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Las islas de la prudencia.

Publicado el 24 agosto 2014 por Miguelmalaga
LAS ISLAS DE LA PRUDENCIA.Como todos hemos nacido como seres morales y jamás sentimos atrofiada nuestra capacidad de juzgar, es lógico que, ante cualquier caso que llame nuestra atención, nos lancemos a la menor ocasión a opinar acerca de hechos recién sucedidos - nuestra sociedad exige cada vez más inmediatez y menos reflexión - de los que no hemos sido testigos y de los que carecemos de los más mínimos elementos de juicio. Nos basta con que los medios, ansiosos de ofrecer noticias que generen una súbita indignación, aseguren que algo ha sucedido, sin haber contrastado información alguna, para que lo que debería tratarse con la más elemental prudencia, se convierta en hechos probados y condenados y sus autores en unos monstruos merecedores de un castigo ejemplar, dado lo evidente del delito, dado que sus propios rostros criminales son la mayor evidencia del mismo.

El mismo día de la supuesta violación múltiple de la feria de Málaga empecé a ver en facebook y otras redes sociales fotos de los supuestos criminales, conminando a que se compartieran, quizá para que los ciudadanos de bien tengan más fácil ejercitar la justicia por su mano si se los encuentran por la calle. La ola de indignación creció con las imágenes de los familiares de los acusados acudiendo a apoyarlos a las puertas del juzgado. A veces me pregunto que es lo que mueve a tanta gente a maldecir públicamente a cualquier presunto autor de los crímenes que consideramos más abominables - violaciones, asesinatos, pederastia - y a su vez a apoyar a políticos del partido propio cuando son acusados de corrupción. Parece que hay ciertos delitos que producen una especial fascinación y morbosidad en gran número de personas, que reaccionan expresando públicamente su repudio y maldiciendo a sus presuntos autores. Siempre limpia la propia conciencia comprobar que por ahí se mueven personas mucho peores que uno mismo, que dejan nuestras malas acciones en meras anécdotas. Quizá esa es la causa de tanto grito en internet y en la puerta de los juzgados. La gente quiere que se sepa que ellos están del lado de la decencia. Podría ser una reminiscencia de los tiempos inquisitoriales, cuando convenía que los demás nos vieran como buenos cristianos, por nuestras acciones e incluso por nuestros pensamientos, pero más bien me parece una exhibición muy propia de estos tiempos, en los que toca publicar fotos de lo que hacemos en cada instante, retuitear frases de autoayuda e indignarse colectivamente ante determinadas noticias.
Hay que apelar al valor de la prudencia, intentar ahorrar estos espectáculos de desgarramiento de vestiduras, de falta de juicio. Es mejor contenerse un poco y, ante las ganas de indignarse, tener siempre a mano Furia, de Fritz Lang, para reflexionar acerca de lo irracional que se vuelve a veces el poder de la masa. Todavía hoy, una semana después, sigo leyendo opiniones indignadas con la decisión de la jueza (la califican de oscura jueza), como si ellos hubieran sido testigos directos de los hechos o hubieran visto el vídeo y asistido a los interrogatorios de los implicados. Yo no me voy a irritar más o menos si estos muchachos son declarados culpables o no. Lo único que me interesa es que se indague en la verdad de los hechos de una forma totalmente objetiva, que es el ideal de la justicia. Lo peor de todo es que, para rematar, hemos tenido que escuchar una de esas frases memorables del baboso del alcalde de Valladolid, que debe ver a George Clooney cada vez que se mira al espejo... Cuánto daño se le ha hecho a las mujeres durante esta semana... Las agresiones sexuales que tantas soportan, no son un asunto que deba sujetarse a tanta frivolidad.

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