En 2012 aparecieron en una tumba real maya de Takalik Abaj, en Guatemala, seis enigmáticas estatuillas de cerámica. Ahora la arqueóloga Christa Schieber de Lavarreda y su equipo creen haber descifrado su complejo simbolismo. «Son como marionetas en un teatro», afirma Schieber. Una de sus funciones era acompañar al rey en el inframundo, cuando este murió hacia el año 500 a.C.
Pero también desempeñaban otro papel. Cuatro figuras marcaban los puntos cardinales, las esquinas del universo maya. Otras dos, situadas hacia el este y el oeste, pudieron representar el ciclo diario del amanecer y el ocaso. Este símbolo de constante renacimiento tal vez aludía a la cosecha de maíz –alimento fundamental que rebrota cada año–, una referencia al papel mítico del rey como dios del maíz.