Revista Viajes
Las dos caras de la verdad es simplemente una de las mejores películas que se puede ver en televisión a menudo. Es una historia de suspense muy bien trazada y que tiene uno de los mejores finales que se pueden ejecutar en el cine. Los sucesos van acomodando los hechos y poco a poco va moldeándose un caso aparentemente resuelto.
Lo más notorio de este filme quizás es el debut de un grande como Edward Norton, si bien no es posiblemente su mejor película hay discrepancias en si es su mejor actuación. Debuta a lo grande y vuelvo a meterme con la Academia... mereció el Óscar en lugar de un buen Cuba Gooding Jr. y por delante de un espectacular William H. Macy (Fargo). Edward inicia una carrera cargada de buenas películas e incluso algunas de culto que no dejan lugar a dudas a su categoría.
Su director Gregory Hoblit daba el salto de la pequeña a la gran pantalla con este filme y no lo hizo nada mal. Después su carrera se ha mantenido con algunos buenos títulos sin meter la pata y dejando películas que se pueden ver sin ser una pérdida de tiempo. Porque el cine debe entretener y dejar algo. Richard Gere está ante uno de sus grandes papeles y sinceramente creo que queda infravalorado porque le da naturalidad a las situaciones de intriga.
Laura Linney aparece guapísima y elegante con una ingenuidad que parece innata. Es también uno de sus mejores papeles. La cinta puede hacerse larga, pero no es lo que queda al final de sabor de boca. Queda una historia que sorprende al más crédulo y deja pensando al incrédulo. De como las personas podemos jugar con las situaciones y de como la naturalidad y trasparencia son valores casi perdidos en esta sociedad donde todo vale, donde cualquiera puede intentar revertir sentencias o donde la Iglesia sigue estando en el punto de mira.