La codicia del hombre, hizo que un imperio como el romano mandara miles de soldados, esclavos e incluso asalariados, a Las Médulas, con el único fin de extraer de sus tierras el preciado metal como es el oro.
La primera explotación, según estudios publicados, se realizó empleando métodos artesanales, esto es, extrayendo, limpiando y cribando las arenas auríferas, que después eran lavadas en una batea.
Aunque la verdadera explotación masiva se llevo a cabo a través de canales, muchos de ellos excavados en la roca, trasvasando el agua procedente de los ríos Duero y Sil. Este agua era almacenada en unos depósitos, desde los que se arrojaba sobre las galerías, previamente construidas en la montaña, produciendo un gran arrastre de material aurífero, que era conducido hasta el denominado canal de lavado, donde el oro quedaba depositado por su peso. Al final de los canales se depositaba el fango, el lodo, favoreciendo la creación de lagos artificiales, como son el lago Sumido y Carucedo.
Merece la pena dedicar tiempo en descubrir, como mediante complejas obras de ingienería, empleadas para la construcción de canales, transformaron de forma brutal el paisaje, incluso afectando a la economía de la zona.
No debemos confundir Las Médulas, restos arqueológicos de las minas a cielo abierto, con el pueblo Las Médulas, el cual, es un pueblo que pertenece al municipio de Carucedo.
Uno de los puntos de mayor interés y visitado de Las Médulas es el Mirador de Orellán. Desde este punto, podemos ver a vista de pájaro, todo el paraje de Las Médulas, y si además lo hacemos a primera hora de la mañana o a la puesta de sol, disfrutaremos de una visión espectacular, de la que será difícil olvidarse. Desde el mirador también podemos ver el pueblo de Las Médulas.
Para llegar al Mirador de Orellán, se puede acceder partiendo desde el pueblo de Las Médulas o desde el pueblo de Orellán, si accedemos desde este último, lo haremos por una pista asfaltada de gran pendiente. También podemos acceder desde el Camino del Mirador, que es una senda de bastante pendiente por la cual, podemos disfrutar de la vegetación hasta llegar al mirador. Comienza en la Fuente de la Tía Bibiana, situada en pleno corazón del paraje, a la que se accede por diferentes sendas, que parten desde el pueblo y que es paso obligado para visitar La Cuevona y La Encantada.
La Cuevona es la galería de mayor altura de todas las existentes y el punto de referencia, junto a La Encantada para internarse en la senda de Las Valiñas.