Revista Cuba

Las mansiones señoriales en Cuba, un anzuelo para la inversión extranjera

Publicado el 07 abril 2015 por Yusnaby Pérez @yusnaby

La economía en la isla caribeña. El negocio de bienes raíces crece a raíz del deshielo entre Washington y La Habana. Agentes inmobiliarios aseguran que se realizaron compras de residencias con precios de entre 300.000 y un millón de dólares.

Son páginas web muy elementales, con listas de avisos de ventas de casas, sin mucho diseño y pocas fotos. No sólo es por falta de marketing sino porque si fueran un poco más sofisticadas colapsaría la conexión y nadie podría verlas. “Casa tipo capitalista, de 4 habitaciones, en El Vedado, 60.000 cuc (unos US$ 65.000)”.

El mensaje tiene tres imágenes, un teléfono de contacto y un par de datos más. Avisos como éste se multiplicaron en los últimos dos años, con el levantamiento de las restricciones para comprar y vender propiedades en Cuba. Pero desde el deshielo de las relaciones en La Habana y Washington, en diciembre pasado, las expectativas por la llegada de inversiones extranjeras impulsaron aún más el negocio inmobiliario.

La llegada de dinero a la isla se multiplicó por cuatro desde 2013. Ahora un residente en Miami puede mandar 2.000 dólares a Cuba cada tres meses. Esto hace que el dinero que antes llegaba de manera ilegal y se guardaba como ahorro pueda ser puesto en el circuito económico con menos dudas.

Hasta el momento, la posibilidad de que extranjeros compren propiedades en suelo cubano está vedado por ley, salvo excepciones muy limitadas. Y hasta que se revea esa política -algo que no parece lejano- los empresarios del exterior hacen negocios poniendo a lugareños de confianza que les prestan los nombres.

Otro de los fenómenos es que los exiliados en Miami, ante la flexibilización migratoria y los precios baratos, comenzaron a pensar en tener su casa para un futuro en su lugar de origen. “Algunos lo piensan como un futuro regreso a su terruño y otros simplemente como un negocio. No hay manera de que ninguno de ellos pierda plata. Si van a venir inversiones, empresas, turismo, en La Habana una propiedad va a multiplicar su valor. Muchos se apuran para comprar antes de que el precio suba. Si se le abre la canilla a los yanquis, todo va a costar más caro porque va a haber quien lo pague”, explica Jorge Rendón, uno de los tantos gestores que hoy se encargan de hacer negocios inmobiliarios en Cuba.

Los que aún se mueven en el mercado negro, que es donde se llevan adelante la enorme mayoría de estas operaciones, relatan que en los últimos meses se hicieron compras que van desde los 300.000 dólares al millón para comprar grandes casas y mansiones. “Algunos fueron cubanos de Florida, que piensan restaurar viejos caserones para hacer hoteles, dejaron dinero aquí a tíos o hermanos”, cuenta otro gestor, que tiene en la mano un panfleto de anuncios inmobiliarios llamado “Papelito”, que se vende en la calle. Esa pequeña publicación en las últimas semanas creció al punto de tener 24 páginas en una de sus últimas ediciones.

Pero no sólo los cubanos adinerados participan del negocio. Los avisos ofrecen departamentos por 12.000 o 15.000 dólares, algo irrisorio para precios fuera del país. Desde que se permitió el acceso a la propiedad privada, los boletos de compra-venta se multiplicaron y provocaron nuevos negocios por cuenta propia que antes no existían o eran semi clandestinos.

Producto de la apertura impulsada por el gobierno de Raúl Castro, también se permitió el alquiler a extranjeros de casas con piletas. La casa de Evelia está rodeada de otras 34 que también tienen piscinas en la zona de Mulgoba, a apenas 12 kilómetros de La Habana. “Hay competencia. Todo el mundo por aquí tiene licencia del gobierno para operar este negocio. Pero hay clientes para todos”, aseguró la mujer a la agencia ANSA.

Los cambios iniciados en 2008 autorizaron el trabajo privado en más de 200 oficios, entre ellos, los alojamientos por horas o días.

Actualmente hay unos 450.000 trabajadores por cuenta propia. Evelia y sus competidores se limitan a alquilar las piscinas por horas a quienes quieren pasar el día celebrando un cumpleaños o simplemente “pasarla bien y huir del calor de la ciudad”, dijo. Cobra por un grupo de 15 clientes el equivalente a 35 dólares el día, pero a partir de ese número pide tres dólares por cada “invitado”.

El nivel de vida que refleja el interior de la casa de Evelia es alto. Pero su “pequeño negocio” es en realidad modesto para lo que “ofertan” otros. Una página en Internet dedicada al alquiler de “casas con piscinas” anuncia una alberca “frente al mar con tres habitaciones climatizadas con baño privado, sala, servicio gastronómico, parqueo para auto, terraza y seguridad”.

Otra describe en pleno centro habanero “un extraordinario pent-house con piscina frente al mar para disfrutar de unas placenteras vacaciones”. También tiene disponible “servicio de lavandería y planchado, almuerzo y cena con parrilla, bebidas y cócteles, selección de habanos. Servicio de masajes, Pilates, yoga”. El tiempo mínimo de alquiler es de tres días por unos 300 dólares. Todos estos negocios siguen impulsando al sector turístico, que en Cuba no se detiene y ya desplazó a la producción azucarera como principal ingreso.

Fuente: Clarin

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