Revista Coaching

Las jerarquías deben existir pero no notarse

Por Falcaide @falcaide

Las jerarquías deben existir pero no notarseEl otro día en twitter hacía referencia a una frase de José Manuel Casado, Presidente de 2C, en el que decía: “Las jerarquías deben existir pero no tienen por qué notarse”. Ello dio lugar a un debate interesante con @Mkylogica (http://www.myklogica.es/).
Al hablar de management en un puesto de dirección hay que tener muy claro el binomio potestas (poder) y auctoritas (liderazgo). Tan importante es el uno como el otro, aunque a menudo el primero, para la mayoría de la gente tiene connotaciones negativas y además se pasa por alto. Sólo con liderazgo no se consiguen resultados.
¿Qué significa poder?
Una cosa: capacidad de decisión; capacidad para ejecutar. Todos sabemos que cuando uno acude a cualquier organización o reunión, una de las primeras cosas que uno intenta saber es quien manda. No es casualidad, porque a quien hay que seducir es a quien tiene en sus manos el poder de tomar decisiones. Todos sabemos que muchas propuestas y proyectos no llegan a buen puerto porque se quedan a mitad de camino en la escala empresarial, no llegan a quien deberían llegar.
Contaré una cosa. Cuando Ferrán Adriá empezó a ser conocido gracias a sus sucesivos premios de The Restaurant Magazine, muchas empresas empezaron a tocar su puerta para empezar a hacer negocios con él. El chef puso una condición para atenderles, que él siempre trataría con la persona que mandase en la empresa. Puso esa condición porque muchos mensajes e ideas se diluyen en el camino de la comunicación hacia arriba, a veces sin mala intención y otras de manera interesada.
¿Es imposible que exista una organización sin jerarquía? No, no es posible. Eso es el caos. Tal vez en un “mundo ideal”, cien por cien utópico donde todos sus miembros se autogestionan de manera perfecta pudiese ser, pero como eso no existe son necesarias personas que marcan las directrices, el marco de actuación y las coordenadas. Además, hay personas que el exceso de libertad les causa ansiedad, necesitan pautas de actuación muy claras para no sentirse perdidos.
Otra cosa diferente es que el poder se utilice para restregárselo a los demás, como herramienta para exhibir que está por encima del resto y dejar claro “quién es quién”. Eso daña las relaciones y merma el compromiso. Como sabemos muchas empresas han eliminado de sus tarjetas de visitas el cargo, de tal modo que esa jerarquía que a veces conscientemente y otras inconscientemente se genera en la relación, se diluya y facilite la comunicación. Lo mismo sucede con los despachos de puertas abiertas u otros símbolos que lo que buscan es generar un clima de comunicación contextual más favorable para la interrelación personal.
¿Qué significa liderazgo?
Básicamente la capacidad de movilizar a un conjunto de personas para la obtención de unos resultados. Por tanto, según este binomio apuntado (eje x: liderazgo y eje y: poder) tenemos 4 tipos de directivos según dispongan de ninguna, una o de las dos condiciones:
1. Directivo Dictador: tiene poder pero no liderazgo. Es la clásica figura del ejecutivo autoritario y mandón, el de “aquí se hace lo que yo digo”. Está muy extendida porque con poder en esta vida se pueden conseguir muchas cosas, sobre todo si uno sabe que el resto no tienen alternativas (como ahora con la crisis). ¿Funciona este modelo? Sí, pero sólo a corto plazo. La gente necesita comer y no se mueve hasta que no tiene una ocasión de emigrar, cosa que antes o después ocurre.
2. Directivo Revolucionario: tiene liderazgo pero no poder. Es la clásica persona capaz de seducir y arrastrar al resto pero con nula capacidad para llevar a cabo lo que desea. No genera resultados ni a corto ni largo plazo.
3. Directivo Líder: tiene liderazgo y tiene poder. Es la persona que no sólo es capaz de movilizar a su gente porque tiene credibilidad sino que también puede ejecutar todo aquello en lo que cree. Sus resultados se producen a corto y largo plazo.
4. Directivo Incompetente: no tiene liderazgo y no tiene poder. Pocas palabras podemos decir en este caso. Una persona que no sólo no se ha ganado al resto de colaboradores sino que además no tiene ninguna capacidad para movilizar.
En resumen, un directivo debe tener, primero, poder, y segundo, liderazgo, para que la organización camine con buen rumbo tanto en el corto como en el largo plazo.
Las jerarquías deben existir pero no notarse


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