Gabriel Perea1 de agosto de 2023
“Las matemáticas no mienten, lo que hay son muchos matemáticos mentirosos”. Palabras del escritor, poeta y filósofo estadounidense Henry David Thoreau que cobran gran relevancia en el ámbito político actual. Si bien puede parecer un tema alejado del ciudadano común y corriente que busca sobrevivir, el análisis de esta frase nos permite comprender mejor la dinámica detrás de las decisiones políticas y el apoyo ciudadano. Imaginemos a un futuro candidato a la presidencia proveniente de un partido pequeño que se postula sin competencia interna.
¿Tiene realmente el respaldo de una mayoría ciudadana? Si lo comparamos con candidatos de partidos más con una amplia base de adherentes, las matemáticas no mienten: las probabilidades de éxito son casi nulas para el candidato del partido pequeño.
Sin embargo, es importante considerar que en la política también influyen otros factores, más allá de las matemáticas. Por ejemplo, existe el fenómeno del repentino despertar de la conciencia ciudadana, que puede llevar a las personas a traicionar sus acciones y tomar decisiones contrarias a lo que habían manifestado públicamente. Esto puede traducirse en votantes que, pese a haber apoyado en público a un candidato o partido, luego deciden no votar por él. Esto plantea una cuestión interesante: ¿en quién podemos confiar? ¿En las matemáticas que nos ofrecen datos objetivos y razonamientos lógicos, o en los ciudadanos que pueden cambiar de opinión y actuar de manera inconsistente? La respuesta probablemente yace en una combinación de ambos factores. Es cierto que existen ciudadanos que no son honestos con sus declaraciones públicas y privadas, pero también es válido considerar que la conciencia ciudadana puede evolucionar y generar cambios en el panorama político.
Las matemáticas nos proporcionan una guía basada en datos y cifras, pero es nuestra responsabilidad como ciudadanos estar informados, reflexionar y tomar decisiones coherentes con nuestros valores. Debemos reflexionar sobre la importancia de basar nuestras decisiones políticas en datos objetivos y razonamientos lógicos, pero también en la necesidad de reconocer la influencia del factor humano. Al final del día, somos nosotros, los ciudadanos, quienes debemos mantenernos informados y actuar con integridad para construir una sociedad más justa y transparente.