Aunque existen varias enfermedades comunes que son propias de los bebés, una de las que más veces se sufren y por la que prácticamente todos los niños pasan es la infección de oídos. Los pediatras calculan que antes de los 3 años, al menos el 80%-90% de los bebés pasan por una. Sin embargo, aunque en la mayoría de los casos el tratamiento es simple, y la administración en casa lo soluciona en apenas días; se dan otros en los que la cosa se complica por infecciones continuas que se repiten una y otra vez. Y lo dolorosas que resultan hacen que los padres se preocupen para poder aliviar el malestar que sufren los pequeños. hoy en Pequelia queremos contarte por qué se producen tan a menudo.
En realidad, que los niños sufran de otitis más que la media de los adultos es una cuestión de desarrollo. Mientras los niños son pequeños, porque hablamos de una infección que afecta sobre todo a los bebés, vemos que su sistema auditivo, exactamente igual que el de un adulto, pero en pequeño, tiene menos espacio entre el oído medio y la trompa de Eustaquio, que es precisamente la zona que se afecta cuando se produce la infección de oídos. Además, las trompas de Eustaquio hasta los 3 años son más planas, lo que aumenta dicho riesgo. Por esa razón, cualquier otra enfermedad común como puede ser un resfriado, o una alergia hace que se produzcan en el lugar concentraciones de gérmenes que derivan luego fácilmente en una otitis.
Aunque no vamos a poder evitar del todo que nuestro bebé se infecte, porque sería prácticamente mantenerlo aislado, sí que resulta importante conocer las situaciones que aumentan el riesgo de la otitis. Así por ejemplo, el humo del cigarro, ir a la guardería con el riesgo de contagio, el uso en exceso del chupete o tomar el biberón cuando se encuentra acostado parecen ser motivos para que la incidencia de la infección de oídos sea mayor de lo habitual.
Para detectar una infección de oídos en los bebés más pequeños, hay que estar atentos a síntomas como los cambios de repente en su comportamiento, como por ejemplo excesiva irritabilidad o llanto sin control. También pueden producirse vómitos o diarreas. Y los niños más grandes son capaces de indicártelo llevándose las manos a las orejas, explicando que es allí dónde se concentra el dolor. Si tienes dudas, lo mejor es acudir al pediatra a que les revise y te indique el procedimiento a seguir.
Imagen: Arthur Neto
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Las infecciones de oídos en los bebés