Aunque se inició el 18 de julio (maldita fecha) de 2.014, este pavoroso incendio fue noticia toda la semana. Por su duración, porque calcinó casi 3.000 has (de monte bajo, robledal y pinares) y afectó a varios municipios (Cogolludo, Tamajón y Arbancón).
Han pasado tres años, pero no lo hemos olvidado. Recordamos con temor la angustia vivida (quizás porque la sequía actual supone un inmenso riesgo de repetir la tragedia), con orgullo la actuación de las brigadas (que nos hicieron comprender que necesitan más efectivos y más medios) y con vergüenza el comportamiento de algunos políticos.
Las huellas de esta catástrofe son muy visibles desde los miradores naturales cercanos, como la Torrecilla de Jócar. No tengo palabras para expresar lo que siento cuando veo estas imágenes.
Cierto que la naturaleza se encargará de regenerar las zonas quemadas,… pero ¿en cuanto tiempo? Unos 100 años dicen los expertos. ¿Que tal si las administraciones echan una mano? No basta con cortar los árboles quemados y retirar la madera… hace falta algo más… O nuestros nietos no verán la zona como la conocimos nosotros.
Lar-ami
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