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Las Leyes de la Moralidad y el voto republicano

Por Peterpank @castguer
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Puesto porJCP on Oct 31, 2012 in Autores

Las Leyes de la Moralidad y el voto republicano

Jonathan Haidt es un psicólogo que escribe fundamentalmente sobre moralidad y sobre emociones, y en particular sobre la del asco. La mayoría de sus trabajos están disponibles aquí, bien directamente o bien pidiéndolos ( los envían a vuelta de correo). Voy a comentar aquí un artículo suyo en la revista digital The Edge, donde analiza las razones que tiene la gente para votar a los republicanos en USA, pero donde de paso nos cuenta algunas ideas interesantes sobre su visión de la moralidad. Se esté o no de acuerdo con él , yo creo que son enriquecedoras y dignas de tomar en consideración, y nos conducen de nuevo por la vía que iniciamos en el post sobre las tres grandes de la moralidad.

Comienza el artículo Haidt preguntándose por qué precisamente la clase trabajadora y rural norteamericana vota republicano cuando sus intereses económicos estarían mejor servidos por políticas demócratas. Los psicólogos han opinado tradicionalmente que un estilo parental estricto y una variedad de inseguridades personales se unen para volver a la gente en contra del liberalismo, la diversidad y el progreso. Pero estudios más recientes de este tema llevan a otro diagnóstico: el conservadurismo es un rasgo de personalidad heredable que predispone a algunas personas a ser cognitivamente inflexibles, fans de la jerarquía y temerosos de la incertidumbre, el cambio y la muerte. Se vota a los republicanos porque ofrecen “claridad moral” una visión simple del bien y del mal que activa miedos profundamente enraizados en una buena parte del electorado. Los demócratas, por contra, apelan a la razón y ofrecen opciones políticas para un mundo complejo.

En la comunidad de psicólogos, donde casi todos son liberales, se diagnostica y se despachan entre risas los esquemas, frases y trucos de los republicanos para engañar a la población y que apoyen sus políticas ( la guerra al terror y demás…). Los demócratas se sienten superiores moralmente y piensan que no tienen nada que aprender de las otras ideologías pero de esta manera, siempre según Haidt, no van a ver una de las principales razones por las que los norteamericanos han votado  a los republicanos durante los últimos 30 años: honestamente prefieren la visión republicana del orden moral a la que ofrecen los demócratas. A entender lo que los demócratas se están perdiendo es  a lo que dedica Haidt su artículo, y para ello hay que reflexiona acerca de lo que es realmente la Moralidad.

Haidt empezó a estudiar la moralidad y la cultura en la Universidad de Pensilvania en 1987. Entonces, la definición prevalente de moralidad era la de el psicólogo Elliot Turiel: “los juicios prescriptivos sobre justicia, derechos y bienestar pertenecientes a cómo deben relacionarse unas personas con otras”. Pero, si la moralidad va de cómo tratamos a los demás, ¿por qué dedican tanto espacio  los textos antiguos a normas acerca de la menstruación, lo que podemos comer o no, o a quién pude tener sexo con quién? No hay una forma racional, o centrada en la salud , de explicar estas normas ( ¡por qué los saltamontes son kosher y la mayoría de las langostas no?). Según Haidt, la emoción del asco explica mejor los temas morales. El libro del Levítico, por ejemplo, tiene mucho más sentido si pensamos que los antiguos legisladores clasificaban los temas en dos categorías: “Me da asco” ( sexo homosexual masculino, menstruación, cerdos, enjambres de insectos…) y “Me da menos asco” ( sexo homosexual femenino, orinar, vacas, saltamontes…)

En sus trabajos, Haidt enfrenta a los sujetos experimentales con situaciones hipotéticas como la siguiente: un coche mata accidentalmente al perro de una familia y la familia lo trozea, lo cocina y se lo come para cenar. Otro ejemplo sería que un hermano y una hermana tienen relaciones sexuales consentidas, con preservativo,se lo pasan muy bien pero deciden no hacerlo más. ( alguna otra historia es algo más asquerosa como que un hombre se compra un pollo para cenar en la carnicería, pero antes de cenarlo tiene relaciones sexuales con él). Lee estas historias a los sujetos en USA y en Brasil y encuentra que la mayoría de la gente dice que estas historias están moralmente mal, aunque no hay daño para nadie. Y esta investigación le lleva a Haidt a dos conclusiones. Primero, cuando los sentimientos nacen de las tripas el razonamiento desapasionado es raro. De hecho, la gente fabrica consecuencias dañinas que justifiquen la condena basada en las tripas que ya sienten dentro de ellos. Por ejemplo, dicen que comer un perro puede dar enfermedades o que el sexo entre hermanos puede llevar a enfermedades en los hijos, aunque Haidt había recalcado previamente que el sexo es con preservativo, por ejemplo. Todo esto son racionalizaciones a posteriori que ilustran la opinión de David Hume de que “la razón es esclava de las pasiones y no puede pretender otra cosa que servirlas y obedecerlas”. Dd aquí nace la Primera Ley de la Psicología Moral: Los sentimientos vienen primero e inclinan el campo de juego mental en el que las razones y los argumentos compiten. Si la gente quiere llegar a una conclusión, encontrará la manera de llegar a ella, pero la conclusión es previa y nace de las tripas. Los demócratas no han “pillado” esta norma y creen que se convence ala gente con razones y argumentos.

La segunda conclusión es que los dominios morales varían entre culturas. La descripción de Turiel de la moralidad como relacionada con la justicia, los derechos y el bienestar humano sirve para estudiantes de Pensilvania pero no para captar las preocupaciones morales de clases menos elitistas como las clases trabajadoras de los dos países (USA y Brasil) donde es más probable que justifiquen sus juicios hablando acerca del respeto, del deber y de los roles familiares ( p.ej. “tu perro es tu familia y simplemente no te comes a tu familia”). Haidt coincide con Shweder ( el principal autor de las Tres Grandes de la Moralidad, con el que Haidt estuvo trabajando con una beca en la India) y formula así la Segunda Ley de la Psicología Moral: la moralidad no va de cómo tratamos al otro, sino de unir a los grupos, apoyar instituciones esenciales y vivir de una manera noble. Cuando los republicanos les dicen a los demócratas que “no lo pillan”, se refieren a esto. Las posiciones de los conservadores sobre armas, gays, Dios o inmigración deben ser entendidas como una manera de que la sociedad sea ordenada moralmente. Cuando los demócratas  rechazan estas posiciones usando psicología pop se equivocan y se ganan la etiqueta de “elitistas”. Pero, ¿ cómo pueden los demócratas aprender a ver – y no digamos respetar- un orden moral que ellos consideran estrecho de miras, racista y corto?

En este punto Haidt nos cuenta su experiencia personal en la India. Relata cómo fue a trabajar con Shweder en Bhubaneswar siendo un ateo liberal de 29 años. Al principio se encontraba en un estado de shock y de confusión. Cenaba con hombres mientras las mujeres les servían en silencio y después se retiraban a  la cocina. No podía dar las gracias  a los criados. La gente se lavaba o cocinaba con agua sucia que ellos consideraban sagrada. Resumiendo se vio inmerso en una sociedad religiosa, que segregaba los sexos y jerárquicamente estratificada. Pero gradualmente empezó a amar a esa gente y empezó a ver un mundo moral en el que las familias -no los individuos- son las unidades básicas de la sociedad ( en esto coincide con otra división clásica de las culturas en individualistas y colectivistas) y los miembros de cada familia extendida ( incluyendo los criados) son intensamente interdependientes. En este mundo, la igualdad y la autonomía personal no son valores sagrados. Honrar a los mayores, los dioses y los invitados, o cumplir con los propios deberes es más importante. Cuando miraba a USA desde este punto de vista le parecía que la gente era muy indivualista y centrada excesivamente en sí misma. Por ejemplo, en el avión de vuelta a Chicago escuchó: “dígale que es el compartimento encima de MI asiento y que tengo el DERECHO a usarlo”. De vuelta en USA, empezó a pensar que las políticas conservadoras y liberales eran manifestaciones de visiones en conflicto profundo de lo que debía ser una buena sociedad, visiones igual de sentidas a nivel emocional por cada bando.

Si miramos la sociedad hindú ,o la cristiana, desde la definición de Turiel ( justicia, derechos, bienestar) no salen muy favorecidas, favorecen la jerarquía, la discriminación por roles sexuales, hacen a la gente rezar y perder tiempo en rituales que aparentemente no sirven para nada, pero según Haidt no tiene sentido imponer nuestra propia visión de la moralidad, surgida de la Ilustración europea, en todas las culturas. Haidt propone una definición alternativa de la moralidad que es la siguiente: Moralidad es cualquier sistema de valores relacionados entre sí, prácticas, instituciones, y mecanismos psicológicos que trabajan de forma conjunta para suprimir y regular el egoísmo y hacer posible la vida social. Resulta que las sociedades humanas han encontrado vías totalmente diferentes para suprimir el egoísmo, dos de las cuales son importantes para entender lo que los demócratas no entienden acerca de la moralidad.

Imaginemos primero la sociedad como un contrato inventado para el beneficio mutuo. Los individuos son iguales y se les debería dejar que se muevan libremente, que desarrollen sus talentos y que formen relaciones como quieran. El patrón de esta sociedad contractual sería John Stuart Mill que en su libro Sobre la libertad escribió: “ El único propósito para el que se puede utilizar el poder legítimamente sobre cualquier miembro de una comunidad civilizada, en contra de su voluntad, es para prevenir el daño a otros”. Esta visión es muy atractiva para liberales y libertarios. Una sociedad de este tipo sería un lugar pacífico, abierto, creativo donde los individuos respetarían los derechos de los demás y se unirían de forma libre. Los psicólogos han estudiado los mecanismos que se presuponen en una sociedad  tipo Mill y hay dos que son parcialmente innatos. Primero, la gente de todas las culturas es sensible emocionalmente al sufrimiento y al daño y prácticamente todas las culturas tienen normas  para proteger a los individuos y cuidar  a los más vulnerables. Segundo, la gente de todas las culturas es sensible emocionalmente a los temas de reciprocidad e imparcialidad, que llevan a nociones de justicia y derechos.

Pero ahora imaginemos la sociedad no como un acuerdo entre individuos, sino como algo que emerge orgánicamente en el tiempo a medida que la gente encuentra maneras de vivir juntos, vinculándose entre sí, suprimiendo el egoísmo de cada uno y castigando a los  que se desvían y van por libre. La unidad social básica no es el individuo, sino la familia estructurada jerárquicamente, que sirve como modelo para otras instituciones. Los individuos en tales sociedades nacen dentro de relaciones fuertes que limitan su autonomía. El patrón de esta otra visión sería el sociólogo Durkheim que advirtió en contra de la anomia ( la ausencia de normas), en 1897: “El hombre no puede vincularse a fines más elevados y someterse a una  norma si no ve nada por encima de él a lo que pertenecer. Liberarse a sí mismo de toda presión social es abandonarse a sí mismo y demoralizarse”. Una sociedad tipo Durkheim sería una red estable compuesta de muchos grupos  superpuestos que socializan, modelan y cuidan al individuo, el cual, abandonado a sus instintos, perseguiría placeres egoístas, carnales y vacíos.

(La historia evolucionista nos permite elegir entre estas dos visiones contrapuestas, es decir, podemos  saber cuál ha sido nuestra historia real. El primer tipo de sociedad propuesto por Mill, o por Rousseau, no ha existido nunca. La sociedad de la que provenimos los homínidos y los primates superiores es la de la vida en grupo, somos animales sociales. Nunca hemos sido individuos que se unieron por contrato social. Nacemos ya dentro de una familia y de una tribu o grupo social. Nuestras características psicológicas surgen y están afinadas para la vida en grupo y no se comprenden sin esa perspectiva)

Basándose en Durkheim y Shweder, Haidt clasifica los sistemas psicológicos sobre los que se fundamenta la moralidad en cinco campos en lugar de los tres grandes que utiliza Shweder, pero ambas clasificaciones son en realidad muy similares. Son los siguientes:

  1. Daño/Cuidado
  2. Imparcialidad/Reciprocidad.
  3. Endogrupo/Lealtad ( implica mecanismos que evolucionaron durante nuestra larga historia de tribalismo)
  4. Autoridad/Respeto.(implica antiguos mecanismos primates para manejar el rango social, el estatus, matizados por la obligación de los superiores de proteger a los subordinados, función que cumplen los machos alfa en los chimpancés, por ejemplo)
  5. Pureza/Santidad

Como vemos, lo que hace Haidt es subdividar la Etica de la Autonomía de Shweder en dos: Daño/ Cuidado y Reciprocidad/Imparcialidad y también divide la Etica de la Comunidad en Endogrupo/Lealtad y Autoridad Respeto, pero las dos clasificaciones son muy parecidas

Lo que ocurre es que los liberales basan su ética en los dos primeros principios ( 1 y 2), que también utilizan los conservadores, pero los conservadores utilizan además los otros principio éticos( 3,4 y 5), que son rechazados por los liberales. Según Haidt,  la mente moral es como un ecualizador de audio, de esos de la cadenas de alta fidelidad, con cinco deslizadores para diferentes partes del espectro moral. Los demócratas utilizan una parte del espectro moral más pequeña que la que utilizan los republicanos. La música que escuchan los demócratas puede sonar bien a los demás demócratas pero a los votantes republicanos les suena incompleta y hueca.

En el libro The Political Brain, Drew Western señala que los republicanos se han convertido en el partido de lo sagrado, apropiándose de temas como Dios, la fe, la religión y los símbolos sagrados de la nación como la bandera y lo militar. Los demócratas, por contra, son el partido de lo profano, de la vida secular y de los intereses materiales. Los demócratas piensan que los votantes son consumidores, a los que hay que convencer con las políticas. Pero los demócratas no se dan cuenta de que la política se parece más a la religión que a ir de compras. La religión y el liderazgo político están tan entrelazados en todas las épocas y culturas porque tratan de lo mismo: del milagro de convertir a los individuos en un grupo. Durkheim ya dijo que Dios es la sociedad proyectada en los cielos, una ilusión colectiva que permite  los colectivos existir, suprimir el egoísmo, y perdurar. Los tres factores fundamentales para Durkheim ( el grupo, la autoridad y la pureza) juegan un papel fundamental en la mayoría de las religiones. Cuando estos tres factores desaparecen de la vida pública lo que queda es una nación de individuos luchando por maximizar su propia utilidad respetando las normas pero ese frío contrato social degenera fácilmente en una nación de consumidores. En opinión de Haidt, los demócratas deberían aprender que la sociedad no es solo una colección de individuos sino una entidad en sí misma que necesita cuidados y atención. El lema de la nación es “e pluribus unum” ( uno a partir de muchos) y cuando los demócratas apoyan políticas que  debilitan la integridad y la unidad del colectivo ( tales como el multiculturalismo, bilingüismo o inmigración) están demostrandoq eu se preocupan más del pluribus que del unum. Y esto les aleja del electorado.

¿Podrían los demócratas expandir su espectro moral sin traicionar sus principios? La dimensión grupo/lealtad apoya el patriotismo y el autosacrificio que pueden conducir a un peligroso nacionalismo pero en dosis moderadas proporciona un sentimiento de “todos somos uno” lo que es una receta para un alto capital social y bienestar social. Un estudio reciente de Robert Putnam encontraba que la diversidad étnica aumentaba la anomia y el aislamiento social al disminuir el sentimiento de pertenencia a una comunidad compartida. Los demócratas deberían tener cuidado, por tanto, con esta celebración de la diversidad. Si el propósito de los programas de diversidad es combatir el racismo y la discriminación estos objetivos serían mejor servidos animando a la asimilación y al sentimiento de identidad compartida. Incluso el fundamento pureza/santidad podría ser utilizado para causas progresistas ya que la santidad no tiene por qué venir de Dios; la psicología de este sistema trata de vencer a nuestros instintos más bajos para llevar una vida más elevada, noble y espiritual. Muchos liberales critican la sociedad de libre mercado y de intereses puramente materialistas en que vivimos y, de hecho, existe una tradición liberal antimaterialista muy antigua, que enlaza también con una reverencia y respeto por la naturaleza. El interés por los problemas ambientales y de los animales se suele defender con el lenguaje del Daño/Cuidado pero sería más eficaz esta defensa si se suplementar con dosis, o un toque, de Pureza/Santidad.

La dimensión Autoridad/Respeto puede ser la más dura de usar para los demócratas pero de lo que trata este principio en el fondo es de mantener el orden social, por lo que, por ejemplo, los norteamericanos no confiarían en un líder que fuera “blando contra el crimen”. Los demócratas deberían darse cuenta de la importancia del sistema de justicia criminal. El milagro de convertir individuos en grupos solo se puede llevar a cabo castigando a los aprovechados y tramposos. Esto se puede hacer de una forma autoritaria o utilizando el principio de Imparcialidad/Reciprocidad, pero si no se hace de ninguna manera y se tolera a los tramposos y engañadores la gente lo verá como una especie de sacrilegio. Si los demócratas quieren entender lo que lleva a los ciudadanos a votar republicano primero deben entender el espectro completo de preocupaciones morales de los norteamericanos y deberían considerar si pueden utilizar una parte mayor de ese espectro. Desde luego tienen que olvidarse de la falsa creencia de que la población vota republicano porque les han engañado para hacerlo.

PS- Paralelismo Moralidad-Sistema Inmune.

La definición de Haidt de Moralidad:”Moralidad es cualquier sistema de valores relacionados entre sí, prácticas, instituciones, y mecanismos psicológicos que trabajan de forma conjunta para suprimir y regular el egoísmo y hacer posible la vida social”, me ha hecho recordar lo que hablábamos sobre las mutaciones somáticas y el cáncer. Decíamos que el sueño de toda célula es convertirse en dos pero que el S.Inmune impide que las células vayan por libre y se encarga de defender el bien común: la vida multicelular. Por analogía, podemos pensar que la Moralidad cumple en la sociedad humana la misma función que el S. Inmune cumple en los organismos multicelulares. Es llamativo el paralelismo. Desde este punto de vista, los psicópatas serían equivalentes a las células tumorales, individuos que van por libre y solo se preocupan de su bienestar sin atender al bien común.

Pitiklinov



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