuelo y bajaré las escaleras como Escarlata O´Hara y diré: A Dios pongo por testigo que no volveré a pisar Toledo.» Esta es una frase que he repetido tantas veces que ya se había convertido en un lugar común en mi trabajo. La había repetido tantas veces que ya sonaba a cuando dices «cuando me toque la lotería», con ese tono de sueño imposible, de improbabilidad absoluta en la que no quieres pensar porque darte cuenta de que eso que ansías no va a ocurrir te quita bastante alegría de vivir y es mejor imaginarlo precioso aunque improbable.
Tenía un cuadro en la pared de mi despacho con una frase del artista Willem de Ridder
If you wait too much for it, it doesn't happen. If you put a lot of effort in it all you get is effort. You shouldn't give a shit. Things happen automatically. That's nice.
Y así ha sido. Ha ocurrido. A finales de julio me puse una falda de vuelo, mi falda de rayas de colores de ser feliz, descolgué mi cuadro y bajé las escaleras con una sonrisa de oreja a oreja y saludando. Creo que no parecía Escarlata, estaba más a medio camino entre Lina Morgan y Norma Duval con treinta centímetros menos pero la felicidad era sin duda real, auténtica y casi casi casi tan absoluta como si me hubiera tocado el euromillones.
Después de siete mil quinientos setenta y ocho días y un millón de kilómetros, hoy dejo de trabajar en los libros de colores. Mañana empiezo en un sitio nuevo, con un proyecto que me apetece todo y un equipo maravilloso. A partir de mañana me espera un trabajo nuevo al que podré ir andando desde mi casa cruzando el Retiro.
En los libros de colores nació Cosas que (me) pasan y de Cosas que (me) pasan y las redes sociales ha surgido esta oportunidad. Mi yo de 2008 no podía saberlo y es mejor que no lo supiera.
«Things happen automatically. That´s nice»
Las cosas (me) pasan porque sí y eso es, a veces, maravilloso.
Estoy feliz.