Numerosas islas forman parte del territorio de Noruega, entre ellas las Lofoten. Estas hermosas islas con altas montañas tienen la ventaja de ser accesibles por carretera gracias a que están unidas entre sí por puentes y por un túnel con el continente.Las pequeñas poblaciones que las conforman viven principalmente de dos fuentes: la pesca y el turismo.
Dedicamos el día a ir recorriendo las islas despacito, parando en cada rincón a disfrutar de sus hermosos paisajes de mar y montaña y de sus encantadores pueblos marineros.
El sol luce con fuerza, aunque en algunos puntos las temperaturas bajan hasta los 12° y la niebla nos envuelve; pero la tónica general son cielos despejados y calor.
También el paisaje va cambiando según avanzamos y las grandes llanuras van sustituyendo a las altas montañas, sin que estas desaparezcan por completo.
Hacemos noche en el aparcamiento del museo vikingo de Bostad, en la isla de Vestvagoy (indicado en el mapa)
El día comienza con la visita al museo vikingo.
El museo, bajo mi punto de vista, no explica demasiado bien cómo era la vida de los vikingos, pero por contra tiene la ventaja de ser muy visual e interactivo. Por lo que nos contaron tampoco es fácil saber cómo vivió realmente este pueblo, ya que no dejaron ningún documento escrito. La mayoría de los escritos sobre ellos fueron redactados por los islandeses.
Todos los utensilios están al alcance de la mano y se pueden tocar y portar libremente. Así te puedes hacer a la idea, por ejemplo, de lo difícil que era levantar una espada o lo mucho que pesaba un caso.
Lo más representativo de este museo es la reconstrucción a escala real de uno de los edificios vikingo más grande
Dentro, además de los objetos, hay "vikingos" inmersos en sus actividades cotidianas como cocinar, tejer, etc.
A ellos puedes preguntarles cualquier cosa que quieras conocer más a fondo sobre la vida de este pueblo de saqueadores y guerreros.
Tuvimos la suerte de que uno de ellos era un chico español que estaba trabajando allí los meses de verano y nos contó un montón de cosas.
ras un pequeño paseo llegas a un lago en el que puedes subirte a un
Fuera del edificio hay una zona con algunos animales, como jabalís. T Drakkar, la típica embarcación vikinga.Nos sorprendió que tan pequeño hubieran sido capaces de llegar hasta Islandia y a las costas de Gran Bretaña y España.
Sin duda eran hábiles marineros.
En el misma lugar está la que sin duda es la zona favorita de los niños y de muchos mayores; el sitio donde probar tus dotes como fiero vikingo practicando el tiro al arco y el lanzamiento de hachas.
Recorrer todo el museo disfrutando de cada posibilidad nos llevó finalmente tres horas. El precio de las tres entradas fue de 48 €.
Nuestro siguiente destino, Reine. Este es al parecer el pueblo más fotografiado de las Lofoten y no nos extraña en absoluto.
Su enclave al borde del mar, rodeado por impresionantes montañas y su arquitectura típica de casas de madera y palafitos (viviendas apoyadas sobre estacas y construidas sobre el agua) hacen de Reine una autentica joya para la vista.
La última parada del día, ya para pernoctar, la hacemos en un pueblecito de nombre aún más pequeño: A (con circulito encima) que al parecer significa riachuelo.
Un lugar que también merece un buen paseo.
Nuestro viaje ha llegado a los 5000 km recorridos.
En el siguiente relato cogeremos un ferry para regresar al continente y pondremos rumbo hacia Trondheim saliendo definitivamente del círculo polar ártico. Y visitaremos la carretera atlántica con sus famosos puentes curvos y la intrincada carretera de los troles.