Revista Cómics

Las mejores lecturas del 2014

Publicado el 27 enero 2015 por Alvaropons

La verdad es que, al repasar las lecturas de este año, reconozco que ha sido un año mucho mejor de lo que a priori me parecía. Ha sido un año de grandes tebeos, en el que a mi entender hay que destacar varias cosas importantes. La primera, a saber, las excelentes reediciones de material clásico que se han hecho este año, de las que me gustaría destacar tres en especial: la de Las cosas de la vida, de Lauzier (Fulgencio Pimentel), según mi opinión EL tebeo del año; El bus, de Paul Kirchner (Ninth Ediciones), una delicia tan delirante como surrealista que entra directo en mi memoria sentimental como parte indisoluble del Zona 84 y Cadáver en Imjin, de Harvey Kurtzman (Norma), brutal, contundente, incontestable alegato antimilitarista que se debe considerar como uno de los grandes tebeos de la historia. No hay que olvidar otras grandes reediciones, como la del Dieter Lumpen, de Pellejero (Astiberri), BACO, de Eddie Campbell (Astiberri), el Miracleman de Alan Moore, Gary Leach y Alan Davis (ECC Ediciones), el magistral Popeye, de Segar (Kraken),  Johan y Pirluit de Peyo (Dolmen), Superman: ¿qué fue del hombre del mañana?, de Alan Moore (ECC Ediciones), las ediciones de Toppi y Micheluzzi de Ninth Ediciones, las ediciones de clásicos europeos de Ponent Mon (que este año ha recuperado clásicos como Buddy Longway o Tanguy y Laverdure) o la absolutamente espectacular y completa recuperación del Little Nemo in Slumberland, de Winsor McCay que se ha marcado TASCHEN.

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Me ha parecido muy importante también la apuesta decidida por la recuperación de los clásicos que están haciendo editoriales como El Nadir (responsable de maravillas como Pioneros del Cómic, Oskar Andersson y otras perlas que anuncian) o Reino de Cordelia (Baron Bean, Little Sammy Sneeze…). Es necesario y obligado recuperar a estos autores clásicos y que estén disponibles para los lectores españoles, aunque hay que reconocer que es casi una labor suicida por parte de los editores, lo que me produce todavía más admiración. Saludo y alabanzas con genuflexión para ellos.
La tercera, que haya podido aparecer un proyecto tan interesante, vital e ilusionante como Viñetas de vida (Intermon Oxfam y Astiberri), más allá de la calidad del tebeo –indudable- o de la importancia del mensaje que lanza la ONG con estas historias, creo que un proyecto de este estilo es un espaldarazo definitivo a la validez del lenguaje de la historieta, a su definitiva integración como medio. Eso que durante tanto tiempo llamaba “normalización” y que, creo, se ha conseguido plenamente.
Y la cuarta, las excelentes páginas de webcómics que están apareciendo. Hoy por hoy, soy adicto a varias páginas donde, creo, se están cociendo los autores y autoras que tendrán nombre en el futuro del medio. TikTok Comics , Parias Comix , y Grandpapier son visitas diarias obligadas. Ojo, que algunas de las historietas más brillantes se están publicando allí.

Pero vamos a mi listado particular de “Lo mejor del 2014”. Un listado, por supuesto, personal, subjetivo, intransferible y, claro limitado. Es, simplemente, el listado de “lo mejor que he leído” de las novedades aparecidas durante el 2014.
Pongo la lista y luego comento:

1 Arsène Schrauwen I y II, de Olivier Schrauwen (Fulgencio Pimentel)
2 Cowboy Henk, de Kamagurka y her Seel (Autsaider)
3 Vivíamos entre las flores, de Seiichi Hayashi (en Terry, Fulgencio Pimentel)
4 Historias de Barrio 2. Caminos, de Gabi Beltrán y Bartolomé Seguí (Astiberri)
5 Las meninas, de Santiago García y Javier Olivares (Astiberri)
6 100 pictogramas para un siglo (XX), de Pere Joan (Edicions de Ponent)
7 Yo, asesino, de Antonio Altarriba y Keko (Norma Editorial)
8 Fabricar Historias, de Chris Ware (Random House)
9 El culto Charles, de José Ja Ja Ja (Fulgencio Pimentel)
10 Vampir 2, de Joann Sfar (Fulgencio Pimentel)
11 Inercia, de Antonio Hitos (Salamandra Graphic)
12 La entrevista, de Manuel Fior (Salamandra Graphic)
13 La enciclopedia de la tierra temprana, de Isabel Greenberg (Impedimenta)
14 Tiempo de canicas, de Beto Hernández (La Cúpula)
15 Aâma 4, de Frederick Peeters (Astiberri)
16 Habitaciones Íntimas, de Cristina Spano (Bang)
17 Kiosco, de Juan Berrio (dibbuks)
18 La gran guerra, de Joe Sacco (Random House)
19 Serie B, de Andrés G. Leiva (dibbuks)
20 Murderabilia, de Álvaro Ortiz (Astiberri)
21 En silencio, de Audrey Spiry (Diábolo)
22 Dossier negro, de Alan Moore y Kevin O’Neill (Planeta)
23 La técnica del perineo, de Ruppert y Mulot (Diábolo)
24 Extraños, de Javier Sáez (Sexto Piso)
25 Ikea Dreammakers, de Cristian Robles (deHavilland)

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Inicio la lista con el que, a mi entender, es el mejor tebeo del año: Arsène Schrauwen. Los dos volúmenes editados (exquisitamente) por Fulgencio Pimentel muestran una obra rompedora, diferente, que exprime el lenguaje simbólico del cómic para componer un discurso donde el pasado toma forma de presente y los recuerdos se convierten en materia dúctil y maleable en las manos de Schrauwen. El uso del color, de la composición… se puede estar hablando de esta obra horas y seguir descubriendo nuevos detalles y matices. Después, todo un clásico del underground europeo, Cowboy Henk, puro surrealismo vestido de inocente tintinismo que esconde en sus páginas verdaderas joyas del absurdo cotidiano, que explotan cruelmente a la luz de la literalidad. La antología Terry (Fulgencio Pimentel) debería ser, en sí misma, un acontecimiento, pero me vais a permitir que me quede con Vivíamos entre las flores, un relato de melancolía pura, minimalista en su concepción narrativa pero demoledor en el sentimiento que provoca. Pura poesía visual de una belleza devastadora. Los puestos 3 y 4 me suponen un trauma. Esto es lo de papá y mamá. ¿Qué me parece mejor, la brutal sinceridad de Historias de Barrio 2 o la inteligente disección del arte de Las meninas? Qué queréis que os diga: Seguí y Beltrán por un lado y Olivares y García por el otro han conseguido dos obras profundamente distintas, pero coincidentes en su magistralidad. Hoy me decanto por ese camino de mujeres que plantea Beltrán con honestidad visceral, pero mañana puedo decantarme por la lúcida aproximación a la mirada del artista que crean Olivares y García. Son dos tebeazos, como también los es el sorprendente 100 pictogramas para un siglo (XX), que vuelve a demostrar la infinita inteligencia de Pere Joan y su endiablada habilidad para examinar las posibilidades del medio e ir un paso más allá. Y otro tebeo español brillante: Yo, asesino, donde Antonio Altarriba firma un guion casi perfecto, todo un ejemplo de reflexión que Keko borda hasta conseguir una obra realmente escalofriante. Y que se permite dar unas sonoras bofetadas al actual sistema universitario que, reconozco, me han encantado y comparto.

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Lo de Chris Ware con Fabricar Historias es increíble. En lo formal, su repaso a la historia del medio me parece que crea una propuesta tan atrevida como formalmente inalcanzable, que dará miles de páginas de estudio. Sin embargo, reconozco que la historia que plantea no me ha llegado tanto como otras obras suyas, lo que no quita que sea un extraordinario tebeo/caja/loquesea. Otro patrio para la lista: El culto Charles, de José Ja Ja Ja, un tebeo que desató polémica en su día pero que a mí me ha fascinado por lo desvergonzado y fresco de su propuesta, que es capaz de tomar préstamos de aquí ya allá para hilar un discurso nuevo y sugerente. Ojo, que José puede ser el nuevo Ware. De Joann Sfar poco se puede añadir. A mí me tiene ganado y Vampir 2 me parece una delicia que sabe moverse en un romanticismo de encantadora ingenuidad pero profundamente irónico. Inercia, de Antonio Hitos es el gran debut del año. Un joven autor que ya tenía trayectoria en la última etapa de El Víbora pero que se descubre con una de las reflexiones más acertadas sobre la situación de la juventud actual, contada con riesgo y atrevimiento formal. De Manuel Fior sigo enamorado: es capaz incluso de sorprenderme con una historia de ciencia ficción que rompe todos los esquemas como La entrevista. Una de las sorpresas del año ha sido, sin duda La enciclopedia de la tierra temprana, de Isabel Greenberg. Todo un homenaje a la fabulación, a la capacidad del ser humano de crear y, sobre todo, contar historias. La autora es capaz de reunir religión, mito y leyenda con el cuento y la fábula, creando una historia tan hermosa como subyugante. De Beto poco se puede decir ya, pero Tiempo de canicas es una genialidad que consigue un retrato de la infancia y juventud insuperable. Casi nada. Peeters ha firmado en Aâma la que a mi entender es la mejor historia de ciencia ficción de los últimos años. Y lo hace con inteligencia, revisando y homenajeando el género desde Gillon hasta Moebius, con una historia que tiene matices a de Jodorowsky pero que consigue triunfar donde precisamente fallaba el mexicano, en un final redondo y perfecto. Habitaciones Íntimas, de Cristina Spano ha sido una de las sorpresas del año, una obra delicada e íntima, como su nombre indica, que une la memoria con los lugares, con los espacios. Kiosco, es Juan Berrio. Y con eso debería estar dicho todo, porque Berrio es uno de los autores más personales que tenemos y garantía de una obra encantadora, como es esta. La gran guerra es uno de esas obras que pone el lenguaje de la historieta al límite. Joe Sacco ha realizado una versión moderna del tapiz de Bayeaux con sutiles diferencias formales que lo trasladan completamente al noveno arte, tejiendo un mensaje antimilitarista categórico. Andrés G. Leiva se prodiga, por desgracia, poco. Eso sí, cuando reaparece hace gozadas como Serie B, un inteligente homenaje a la cultura popular, al cine de barrio y a esas historias tan extrañas como fascinantes que poblaron las películas y novelas de los años cincuenta. Álvaro Órtiz sigue camino firme y Murderabilia es la confirmación de un autor que nunca decepciona, con una historia de horrores cotidianos, de la fascinante atracción de lo morboso. El tratamiento del color de Audrey Spiry en En silencio debería bastar para colocarla en cualquier lista, pero es que además la historia que narra me ha parecido excelente, una reflexión sobre las relaciones humanas atractiva con una naturaleza salvaje de telón de fondo. Del Dossier negro, de Alan Moore y Kevin O’Neill poco se puede decir: el pastiche elevado a la categoría de arte, la relectura de la cultura popular como objeto de deseo. Divertidísimo. La técnica del perineo, puede no ser lo mejor de Ruppert y Mulot (galardón que se debe llevar, a mi entender, la sensacional Irene et les clochards), pero pese a no transitar por los caminos de la experimentación formal extrema, su reflexión sobre el sexo en los tiempos de internet me parece interesantísima. Y para acabar dos sorpresas de autores españoles: Extraños, de Javier Sáez es una fascinante excursión al lado oscuro de la imaginación humana mientras que Ikea Dreammakers, de Cristian Robles es un implacable análisis del capitalismo de diseño sueco con ecos gráficos de Hora de aventuras.

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Estos serían los 25 que más me han gustado. Hoy, mañana no sé. En cualquier caso, un año con una cosecha patria extraordinaria (¡11 de 25 en la lista!) y con una lista de buenos tebeos que no se acaba ahí. Han salido otros excelentes tebeos como Versus, de Luis Bustos (Entrecomics), Nosotros llegamos primero, de Furillo (Autsaider); Yo, René Tardi, de Tardi (Norma), Planeta Tierra, de Aisha Franz, Orlando y el juego, de Luis Durán, Aquél verano, de Jillian Tamaki y Mariko Tamaki (La Cúpula), Black ParadoxGyo, de Junji Ito (ECC), Trabajo de clase/Nuevos Románticos de Ana Galvañ y Marc Torices (apa apa), Putokrio, de Jorge Riera y VVAA (Edicions de Ponent), Vida y opiniones de Tristam Shandy, caballero de Martin Rowson y Laurence Sterne (Impedimenta), Alabaster, de Tezuka (Astiberri), Lo primero que me viene a la mente, de Juaco Vizuete (Astiberri), Mi amigo Dahmer, de Derf Bacder (Astiberri), Las guerras silenciosas, de Jaime Martín (Norma), Degenerado, de Cruchaudet (dibbuks), La gigantesca barba que era el mal, de Stephen Collins (La Cúpula), I’m a hero de Hanazawa (Norma) o Los últimos días de un inmortal, de Vehlmann y De Bonneval (Ninth).
Sin olvidar que 2014 ha sido el año en que, creo, me he reconciliado con los superhéroes: hacía años que no me lo pasaba tan bien leyendo tebeos de este género. Y la culpa hay que echársela al Hawkeye de David Aja y Matt Fraction, el Hulka de y Pulido y Soule, el FF de Allred y Fraction o el Silver Surfer de Allred y Slott.
No me gustaría acabar sin hacer una recomendación de algunos tebeos infantiles deliciosos. Dedico mucho a buscar tebeos para mi hijo que no sean simples franquicias de series de televisión y, cada vez más, creo que la labor de las editoriales que apuestan por hacer tebeos para este segmento de edad es encomiable. De los que he leído este año con mi crio, me (nos) ha(n) encantado el Hilda y el trol de Luke Pearson (Bárbara Fiore), ¡Super Jaime! de Verónica Álvarez y Daniel Martínez de Leiva (La tribu), todos los títulos de Mamut de Bang! y dos reediciones maravillosas: Boro, Moro y Puromoro, de Toni Cabo (Ponent) y el clásico Mumin de Tove Jansson (Coco Books).
Y ya está.


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