
Las especias son, ante todo, muy digestivas. Facilitan las digestión y evitan la formación de gases -el comino y la hoja de laurel que añadimos a las legumbres no es sólo para realzar su sabor-. Los platos con especias provocan una mayor secreción salivar que refuerza la actividad digestiva incrementando los jugos digestivos en general. Son altamente diuréticas y algunas se utilizan para la conservación de alimentos por su poder antiséptico. Algunas especias actúan sobre el sistema circulatorio como la páprika que disuelve los coágulos sanguíneos o el jengibre que actúa como anticoagulante. Otra ventaja del uso de especias es la reducción de sal en el cocinado.Son fuente importante de micronurientes: minerales y vitaminas. Por citar algunas de las más utilizadas: el perejil, tan presente en nuestra dieta mediterránea, no sólo proporciona aroma y un bonito color a nuestros platos. Contiene vitamina C y vitamina A y minerales como el hierro, calcio y potasio. El laurel, al igual que el perejil, posee vitaminas C y A además de calcio, potasio y ácido fólico. La albahaca destaca por sus flavonoides con importante acción antioxidante. La pimienta negra con potasio y calcio es más nutritiva que sus otras variedades. El romero, el orégano y el pimentón también tienen acción antioxidante. El azafrán, potente antidepresivo, es rico en minerales y en vitamina C y, por último, la canela que actúa como un estimulante natural, contiene calcio y potasio.
Desde el 2014 existe una normativa que regula la comercialización de especias y hierbas aromáticas. Gracias a esta reglamentación creada por la Comisión del Codex Alimentarius, los consumidores tenemos garantizada la seguridad y la calidad de las especias y hierbas aromáticas que se encuentran en el mercado.
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