Título: Las guerras de Elena
Autora: Marta Querol
Editorial: Ediciones B
Año de publicación: 2014
Páginas: 458
ISBN: 9788466654104
Han
pasado ya ocho meses desde que leí El final del ave fénix, la
primera novela de Marta Querol, que da inicio a una trilogía. Y en
este tiempo no me he podido quitar a su protagonista de la cabeza.
Estaba deseando leer la
segunda parte, Las
guerras de Elena, cosa
que hice en abril.
Y
por fin ahora he encontrado el tiempo, las ganas y, por encima de
todo, la necesidad de volver a escribir una reseña. Nunca
me ha gustado dejar pasar mucho tiempo entre el final de un libro y
sentarme delante del ordenador a contaros mis impresiones.
No sé si
a vosotros os pasa, pero incluso me gusta escribir la reseña antes
de comenzar una nueva lectura. Pero 2014 está siendo demasiado
caótico y hay que amoldarse a las cosas tal y como vienen. Además,
más vale tarde que nunca, ¿no?
Una
de las cosas que más he disfrutado de esta novela es reencontrarme
con personajes que ya en el primer libro se convirtieron en amigos,
incluso parte de la familia casi. Queridos unos, como Elena o Carlos,
odiados otros, como Dolores o Verónica, pero todos ellos
carismáticos, únicos y necesarios.
Al
comienzo de este segundo libro la autora nos mete de lleno en la
historia. Y así nos encontramos a una Elena agotada, destrozada,
cansada, derrotada. Derrotada por Carlos, que la ha abandonado por
Verónica. Pero, al mismo tiempo, una Elena que no ha perdido su
esencia, su fuerza, su coraje, sus ganas de luchar, de sobrevivir, de
renacer y, por encima de todo, de defender los intereses y el futuro
de su hija Lucía.
La
pequeña es un personaje esencial en la historia. Víctima del odio
que día a día crece entre sus padres y del insaciable egoísmo de
Verónica, su madrastra. Una madrastra peor que la de los cuentos.
Porque decir que es mala es poco. Es un personaje que página a
página nos sorprende por su maldad y hace que, al menos en mi caso,
mi repugnancia, asco y odio por ella creciesen hasta el infinito.
Porque
si algo consigue esta novela es transmitirnos sentimientos, muchos,
muchísimos. Odio por Verónica. Ternura por la pequeña Lucía, tan
frágil, tan vulnerable, tan manipulable. Lástima por Elena, pero
también por Carlos. Lástima y admiración. Porque los dos son
reales, cercanos, humanos. Y creo que eso es lo mejor del estilo de
Marta Querol. Que sus personajes son de carne y hueso. Y precisamente
por eso no son ni buenos ni malos, ni negros ni blancos. Tienen
muchos matices. Y todos ellos nos aportan algo. Porque son capaces de
lo mejor y de lo peor.
Y
esa afortunada ausencia de maniqueísmo combinada con una trama
adictiva, sorprendente, llena de giros, da como resultado una novela
altamente recomendable que sin duda, igual que le ocurre a la propia
Elena, va de menos a más, crece, avanza, mejora y se hace fuerte en
nuestras manos y en nuestros pensamientos.
No
quiero desvelaros nada de la trama porque quiero que la descubráis y
disfrutéis vosotros mismos. Sin duda, si habéis leído El
final del ave fénix
esta segunda parte de la trilogía no solo no os defraudará sino que
cumplirá vuestras expectativas y las superará con creces. Pero eso
sí, os aviso, si leéis Las
guerras de Elena el
final os dejará con la boca abierta y, sobre todo, con unas ganas
inmensas de leer la tercera y última parte de la saga de Marta
Querol y saber qué les deparará el futuro a Verónica, a Carlos, a
Elena y, por encima de todos, a la pequeña Lucía.
Marta
Querol lo ha vuelto a conseguir. Una trama que nos atrapa sin que
podamos resistirnos. Unos personajes carismáticos, inolvidables y
tremendamente cercanos. Unos sentimientos a flor de piel. Y, por si
fuera poco, una ambientación igual o incluso mejor que en El
final del ave fénix.
Porque si en el primer libro de la trilogía la autora nos trasladaba
al Valencia de la Guerra Civil y el franquismo en esta segunda parte
nos hace viajar a los años setenta, el último aliento de la
dictadura y los primeros pasos de la libertad.
Pero
también nos traslada hasta Beirut, la capital de Líbano. Un
escenario que fascina, sorprende y sobresalta a Elena, pero también
a nosotros, los lectores. Y todo por una guerra civil tan sangrienta
y cruenta como la que habían dejado atrás, como lo son todas las
guerras. Pero, sobre todo, por culpa de Djamel, un personaje
enigmático, misterioso, atractivo... y peligroso.
Tan
complejo y completo como todos los personajes de esta historia.
Porque todos tenemos matices, un lado bueno y otro malo, somos
capaces de lo mejor y de lo peor. Todos tenemos batallas que librar.
Y sin duda puedo decir que acompañar a Elena en sus guerras ha sido
una auténtica delicia.
Si te interesa el libro puedes encontrarlo aquí.