Sir Charles Lomlarck enfatizó el hecho de que la traducción debía ser de un tal Mardrus. Parece que ya en el propio título descabalga aquello de Las mil y una noches, que parece que sale más de corrido, quizá por la costumbre a la que se nos ha hecho el oído. Había que leer hasta la noche treinta y seis. el cuento de Dulce amiga marcaría el hito. Y gracias al Dios de los musulmanes que fue así, porque de haber tenido que leer la inmensidad de la obra escrita, uno de los leyendos hubiese tenido que recurrir a la vida eterna.
Presumía Sir Charles, así como el Doctor Mardrus, que la edición traducida por este último era la más fiel a la originalmente narrada, y que no escatimaba en detalles eróticos y sexuales, por lo visto suavizados, edulcorados o directamente erradicados en la traducción del malvado Galland, que adaptara el escrito en una versión mucho más infantil bajo el título celebérrimo de Las mil y una noches.
El caso es que tanta expectativa siempre tiene su doblez, y los cuentos, aunque magníficos en su narración e imaginación creativa, cuentos son, y difícil es quitarle ese halo de ingenuidad, incluso aunque Mardrus acelerase un poco en cuanto a la sexualización de lo narrado, fuese o no fuese de esta manera más fiel a lo original, cosa que desconozco, aunque me fio. Quien quiera escandalizarse con este libro ha de ser un niño de los de antiguamente, no de los de ahora que, entre otras cosas, descargan compulsivamente toneladas de pornografía explícita que, por otra parte, es lo que hay que hacer cuando lo que se quiere es ver, precisamente, pornografía.
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Sir Charles Lomlarck: 10
Mesié de Condemore: 5
Duque de la Teruélida: 6
Lord Pascualín: 7,5