
Pero también desempeñaban otro papel. Cuatro figuras marcaban los puntos cardinales, las esquinas del universo maya. Otras dos, situadas hacia el este y el oeste, pudieron representar el ciclo diario del amanecer y el ocaso. Este símbolo de constante renacimiento tal vez aludía a la cosecha de maíz –alimento fundamental que rebrota cada año–, una referencia al papel mítico del rey como dios del maíz.
