Revista Cultura y Ocio

'Las horas oscuras'. Reseña de Pedro

Publicado el 05 septiembre 2012 por Carm9n @Carmenyamigos
'Las horas oscuras'. Reseña de Pedro
La entrada de hoy no la he redactado yo sino que es la reseña que de Las horas oscuras ha hecho Pedro, uno de los participantes en la lectura conjunta. No tiene blog y ese es el motivo de que la cuelgue aquí. Podéis leerla también en Ciao.
Cada ve parece que facebook va tomando más importancia a la hora de promocionar libros, pues proliferan los sorteos para obtener la última novedad de un autor. Y no me refiero solamente a autores nóveles, que en el fondo es la única manera que tienen para promocionar sus autoeditados libros, sino a autores consagrados, que lo utilizan para mantener contacto con sus lectores y sobre todo, para conseguir nuevos lectores.
Son ya numerosos los libros que he conseguido de esta manera, no solo a través de blogs (es el modo que tienen de promocionarse y el método que emplean las editoriales para dar a conocer algunos libros), sino por sorteos directos de la editorial.
Las horas oscuras tiene para mí esa procedencia, aunque para conseguirlo no me hizo falta ningún sorteo, pues en el anuncio que vi en facebook te regalaban directamente el libro solamente con apuntarte. Sin concurso. Sin sorteo. Y además de un libro que todavía no estaba publicado. Por increíble que pueda parecer es cierto. El libro llegó a mi poder sin gastar ni un céntimo en él, pues me lo mandaron directamente a casa por mensajería.
Muy llamativo es el texto de propaganda con el que nos invitan a leer la novela en su publicidad:
«Cuentan los ancianos que hace mucho, mucho tiempo, cuando el mundo se estremecía por temor al inminente fin del milenio, un forastero llegó a las brumosas tierras de Irlanda con una misteriosa misión. Dicen que ese hombre, un monje atormentado y valeroso llamado Brian de Liébana, huía de unos malvados caballeros de tez pálida y alma oscura, cuyo nombre nadie osa pronunciar en voz alta sin santiguarse.
Los más viejos afirman que Brian y sus compañeros, sabios religiosos venidos de todo el continente, se atrevieron a reconstruir el monasterio de San Columbano, antaño escenario de una cruel matanza. Y aunque algunos juran que profanar esas ruinas supuso el inicio de todas las desgracias, otros opinan que fue la presencia intramuros de una hermosa mujer celta lo que desató la ira de Dios.
Pero si hay algo que nadie niega en esa isla de cielo gris y abruptas costas es que la muerte consiguió atravesar los muros del monasterio y extenderse por los senderos del bosque cual preludio del apocalipsis. Que una mano asesina, certera e impía, se cobró la vida de muchos inocentes y que, durante largos meses, druidas y monjes, nobles y plebeyos vivieron tapados bajo un denso manto de miedo y de sospechas.
Esta es la leyenda. Dejad que os cuente ahora la verdadera historia.» (Página 653)
Lo que no nos termina de aclarar cuando nos hablan de una saga épica es ante qué tipo de novela estamos, porque ese texto lo mismo sirve para una novela de fantasía como para una novela histórica. Quiero dejar muy clara una cosa desde el principio: Las horas oscuras es un novela histórica, una novela que a partir de un contexto histórico tan peculiar como el del fin del primer milenio y un par de personajes que realmente existieron pero que no intervienen en la novela, pasa a crear unos personajes ficticios a partir de los cuales el autor monta toda la historia.
EL AUTOR 
Juan Francisco Ferrándiz (Concentaina, Alicante, 1971) es el autor de esta novela. Poco puedo deciros de este joven abogado al margen de lo que cuenta en la contraportada del libro, pues este es el primer libro que publica en español: se licenció en Derecho y en la actualidad ejerce como abogado en Valencia. Anteriormente publicó la novela "Secretum Templi" (Editorial Marfil) escrita en valenciano. "Las horas oscuras" significa su entrada en el panorama nacional.
ARGUMENTO
Irlanda, año 996.
Brian de Liébana, un monje benedictino avanza lentamente en medio de una fuerte tormenta, atravesando un tupido bosque, con un carro excesivamente cargado con un misterioso contenido que va hundiéndose en el barro haciendo aún más penoso el viaje. Un viaje que tiene su culminación en las ruinas de San Columbano, un antiguo monasterio que fue destruido y quemado en una incursión vikinga, en la cual murió Patrick, el hermano del actual rey de la zona y que en realidad debería ser el rey sin no fuera porque renunció al trono para tomar los hábitos monacales.
Este viaje es en realidad una huida, un intento de salvar en un lejano y remoto lugar del planeta del tesoro que durante tiempo llevan acumulando los monjes. Un tesoro que no es de oro ni de plata. Un tesoro que no es otra cosa que el saber acumulado por los hombres desde tiempos remotos.
Un mundo al borde del caos, en el que los monjes intentan cumplir una misión:
«Mientras las piras de manuscritos paganos arden en el viejo orbe, destruyendo la sabiduría de los antiguos sabios cuyos nombres no son Platón o Aristóteles, nosotros tratamos de recuperarla y protegerla, como prometimos, a riesgo de nuestra vida, pues el regalo más valioso de Dios por debajo de la fe es el conocimiento.» (Página 271)

Una misión que no es fácil, pues se enfrentan a los scholomantes, unos hombres que parecen demonios, con los dientes afilados, la tez pálida y sin ningún tipo de escrúpulos para cumplir su objetivo: destruir ese legado de saber.
«El poder de los Scholomantes es fuerte. Dominan el arte de seducir nuestro lado oscuro, los deseos y las pasiones que ningún humano, ni siquiera un monje, es capaz de controlar totalmente. Somos criaturas incompletas por faltarnos algo o por haber renunciado a ello. Los hombres como Vlad intuyen la carencia y hurgan en ella. Poder, riqueza, venganza, sangre, sexo...» (Página 591)
La lucha entre el bien y el mal es inevitable mientras el mundo tiembla de miedo ante la llegada del nuevo milenio entre las profecías apocalípticas del fin del mundo.

EL LIBRO

Al margen del texto publicitario antes citado, es muy llamativa la portada. Una portada que en realidad no dice mucho sobre el contenido interior del libro, pues en tonos verdes y grises se limita a presentarnos un símbolo celta.
«Una cruz celta se erigía, peligrosamente inclinada, casi en el borde mismo del precipicio, alejada del resto porque en realidad no señalaba un sepulcro. El anillo central representaba una corona de hojas de roble, y en la base tenía un emblema cubierto de musgo. Era una serpiente mordiéndose la cola: el ouroboros.» (Página 353)
Y sin decir nada, lo dice todo, porque el contenido del libro no deja de ser una historia celta, con sus antiguas leyendas de dioses, con unas costumbres que a finales del primer milenio ya estaban muriendo en medio de un paisaje de una tierra que representaba todo para ellos.
Las horas oscuras, porque   realmente el  medievo  supuso para la humanidad un  importante  retroceso , luchas  constantes  de  un  reino  contra  otro ,   sin grandes  imperios  que  controlasen  el mundo y  le dotasen de una cierta paz y con  la amenaza  musulmana que  poco a  poco iba  invadiendo  Europa. No  es extraño    pues    que    en  ese  ambiente  pudieran  calar  hondo  los  mensajes milenaristas  del  fin  del  mundo  entre  una  población  supersticiosa, con una religiosidad que era empleada por los poderosos para seguir dominando.
Basta  con   pensar   que   en   un   mundo   mucho   más   estable   y  con  más conocimientos, la llegada del segundo milenio también supuso un  momento de miedo. Basta con pensar en el llamado ”efecto 2.000” que auguraba la caída de todos los sistemas informáticos. Otro gallo cantaría  si ese  mismo  cambio  de milenio sucediese hoy mismo, en una situación de crisis  y  desesperanza total, en  la  que  parece  que  no  hay  salida  ni  luz  al  fondo  del  túnel  en  el  que nos encontramos.
Y en esos tiempos oscuros y confusos parecía que todo el saber acumulado a lo largo de los siglos estaba a punto de desaparecer. Las bibliotecas ardían y con ellos todo el saber que en ellas se atesoraba. Es aquí donde entraron en juego algunos monasterios, en los que una parte fundamental de su trabajo consistía en guardar copiar y recopilar todo el conocimiento que hasta esos momentos se tenía. Es gracias a ellos que parte de ese saber de la humanidad no desapareció completamente.
Pero por otra parte, conocimiento es poder y así al conservarlo y tenerlo en sus manos, el saber y la transmisión del saber pasaba a estar en manos de la Iglesia, que de este modo pasaba a ser en sí misma una forma de poder. ¿O acaso creéis que los colegios religiosos son un invento actual?
A ese afán de cultura, de saber, de recoger todo el vestigio de los textos antiguos es al que hace referencia esta novela, a aquellos esforzados monjes que lloraban de alegría ante el descubrimiento de una perdida biblioteca. A ellos y a la lucha que tuvieron que mantener frente a aquellos que querían destruir todo vestigio de cultura, de saber, como si este conocimiento procediera del maligno, y al mismo tiempo contra aquellos que querían apoderarse de estos conocimientos para usarlos en beneficio propio para controlar el mundo.
Es  inevitable  al  leer  este  libro que  no venga  a mi  mente el recuerdo de El nombre de la rosa. Es cierto que la ambientación no es la  misma, pues aunque ambas  transcurran  básicamente  en  un monasterio, nada  tienen  que  ver  los monjes  benedictinos  de  esta  novela, tan preparados para empuñar una ligera pluma como una pesada espada. Pero por otra parte, hay muchas similitudes en esos refectorios en que los monjes se empeñaban  en  transcribir  los  libros, en crear con  delicadeza bellas obras  de  arte  en  miniatura para ilustrarlos. Unas obras que  podían  servir  para el bien como en  el caso de Las horas oscuras, o contener la muerte como ocurría en El nombre de la rosa.
En ambas se nos habla de una cultura que ahora  mismo se  nos escapa, de una concepción  del mundo  diferente, de  una concepción del saber  que  para nada tiene que ver con la que tenemos nosotros. Una cultura que se refleja con las claves que se esconden en la   biblioteca  que los monjes construyen en el destruido monasterio de San Columbano. Biblioteca que refleja el orden del mundo, con una planta superior que equivale a las regiones celestiales con las Sagradas Escrituras y las obras teológicas. Unas plantas intermedias donde se recogen las artes del Trivium (retórica, gramática y dialéctica), el Quadrivium (aritmética, geometría, música y astronomía) y en el que incluyen los relatos de los druidas. Por último, en la parte inferior, en los subterráneos, aquellos conocimientos como la magia que se asoman al mundo del mal.
No busquéis el monasterio de San Columbano, pues no existe. El autor se inspiró para crearlo en el monasterio de Glendaloguh. Pero San Columbano sí existió. Fue un monje irlandés de finales del siglo VI que pasó al continente, dominado en gran parte por tribus bárbaras para evangelizarlo y para culturizarlo, pues en sus monasterios la conservación y la expansión de la cultura fue una de sus misiones.
A otra figura legendaria se hace referencia en el libro, pues Patrick, el rey que renunció  a  la  corona  para  hacerse monje, toma  el  nombre  de San Patricio, el santo patrón irlandés, que fue un misionero nacido a finales del siglo IV que llevó el cristianismo a las costas irlandesas.

IMPRESIÓN PERSONAL

Hay que reconocer que la campaña de promoción ha sido muy importante. Otra cosa es que el libro esté a la altura de lo prometido, de esa gran saga épica. Lo cierto es que con tanto bombardeo, esperaba bastante más. Lo de menos son algunos fallos (o al menos yo los considero como tales) como el poner situaciones del siglo XX en el X. Por ejemplo:
«La joven que se acercaba risueña tenía veinticinco años y llevaba su juvenil lozanía con elegancia regia.» (Página 243)
Es cierto que hoy día una mujer de veinticinco años es casi una cría, pero en el siglo X una mujer de treinta años era a casi una anciana, que las expectativas de vida no eran las actuales. De hecho con quince años y menos eran ya todas unas mujeres listas para morir en un embarazo.
Más me molestan algunas incongruencias narrativas en las que no voy a entrar a fondo para no destripar el argumento, pero la “inocencia” de Brian de Liébana monje-soldado que protagoniza la novela me resultan en muchos momentos muy poco creíble y en otros simplemente nada creíble. ¿Cómo aceptar que alguien con una misión muy importante a la que ha entregado su vida, de buenas a primeras lo ponga todo en peligro para salvar a una mujer a la que no conoce de nada? Que la historia de amor entre dicho monje y la mujer a la que salva no me termine de convencer es evidentemente algo muy personal, pero que contribuye también a disminuir la nota de esta novela.
Una novela que no nos llamemos a engaño, está destinada a tener continuación a poco que le vayan bien las ventas con esta primera entrega. Porque aunque la historia principal queda culminada, el enfrentamiento no ha llegado a su conclusión. Ha terminado una batalla, pero no la guerra, con lo que es evidente que aún quedan batallas (es una manera de hablar) por contar.
Pese a los puntos negativos expuestos, la novela se lee con creciente interés, pues a pesar de que tras un comienzo impactante el ritmo decae un tanto, lo cierto es que vuelve a remontar.
Probablemente lo mejor es la ambientación de la historia, con la atmósfera de misterio que consigue crear en torno a la misión de los monjes y de aquellos que se oponen a ellos, esa mezcla de las leyendas celtas y sus druidas con las leyendas posteriores de seres demoníacos a modo de vampiros. Porque no es casual que el nombre del hombre que se enfrenta a Brian de Palma sea Vlad, justamente el mismo nombre que Vlad Tepes, más conocido como Vlad el empalador y que dio origen a la leyenda de un personaje hoy mundialmente conocido: Drácula.
RESUMIENDO
Una novela entretenida con muy buena ambientación pero con un ritmo irregular, que afortunadamente va de menos a más y algunas incongruencias narrativas que no terminan de convencerme.
El libro es entretenido, pero no lo pondría en la lista de libros preferentes.

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