Revista Cine

Las lágrimas que no verás

Publicado el 13 octubre 2015 por Jesuscortes
LAS LÁGRIMAS QUE NO VERÁS Perdido entre películas-monumento de una época en que todo era posible en el cine americano, "This is my love" parece un producto rutinario de la RKO, un melodrama de interiores y escaso alcance, apetecible sólo como complemento de otros con más perspectiva, más intensos.
Que sea una inverosímil mezcla de casi todos los géneros entonces en su punto álgido supongo que tampoco invita a crear grandes expectativas, porque - buena paradoja - viene firmado por un cineasta que se probó en todos como Stuart Heisler y no cometió osadía ninguna en juntarlos para la ocasión.
Tal vez con la firma al pie de Ray, Fuller, Kazan o Losey (no sé si con la de Lupino, Endfield o Quine) con otro casting "probado" en las producciones de prestigio de las que parece descender (mejor con las consignas de Stanislavski presidiendo la función), otra suerte hubiese corrido este durísimo y complejo retrato de una mujer sencilla, Vida (Linda Darnell, mejor que nunca), atrapada en una esquina enloquecedora de la América de 1954.
Qué pocas ínfulas y cuánto desencanto destilan las imágenes de Heisler para haber sido capaz de concitar en ochenta y siete minutos un drama, un musical, un melodrama, un thriller y hasta una comedia, sin alterar la presión de una historia de aspecto rutinario, que no hubiesen armado mejor - yéndonos ahora a los maestros - ni King ni Dwan, quizá las referencias más precisas para comprender cómo se pensaba (por hombres) una women's picture.
LAS LÁGRIMAS QUE NO VERÁSDe una época en que las películas tomaban no sólo el nombre de una canción (de la olvidada Connie Russell) sino todo su sentido, un mecanismo cinematográfico tan sencillo como reservar para esta sensible Vida el silencio, la quietud, es suficiente para articular todo.
La cámara, siempre de un lado para otro, simplemente se detiene y la acompaña, atenta, cuando ella emborrona páginas con su máquina de escribir - lo único que le dejan hacer sin comprobar el resultado - o cuando dispone de unos momentos para pensar al cerrarse una puerta y cesar momentáneamente los gritos de los clientes del bar que atiende, los de su cuñado impedido (un amargado y antitético Dan Duryea) o los de su novio pueblerino, no sólo desconsiderados e indiferentes con quien se empeña en mostrarse siempre inmune, sino realmente crueles, implacables.
Esa fortaleza, siempre en el límite de la indefensión, de no reaccionar ante el ruido y la mala educación, permitir que la vida tome un camino indeseado si se salvaguarda hacia los adentros lo reconfortante y lo añorado, una de las más difíciles de gestionar, es precisamente la que pondrá a prueba una oportunidad amorosa - poca cosa: con un empleado de gasolinera womanizer de maneras almibaradas, muy seguro de sí mismo, frío, desleal - que revierte en detonante fatal para todos y sobre todo para ella.
El amor del título desde luego no es él, sino el que ella es capaz de dar.
LAS LÁGRIMAS QUE NO VERÁS Consecuentemente con ese punto de vista desde el que Heisler la mira, nada de cuanto le sucede lo trae la mala suerte o las confabulaciones ajenas a su personaje, que hubiese sido un recurso - también de testada eficacia en taquilla - para poder presentarla como una víctima y buscar la identificación del espectador a cambio de reducir la película a ser un melodrama esquemático y previsible.
De resultas, "This is my love" es un film adulto frente a muchos de nuevo cuño centrados en jóvenes, incómodo, claustrofóbico, nada complaciente con sus habitantes ni con el "estado de las cosas" de cualquier ciudad media o pueblo norteamericano de la era Eisenhower, pero sin esa mirada crítica (y mucho menos irónica) adjudicada como valor extra a unos pocos cineastas extranjeros a veces con tan poco fundamento como el hecho, palmario, de que no tenían los apegos de Heisler por quienes podían ser, sin ir más lejos, sus hermanos, sus hijos o sus padres. 

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