Revista Opinión

Las malas compañías y sus resultados desastrosos (Sermón dominguero)

Publicado el 07 agosto 2022 por Liberal

Señores de Dios: abrid vuestras biblias al libro de Lucas, capítulo 22, empezando por el versículo 55. Leo de la Reina Valera Antigua, por supuesto: «Y habiendo encendido fuego en medio de la sala, y sentándose todos alrededor, se sentó también Pedro entre ellos. Y como una criada le vió que estaba sentado al fuego, fijóse en él, y dijo: Y éste con él estaba. Entonces él lo negó, diciendo: Mujer, no le conozco. Y un poco después, viéndole otro, dijo: Y tú de ellos eras. Y Pedro dijo: Hombre, no soy. Y como una hora pasada otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente también éste estaba con él, porque es Galileo. Y Pedro dijo: Hombre, no sé qué dices. Y luego, estando él aún hablando, el gallo cantó. Entonces, vuelto el Señor, miró á Pedro: y Pedro se acordó de la palabra del Señor como le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Y saliendo fuera Pedro, lloró amargamente.»

Cristo había sido entregado en manos del enemigo, y ahora fue procesado ante un tribunal de juicio de sus enemigos. Este fue sin duda un período de prueba en la vida del Salvador. Si alguna vez hubo un momento en que sus amigos deberían haber estado de su parte, éste era el momento. Allí estaba siendo juzgado por su vida, y sus enemigos recurrieron a los métodos más bajos para condenarlo. Tristemente, todavía existen personajes así como Pedro, que se rinden como cobardes pecadores ante los enemigos de la verdad y la razón. ¿Dónde estaba Pedro, que había dicho, poco tiempo antes, que moriría antes de dejar o negar a Cristo? ¿Cuántos de vosotros sois así en realidad? Dices «soy cristiano, soy cristiano», pero ante la presencia de compañía pecadora y mundana, callas como una ramera mientras pisotean la Palabra de Dios, tus propias libertades y mancillan el honor que pertenece a Dios y su pueblo electo. «Que haya paz», dices. Te da igual si, por ejemplo, en tu presencia consumen drogas. El cristiano que no se aparte de malas compañías es un cristiano que está en alianza con el Diablo.

Pedro no estuvo mucho tiempo en esa muchedumbre hasta que su religión fue probada tan severamente que se halló falto. El discípulo cristiano más serio está en peligro cuando hace de los enemigos declarados de Cristo sus compañeros preferidos. Las malas compañías han hecho que muchos cristianos nieguen a su Señor. Cada vez que veas a un cristiano profesante buscando la compañía de los impíos, es una señal segura de que su fe se encuentra en una crisis o, incluso, me atrevo a decir que pongo en serias dudas que sea cristiano verdaderamente salvo por la fe.

Es difícil para nosotros darnos cuenta de la maravillosa y extensa influencia que nuestros compañeros ejercen sobre nosotros. A menudo somos inconscientes de esta influencia; no podemos sentirlo, viene sobre nosotros tan gradualmente. Pero sin que te des cuenta, te tiene atrapado en sus manos viciosas, y te cuesta trabajo ser liberado de su poder. ¡Es simplemente espantoso los gravísimos pecados que los compañeros de un hombre le hacen cometer! Miles de jóvenes prometedores han sido llevados a las tumbas de borrachos y drogadictos por malas compañías; miles de jóvenes interesantes han sido llevados al enorme y atroz pecado de tomar el nombre de Dios en vano por sus malvados y profanos compañeros; miles de jóvenes han perdido sus esperanzas y arruinado sus perspectivas de vida porque sus malvados compañeros los han conducido a alguna discoteca con música de la más depravada e inmoral, que es la puerta misma del infierno; miles de preciosos jóvenes de ambos sexos, han sido conducidos por sus malvados compañeros a otras guaridas de vicio y maldad, donde han perdido su virtud y han cometido la mayor parte crímenes atroces, no sólo contra Dios, sino también contra el hombre; sí, miles y miles de almas inmortales han sido llevados al precipicio de la destrucción eterna por sus malvados compañeros.

Supongo que nunca hubo un hombre que fue al infierno sin arrastrar a alguien más con él a esas llamas de tormento eterno. Este es un pensamiento aterrador, y uno que debería hacernos tratar de ejercer una influencia para el bien, y uno que debería hacernos tener cuidado en cuanto al carácter moral de las personas que elegimos como nuestra comunidad fraternal. Todo hombre influye, y todo hombre está influenciado. Hay una influencia que sale de cada hombre, y hay una influencia que envuelve a cada hombre. Nos conviene mantener nuestros ojos en alerta y nuestro olfato agudizado para detectar las malas compañías. Tenga cuidado de no ejercer una influencia que sea para mal; y ten cuidado de que la influencia que otros hombres ejerzan sobre ti no sea para mal. Dios te va a hacer responsable por la influencia que ejerces sobre tus semejantes, y te hará responsable de la influencia que ejercen sobre ti. Hay una doble responsabilidad en este asunto.

Examinemos un poco más el caso de Pedro. Él consiguió meterse en malas compañías; se metió en una multitud donde la religión del Señor Jesucristo fue despreciada, donde estaba de moda negar a Cristo y maldecir y jurar. Pedro se sentó entre estos hombres y llegó a ser uno de ellos. ¿Quién hubiera pensado que Pedro hubiese estado entre esta multitud de hombres, que eran enemigos declarados de Cristo, especialmente cuando era tan manifiesto que el deber lo llamó a otro lugar cercano? ¿Y quien se habría imaginado que Pedro habría sido culpable del gran pecado que cometió mientras estaba en compañía de esos malvados? Sin embargo, si consideras los pasos que condujo a este enorme pecado, veremos que no es tan sorprendente después de todo. Si Pedro hubiera seguido el camino del deber antes de llegar a esa situación, no es del todo probable que se le hubiera encontrado en tan mala compañía; y por lo tanto no habría estado tentado a negar su Señor. Un pecado lleva a otro. Una persona no se convierte en un pecador notable en un día. Es un proceso, porque el envenenamiento es gradual. Mirad si no el ejemplo de la famosa música titulada «rock cristiano», un verdadero oxímoron. Primero empiezan diciéndote «pero mira, la letra es totalmente cristiana», pero poco a poco, el que imita los estílos mundanos de los hijos del diablo, acaba siendo como ellos. Ya tenemos el ejemplo (y hay cientos y cientos) del grupo DC TALK, que hace poco expresó su apoyo inequívoco por Black Lives Matter. ¿Qué tiene de cristiano apoyar a Black Lives Matter, un movimiento del mismísimo Satanás? Miremos por un momento los pasos que Pedro tomó antes de llegar a su gran pecado y veréis un hilo común entre todos los cristianos que no denuncian por activa y pasiva a las malas compañías por cobardía.

  1. El primer paso: La autoconfianza, también conocida como «autoestima». Pedro estaba empezando a pensar bastante bien en su propia bondad y su propia capacidad espiritual. No creía que hubiera ninguna posibilidad de que él alguna vez abandonara al bendito Maestro. Después de que Cristo le había dicho que iba a negarlo tres veces antes de que cante el gallo, él dijo: “Aunque muera contigo, no lo haré.” Y después que Cristo dijo a los discípulos que todos se iban a ofender por culpa de él Pedro dijo: “Aunque todos se escandalicen por causa de ti, sin embargo, nunca seré ofendido.” Yo os digo que hasta el discípulo más fuerte está en peligro cuando comienza a apoyarse en los brazos débiles y traicioneros de la carne humana. Ese fue el primer paso de Pedro en su carrera espiritual descarriada. Ahí empezó a preparar el camino para su caída cuando estaba haciendo esos afirmaciones seguras de sí mismas. Muchos de vosotros hacéis exáctamente eso. «Buah, yo escucho rock cristiano o bailo en la discoteca de vez en cuando y no pasa nada, pues sigo creyendo en Dios y voy a la iglesia el domingo». Ya…

2. El segundo paso: La dejadez, la flojera, la indolencia. Cristo estaba en el huerto de Getsemaní con sus discípulos. Apartó a Pedro, a Santiago y a Juan de los otros discípulos, y les dijo que velaran y oraran mientras él avanzaba un poco más y caía en tierra bajo la pesada carga del pecado, que pesaba tanto sobre su alma. Después de un rato regresa y encuentra a los discípulos realmente dormidos. Señala a Pedro entre los demás y le dice: “Simón, ¿duermes? ¿No pudiste velar una hora? Y luego se fue por segunda vez, y a su regreso los encontró dormidos de nuevo. En lugar de hacer lo que Cristo le había mandado hacer, Pedro se estaba relajando en el sueño. Se está preparando para sentarse entre los enemigos de Cristo. La indolencia y la ociosidad son los padres de una innumerable cantidad de pecados. Si el cristiano quiere caer en el pecado, simplemente déjelo ser «tal como es», una frasecita existencialista muy de moda en los últimos 50 años en Occidente. «Sé tú mismo», dicen. ¡Claro! Pero ese «tú mismo» resulta es un ser depravado. El hombre recto debe hacer el bien a diario, y tener deberes. La indolencia es el taller del diablo — donde se fabrica toda clase de pecados. Lo vemos ahora con el «labor shortage», es decir, la falta de mano de obra. En Occidente, cientos de miles de jóvenes se niegan a trabajar porque les sale más rentable vivir de las paguitas que le quitan al contribuyente sufrido, por lo general un señor de clase media, recto y cristiano. Padres, escuchadme bien: si permites que tu hijo mayor de edad viva contigo gratis, estás contribuyendo a su pecado y desobedeces las leyes de Dios. Un ejemplo de esto llevado al extremo lo vemos en España: miles de jóvenes que superan los 17 años viven con sus «papis», con todo pagado. Las madres les tienden hasta la cama. No, NO es «cultural», es PECADO. En España, hasta los años 60, los padres obligaban a sus hijos a pagar y contribuir si se quedaban a vivir en casa. No se permitía la desfachatez, ni el descaro actual. A partir de los años 80, España se ha convertido en un ejemplo de país de pandereta, de «sol, playa, fiesta», y vicio a tope (España es uno de los países más drogadictos del mundo), pero España es un país pobre y con una juventud indolente y totalmente anticristiana, como muchas otras occidentales.

3. El tercer paso: La indecisión y la vacilación. Pedro había declarado más de una vez que moriría antes de negar a Cristo; en poco tiempo, sin embargo, abandona a Cristo. Más indeciso que una putita de barrio. ¡Vacilante! Primero «estoy contigo Cristo», y luego desertor de la causa del Salvador por completo, y encima pretendiendo llegar a un miserable «acuerdo» siguiéndole «de lejos», como muchos supuestos cristianos hoy en día que dicen «amo a Cristo», pero solo el domingo durante la hora del sermón y poco más. No hay nada que sea más detestable en el cristianismo, en la vida cristiana que la indecisión y el espíritu de concesiones a los enemigos. Es el deber del cristiano ser tan firme e inamovible como las colinas eternas cuando las cuestiones de principios están en juego. No debe hacer concesiones de ningún tipo con el mundo. Si se vuelve indeciso en su adhesión a Cristo y comienza a comprometerse con el mundo, no se sabe cuál será su final. El cristiano que quiera andar en el camino del deber debe ser firme y decisivo. Debe estar decidido en cuanto a lo que debe hacer y debe decidirse en cuanto a lo que no debe hacer. No se puede ser como Pedro en esta situación: primero en un lado de la valla, y luego en otra parte. Pónte del lado del Señor, y permanece en él; pues esta es la única posición segura que puedes ocupar.

4. Cuarto. Pedro dio un paso más antes de llegar al precipicio: se aventuró innecesariamente en malas compañías. Cuando una persona se desvía del camino correcto, es muy fácil mantenerse desviado; y cuando se desvía del camino correcto, es muy probable que se produzca un desastre antes de que
se detenga. Mirad a Pedro. Se desvió del buen camino apoyándose en brazo débil de la carne; luego se durmió cuando Cristo le dijo que velara; luego siguió a Cristo de lejos; luego se metió en malas compañías; y luego llegó a la caída final, la maldición, el juramento y la negación tres veces repetida. Ya ves, este grave pecado no nació en un momento. El corazón de Pedro se había estado preparando para ello durante varias horas. Pedro siguió alejándose de Cristo, hasta que llegó a los enemigos de Cristo, y después de juntarse con ellos, estaba preparado para cometer cualquier pecado. Solo considera cómo se desarrolló en el pecado mientras estaba en esta mala compañía. Cuando fue acusado por primera vez de ser uno de los discípulos de Cristo dijo: “No sé lo que dices”. En el siguiente ataque, dijo: «No conozco al hombre». Al tercer ataque, comenzó a maldecir y jurar, diciendo: “No conozco al hombre”. Y este es Pedro, aquél discípulo seguro de sí mismo, que había dicho algunas horas antes de esto que moriría antes de negar a ¡Cristo! “Aunque muera contigo, no te negaré”.

Así vemos el gran pecado que Pedro fue llevado a cometer por estar en mala compañía. Dejó a Cristo y se asoció con los enemigos de Cristo, y esta fue la ocasión de su gran pecado. Cito al gran escritor puritano, el inglés Matthew Henry: “La mala compañía es, para muchos, una ocasión del pecado; y aquellos que innecesariamente se lanzan a sí mismos al terreno del diablo, los que se aventuran entre sus multitudes, no puede esperar otra cosa que ser tentado y entrampado, como le pasó a Pedro, o puede ser ridiculizado y abusado, como su Señor; apenas pueden salir de tal compañía sin un sentido de culpabilidad, dolor, o ambos. El que guarde la mandamientos y el pacto con Dios, debe decirle a los impíos: apartaos de mí.”

Si consideramos algunos de los agravantes de la enfermedad pecaminosa de Pedro, veremos qué enorme pecado fue. Cristo le había dado una advertencia justa de que este pecado vendría. Cristo le había dicho a Pedro que lo negaría tres veces antes de que el gallo cantara. Pedro debería haber estado al acecho; y en vez de caer en la tentación como hizo, debería haberla evitado. Mientras se reunía alrededor de ese fuego con esos sirvientes del sumo sacerdote, que eran enemigos de Cristo, él debería haber sabido que estaría tentado a negar su Salvador. Por lo tanto, debería haberse mantenido alejado de mala compañía. Debería haberse mantenido cerca del lado del salvador. ¿De verdad esperas otra cosa de los enemigos de Dios? Tú no puedes ser un cristiano inteligente, lógico, consecuente, si por un lado dices creer en las leyes de Dios, pero por otro lado te reunes con quienes quieren abolirla. No se puede estar con Dios y con el Diablo a la vez. Por eso me asombran tantas cosas…por ejemplo, me asombra como no pocos padres cristianos dejan que sus hijos estudien en un colegio público, y se sorprendan que su hijo vuelva a casa mofándose de la Biblia, defendiendo además las fronteras abiertas, y todo tipo de perversiones peores que no puedo nombrar aquí. ¿Qué otra cosa te esperabas por mandar a tus hijos a estudiar directamente entre los demonios más depravados, que son la mayoría de «profesionales» de la educación pública actual? O, cuando un cristiano joven me dice, todo sorprendido, que se «burlaron» de Él en la discoteca cuando se negó a hacer algún acto sexual. «Mis amigos no me entienden y me ridiculizan», dice. ¡Claro! ¿Acaso esos «amigos» son cristianos? ¿Cómo no se van a burlar de ti si son discípulos de Satanás y obran, llevan vidas, infernales?

Otra cosa que agravó el gran pecado de Pedro eran las solemnes promesas que le había hecho a Cristo de no abandonarlo. Apenas unas horas antes de la negación, Pedro le había dicho a Cristo que moriría antes de negarle. Pero cuando Pedro se metió entre malas compañías, rompió estas promesas en pedazos. Los otros discípulos pensaron que Pedro era inamovible cuando estaba haciendo esas solemnes promesas a Cristo; los estimaron muchísimo, como hacen los romanistas hoy; estaban casi listos para ponerlo en la silla papal. Pero, después de la negación, creo que estaban tan lejos de tal cosa como tú o yo. Os digo que la conducta de Pedro en esta ocasión es fatal para la doctrina católica romana de la investidura papal y la supuesta «infalibilidad» del papa.

Por lo tanto, el cristiano debe ejercer el mayor discreción en la selección de sus compañeros diarios. Por supuesto, es casi imposible para nosotros mantenernos totalmente alejados de los impíos. De hecho, esto no sería deseable. Es inevitable tener algún trato con ellos porque «así es la vida». Pero no estamos obligados a tenerlos como nuestros compañeros de vida. Déjame advertirte en contra de mantener amistad con quienes profanan el nombre de Dios, los que violan la ley del Día del Señor que exige descanso, y cuyo aliento está saturado con el olor que proviene de la embriaguez o los porros. No veo cómo es posible para un hombre asociarse con tales personas y mantenerse sin mancha ante santo Dios.

Recuerda la caída de Pedro. Su caso debe servir como advertencia para cada discípulo de Cristo. TENED CUIDADO con las malas compañías. ¡Antes solo que mal acompañado! Si te asocias habitualmente con los malvados y los impíos, tu sensibilidad espiritual caerá en desgracia. Tus habilidades para juzgar entre el bien y el mal estarán embotadas. Pronto comenzarás a mirar el pecado con menos aborrecimiento que antes. Después de un tiempo, incluso no condenarás aquello que una vez aborreciste y rechazaste. Como sigas con tus malvados compañeros de viaje, que tienen como destino el infierno, tú también acabarás en ese destino. Caerás a su nivel. Pensarás que la blasfemia no es un pecado tan atroz después de todo; pensarás que no hace mucho daño profanar el día del Señor, pensarás que no hay nada de malo en salir de vez en cuando a una discoteca, o escuchar música rock, hip hop, jazz, y demás sonidos sensuales, dirás que «eso de las patrias da igual tio, todos somos seres humanos, que haya unidad»….violando así la clara ley de Dios que exige la separación. Cuando un hombre se encuentra entre malas compañías, su velocidad en el pecado es semejante a una progresión geométrica.

Cuando el cristiano comienza a equivocarse, nadie puede saber a dónde va a parar. Una de las formas más fáciles para un cristiano caer en la tentación es asociarse constantemente con hombres y mujeres que toman a la ligera la fe y la autoridad de la iglesia. Cuando se está reunido con los que profanan el
nombre de Cristo y su iglesia, ¿cómo puedes vivir como un cristiano debe vivir? Pronto comenzarás a perder interés en la iglesia, y después de un tiempo te identificarás con tus malos compañeros, aun en sus pecados. La única medida de seguridad que debe seguir un cristiano es obedecer la Biblia donde dice: «Por tanto, salid de en medio ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis la cosa inmunda, y yo os recibiré». Si te asocias con el inmundo, interrumpirás tu comunión con Dios tan seguro como el día sigue la noche. Hay un poder irresistible en el mal compañerismo, que, después de un tiempo, hará que cometas pecados que una vez te habrían hecho sonrojar. Ya te he dado el ejemplo de Pedro el apóstol cuando se metió entre malas compañias. Juró, maldijo, y mintió. NEGÓ al SEÑOR JESUCRISTO.

No es indiferente, por tanto, la compañía que eliges. Es tu obligación bíblica, vinculante, elegir buenas compañías. Permíteme grabar este asunto en tu corazón, con todo el fervor de mi alma. Te digo, las malas compañías enfriarán la fe de cualquier hombre. Las malas compañías socavarán los mismos cimientos de tu fe, y arruinará tus esperanzas, destruirá tu celo, y detendrá vuestro crecimiento en la gracia. Paraliza todos los esfuerzos de llevar una vida divina. La mala compañía es desastrosa para la piedad personal y la piedad vital. Déjame suplicarte que te cuides de las malas compañías. No asociaos con el hombre que toma el nombre de Dios en vano; no te asocies con el hombre que profana el santo día de reposo; no te asocies con el hombre que tiene como su amigo íntimo las drogas demoniacas, no te asocies con aquellos hombres que confunden libertad con libertinaje, y que se ponen de parte de los delincuentes. Nunca te asocies con hombres que se burlen de tu santa fe. Porque, si te asocias con tales individuos, sufrirás. Dudo mucho que tú seas más fuerte que el propio Pedro, y míra lo que le pasó a él.

Permitidme que os exhorte de nuevo al deber de usar la mayor discreción en la elección de vuestros compañeros cotidianos. Tenga cuidado a quién selecciona; ten cuidado a quien rechazas. Asociaos con los buenos, los verdaderos, los piadosos, los piadosos, los sobrios y los puros. Evita lo profano, lo impuro, lo escéptico y lo vicioso. Evita asociarte con gente que se dedica exclusivamente al ocio. Hay una influencia elevadora y edificante que emana de los buenos y los puros. Hay una influencia santificadora en el ambiente de la buena compañía. Pero, por otro lado, si usted realmente tiene fe y se ha reunido con mala gente, con gentuza, sentirás ganas de salir y llorar amargamente. La tendencia de las malas compañías es alejarte siempre de Dios y de todo lo bueno; es un camino al infierno y sólo hacia el infierno. Por tanto, lo que os dije antes, os lo vuelvo a decir: acordaos del desastroso naufragio de Pedro, y alejaos de las malas compañías. Si eres un joven ahora mismo en esta situación, pídele perdón a Dios, arrepiéntete y vuelve al camino recto de la pureza, la razón, y la rectitud.

Oremos: Padre, gracias por darnos otra oportunidad de conocerte y compartir tu Palabra en libertad. Pido que ayudes a los jóvenes cristianos en el mundo, que vacilan a la hora de defenderte. Señor, guíales para que no les tengan miedo a tus enemigos y ayúdales a denunciar a los malvados con todas sus fuerzas. No les dejes caer en la tentación, y líbrales del mal y de los malvados. Amén.


Os dejo aquí el vídeo con el ejemplo de Pedro negando a Cristo. Es lo de siempre en malas compañías: risitas, mofas, cinismo, violencia, degradación y la presencia misma de Satán.


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