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Las humedades existentes en las iglesias españolas y el uso de sistemas de calefacción poco adecuados originan unos cambios bruscos de temperatura que afectan negativamente al patrimonio artístico contenido en su interior.
Además, muchas de ellas sufren los efectos de las humedades, sobre todo aquellas ubicadas en las zonas más altas de nuestra geografía.
El empleo de sistemas de calefacción inadecuados o el hecho de mantenerlas en funcionamiento durante solo unas horas resultan totalmente ineficientes.
El hecho de apagar y encender la calefacción de manera frecuente produce fuertes fluctuaciones ambientales que generan una subida importante de la temperatura y una posterior caída de la humedad relativa en las zonas altas de la iglesia, afectando al contenido de la misma. De este modo las propiedades físicas de pinturas y murales o de los elementos realizados en madera se alteran, produciéndose grietas, fisuras y presencia de manchas de humedad.
Por otro lado, la sensación de confort de los feligreses tarda mucho en producirse pues el aire caliente asciende a las zonas más altas.
Teniendo además en cuenta que el calor inicial que desprenden estos sistemas es absorbido por las paredes que se encuentran frías y con un gran contenido de humedades, la subida de temperatura tarda en producirse.
Solamente en las celebraciones especiales como pueden ser determinados actos de Semana Santa las iglesias registran un aforo completo. Es en estas ocasiones cuando ayudado por el propio calor humano que generan los feligreses se produce una sensación térmica agradable.
Aunque la solución no es idéntica en todas las iglesias, pasa por solucionar problemas de humedades en muros y en controlar el tipo, el tiempo y la intensidad en el uso de la calefacción para que las diferencias de temperatura sean mínimas.