Ninguna criatura puede volar con una sola ala. El liderazgo requiere de la adecuada combinación entre el corazón y la cabeza, entre el sentimiento y el pensamiento. Estas son las dos alas que permiten volar a un líder.
Los líderes deben ser lo suficientemente inteligentes como para comprender los detalles concretos de los desafíos y tareas que deben afrontar. No cabe la menor duda de la importancia del pensamiento analítico y de la claridad conceptual. En nuestra opinión, el intelecto y la claridad de pensamiento son habilidades fundamentales sin las cuales resulta imposible que una persona se acerque siguiera a las puertas del liderazgo.
A pesar de ello, sin embargo, la capacidad intelectual, por sí sola, no hace al líder. No hay que olvidar que la principal misión de un líder es la de motivar, guiar, inspirar, escuchar, persuadir, y hablando en términos más generales, alentar la resonancia [anímica].
Si bien la cultura empresarial vigente suele conceder al intelecto frío y despojado de emoción un gran valor, nuestras emociones siguen siendo más decisivas que nuestro intelecto [para afectar nuestros comportamientos]…
… Aunque es evidente que los líderes necesitan cierto grado de capacitación técnica e intelectual, si solo se mueven en el ámbito del intelecto soslayarán un elemento realmente fundamental.
Consideremos, por ejemplo, el caso de un nuevo director general de una multinacional que trató de cambiar la política estratégica de la empresa y, al cabo de un año, fracasó y fue despedido. Como nos confesó el vicepresidente: “Creía en la posibilidad de transformar la empresa recurriendo exclusivamente al intelecto y sin movilizar emocionalmente a las personas. Para ello pretendió emprender una serie de cambios radicales sin tener en cuenta a las personas que debían llevarlos a cabo. El aluvión de correos electrónicos enviados por los empleados a los miembros de la junta directiva quejándose de un liderazgo tan desconectado fue tal que finalmente decidimos despedirlo.”
Selección de Andrés Ubierna de New Leaders de Goleman, Boyatzis y McKee.