El presente artículo le pertenece a Mario Aller, maestro y colaborador de educacontic.es. Lo reproducimos en su totalidad para su lectura pública. Contamos historias para hacernos entender, nos decía Dolors Reig en su blog El caparazón, de lectura imprescindible. Eso ocurrió hace casi un año, pero todavía sigo recibiendo, a través de las redes sociales, avisos y comunicaciones acerca del contenido de aquel post. Imagino que es un tema importante y que por eso interesa, sobre todo por sus implicaciones educativas, de manera especial en el aprendizaje de la lengua escrita. Porque en las investigaciones se demuestra que nuestro cerebro parece estar hecho para las historias, y no tanto para enciclopedias o información digital. En la secuencia narrativa de muchas historias, los héroes y las heroínas son personajes que viven en mundos extraordinarios, aunque a veces también son demasiado normales. Un día reciben una invitación inesperada y todo cambia en ese mundo. Al principio, resisten y se niegan a aceptar la invitación recibida, incluso pueden rechazar algunos de sus propios deseos. Pero un amigo o un aliado los anima y con ellos atraviesan una primera puerta, por la que entrarán directamente en una aventura deseada o soñada. En cualquier caso, después de cruzar esa puerta inicial, aparecerán las pruebas, los enemigos y puede que más aliados. En un momento del relato, en un lugar oscuro y alejado y peligroso, resuelven cierto enigma o prueba suprema. Así es como conseguirán su recompensa. Aunque, con toda probabilidad, serán perseguidos en su camino de regreso, en su retorno a casa y a su mundo ordinario o fantástico. Atravesarán entonces la puerta final de la aventura, y resultarán transformados por esa misma experiencia. Con todo, llegarán al final de esa historia, y llegarán con la alegría y la bendición de los suyos, seguramente con un tesoro que favorecerá una nueva vida. De hecho, nada será como antes... Lo cierto es que las historias ayudan a contextualizar las diferentes situaciones y a darles un impacto más emocional, que facilite su comprensión. El profesor Howard Gardner, creador de la teoría de las inteligencias múltiples, aseguró que, en cierta medida, los cuentos –las historias- funcionan como una lingua franca universal. Por eso, las posibilidades que ofrecen las historias, tanto si se escuchan como si son contadas, son diversas y únicas:
- El hecho de contar es algo tan común que apenas somos conscientes de lo que estamos haciendo, pero las valoraciones y reseñas más recientes aun hablan de la fuerza poderosa de la narrativa y del arte de contar historias.
- Cualquier historia nos permite dividir sus eventos en unidades más pequeñas para que se pueda entender mejor la información que se transmite.
- Además, una historia no solo ofrece información, también nos permite sentir las emociones de los personajes de la narración.
- Las historias involucran a determinadas partes de la mente, y cuando se lee o se escucha una historia, hay muchas zonas del cerebro que se activan.
- Nuestros cerebros, ante una historia, reaccionan como si nosotros mismos estuviésemos viviéndola.
- Cuando leemos o escuchamos una historia, estamos procesando una multitud de imágenes. Dolors Reig, a la que citamos antes, ha escrito sobre este asunto en Lo que pasa en nuestros cerebros cuando leemos, en pantalla o papel, una historia.
- Una persona puede recordar más de 2.500 imágenes con un 90 por ciento de eficacia, de ahí la importancia que ahora mismo tiene la narrativa digital o digital storytelling.